Luis Hernández Navarro
El avance de la revolución conservadora
Más que como mariscal de campo de un equipo de futbol americano Vicente Fox se comporta cual liniero ofensivo. No conduce el partido, pero choca con la escuadra rival.
Mientras el jefe del Ejecutivo se enfrenta al Congreso y a los medios de comunicación, la ultraderecha, recién salida del clóset, avanza. Coloca sus cuadros en puestos claves de la administración pública, fija la agenda nacional, establece políticas públicas y desarrolla poder de veto, al tiempo que se lanza a fondo en la empresa de crear una nueva cultura política basada en valores "familiares" y cristianos. Ocupa posiciones en el sector salud, educación, trabajo, agricultura, en el área de desarrollo social, en la reforma agraria, en los aparatos de seguridad nacional y de procuración de justicia. Asimismo ha convertido la inseguridad pública y la procuración de la justicia en los instrumentos para generar el sentido común de que es necesaria una política de mano dura que ponga "orden".
Con el PAN desgarrado por una grave crisis de identidad, la nueva coalición de fuerzas gobernante ha habilitado como organismos ideológicos dirigentes a las cámaras patronales y al mundo de la filantropía articulado alrededor de la fundación Vamos México. Más que desde las filas del partido blanquiazul muchas de las grandes definiciones ideológicas y de las batallas políticas claves del sexenio en la opinión pública están siendo libradas por la Coparmex, el Consejo Coordinador Empresarial y el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios.
La labor de Marta Sahagún al frente de Vamos México rebasa sus actividades asistenciales o sus funciones como primera dama. Su activismo apunta a la centralización y subordinación de un amplio segmento de ONG de inspiración empresarial y cristiana, prepara la fundación de un nuevo corporativismo, al tiempo que promueve un ideario cercano a la filosofía de organismos religiosos como los Legionarios de Cristo y el Opus Dei. Sahagún habla un día como esposa del Presidente y al siguiente toma la palabra a nombre de la sociedad civil. Sustituye el discurso de los derechos por la filantropía, el cumplimiento de las obligaciones redistributivas del Estado por la caridad.
El reconocimiento de derechos económicos y sociales está en retirada en la actual administración. Cuando el Presidente de la República dice que se necesita una nueva Constitución, o cuando su secretario del Trabajo, Carlos Abascal, afirma que la ley laboral es incumplible en muchas empresas, porque la legislación vigente fue pensada para medianas y grandes compañías que no representan más de 2 por ciento de la planta productiva nacional, reivindican la necesidad de cancelar conquistas sociales que limitan la voracidad del capital.
El derecho a la protección a la salud, consagrado por el artículo 4Ɔ constitucional, se ha violentado con el Seguro Popular que obliga a los ciudadanos a pagar por un servicio que debe ser proporcionado gratuitamente por el Estado.
El nuevo gobierno pretende convertirnos en un país con ciudadanos de paquetes básicos y continuar con la privatización de las pensiones; quiere hacer de este país territorio libre para las aseguradoras estadunidenses, en el que se profese un respeto irrestricto a las patentes médicas.
Desde la lógica de la nueva administración el sida es una epidemia controlada -ignorando su crecimiento en la sociedad rural- y lo que hay que hacer es despolitizar a las ONG que trabajan alrededor de este problema. Como en otras arenas públicas se ha privilegiado la atención humanitaria por sobre la discusión acerca de la responsabilidad del Estado.
La presión de la derecha ha provocado que se abandonen las campañas a favor del uso masivo del condón. Ha logrado, tal como demandó la conservadora Unión Nacional de Padres de Familia, que se enseñe en los libros de texto de quinto y sexto grados que hay formas de prevención de la enfermedad como la fidelidad y la abstinencia.
En el discurso de la nueva derecha la lucha de clases ha quedado abolida por decreto. La política hacia el campo está presa en las manos de la alianza de grandes agricultores y una fundación privada (la FMDR) y los campesinos han sido sustituidos por los productores rurales. Los empresarios son, a decir del secretario Abascal, tan sólo una variante de los trabajadores.
La derecha presiona con éxito para fijar los contenidos de los medios. No pudo impedir la transmisión de Big Brother pero logró su autocensura en temas como el sexo o las malas palabras. Hizo sentir su presencia en el nuevo reglamento de cine, en el cual se regula el acceso del público a las películas.
La jerarquía de la Iglesia católica opina cada vez más y enérgicamente sobre asuntos de la vida política nacional. La secularización retrocede. Hace apenas unos cuantos días el obispo de Durango advirtió que por encima de la Constitución debían prevalecer los Diez Mandamientos.
La revolución conservadora avanza en México. Más nos vale que nos agarre confesados.