Antonio Gershenson
La polarización y los mexicanos
Se habla de derechización, por ejemplo en Europa,
a partir de resultados electorales recientes. Sin embargo, la derechización
de ciertos sectores es sólo una parte de un fenómeno que
debemos tener presente: una polarización de las sociedades y, en
algunos casos, de las naciones. Por ejemplo, en la primera vuelta de la
elección presidencial francesa, la ultraderecha sólo tuvo
un punto porcentual por arriba de la elección anterior. Pero una
parte mucho mayor que ésa, votantes de la izquierda, se pronunciaron
por opciones más radicales y el voto por los socialistas quedó
uno por ciento debajo de la ultraderecha, con lo cual fue ésta y
no el Partido Socialista la que compitió en la segunda vuelta con
Chirac.
La izquierda, al ver los resultados de su propia división,
decidió que se votara, en cada distrito, sólo por el candidato
con mayores posibilidades de triunfo, para asegurar que éste pasara
siempre a la segunda vuelta. Hoy, en la elección para el Parlamento
francés, se verá el verdadero resultado de todo este proceso.
Pero debe quedar claro que lo que hubo fue una polarización, en
que se fortalecieron en votos los extremos, y no sólo la ultraderecha.
También en el Medio Oriente, mientras prevalece
en Israel la derecha, relegando a las fuerzas que hicieron posibles los
acuerdos de Oslo, se fortalecen entre los palestinos los grupos más
radicales a costa de los sectores que buscan una salida política.
Se polarizan las cosas entre India y Pakistán. E incluso en lo interno,
el proceso de negociación política en Colombia se ve barrido
por la reanudación de la guerra civil abierta.
El inicio visible de este proceso de polarización
está en los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y Washington,
y en la sobre reacción a los mismos por parte del gobierno estadunidense.
Es claro que son condenables sin ninguna duda los atentados, en los que
miles de civiles murieron, para no hablar de los daños materiales
y otros elementos. Pero está fuera de proporción con ese
atentado el llevar a cabo una guerra de género especial, sin límites
definidos en el espacio ni en el tiempo, que ya incluyó la invasión
de Afganistán y el derrocamiento de su gobierno y que ahora pone
en la mira a Irán e Irak, antes rivales entre sí pero a los
que unió la agresividad del enemigo común, y hasta Corea
del Norte en la que ni siquiera hay una población musulmana como
en los otros casos. A eso habría que agregar el endurecimiento interno
en Estados Unidos y en otros países.
Una de las expresiones más gráficas de esa
polarización mundial es esa idea de que "el que no está conmigo
está contra mí". El asunto afecta ya la política migratoria
en Estados Unidos y en Europa, ha dañado o hasta cancelado los procesos
de solución política de los problemas en varios lugares,
y es difícil saber hasta dónde pueden llegar sus nuevas expresiones:
o entregas el agua o te niego la "ayuda", etcétera.
Es fundamental que en México tengamos muy en cuenta
esta situación. No basta con oponerse a esto o a lo otro. Debemos
avanzar en la solución de una serie de problemas, y hacerlo por
medio de la política, de la participación más amplia
posible, de la construcción de alternativas de avance. En esto es
importante el proceso de reforma política. También lo es
el abrir vías de desarrollo real del sector energético en
el marco de la Constitución, el avanzar en una reforma fiscal que
no pretenda sacar el dinero de quienes no lo tienen y en otros aspectos
de la vida económica y social.
El dejar que los problemas se pudran sin solución,
en el mejor de los casos, lleva a la parálisis. Por ejemplo, quienes
quisieron vender la petroquímica de Pemex, no pudieron hacerlo;
pero esa industria está casi paralizada, sin inversión y
en un estado lamentable. En otros casos la falta de soluciones puede derivar
en problemas mayores, y basta con voltear a ver el contexto internacional
al que nos referimos. Tenemos condiciones para avanzar hacia alternativas
superiores a la realidad actual, en algún caso más y en otro
tal vez menos. No debemos, como mexicanos, desperdiciar esa posibilidad.