JAZZ
Antonio Malacara
Festival de Jazz en la ESM/ V
EL NUEVO GRUPO convocado por Jorge Luri Molina está
integrado por Sergio Galván, en el sax alto; Rey David Alexander,
en el trombón; Hugo Fernández, en la guitarra; Alex Kautz,
en la batería, y, obviamente, Luri Molina, en su ya célebre
contrabajo. Hoy se presentaron como Parque Cuatro, pero para el próximo
miércoles, en El Bataclán, están anunciados como Parque
México Jazz Quintet. Y bueno, así es esto.
PERO
LO REALMENTE importante no es lo efímero de los nombres, sino la
calidad de los grupos, y este quinteto hizo que el público, integrado
80 por ciento por estudiantes de la Escuela Superior de Música,
se lastimara las manos y las gargantas entre aplausos y ovaciones. Todos
mostraron un enorme oficio, al tiempo de mantener la ecuanimidad y el feeling
en todo momento. Jorge Molina, sin lugar a dudas es uno de los grandes
consentidos de la comunidad jazzística local. Ha tocado con los
más importantes instrumentistas del medio y ahora nos muestra sus
propias propuestas.
FRANCISCO TELLEZ DESPIDE a Parque Cuatro y anuncia al
trío de Rodrigo Castelán, quien aparece de inmediato cargando
una base y un contrabajo eléctrico de seis cuerdas. Fernando Acosta,
quien ya se ha presentado en este festival con la Big Band de Pepe Mata,
con Francisco Lelo de Larrea y con Omar Arán llega con los saxos
tenor y soprano, mientras que Ricardo Castelán, hermano y acompañante
de Rodrigo, trata de solucionar cierto problema con la instalación
de su batería.
UNA VEZ LISTO, y sin decir agua va, Ricardo inicia un
rapidísimo revoloteo en los tambores para dar pie al tenor y el
contrabajo, que dibujan a dúo las primeras líneas de Straight,
no chaser, de Thelonious Monk, aunque esto es sólo por unos
instantes, después cada cual toma su ruta de tratamiento para las
armonías monkianas y se sumergen (y nos sumergen) en una velocidad
vertiginosa que no parará a lo largo y ancho de su set. Durante
más de una hora, este trío de poder nos hizo alucinar con
un viaje que transgredía y transformaba las aristas del cerebro
y las paredes del auditorio.
RICARDO SE TRANSPORTA con las baquetas por los rincones
de su instrumento, y se da tiempo para matizar y construir con una extraña
delicadeza sus retumbantes sonidos. Fernando, entusiasta y vehemente, da
rienda suelta al ardor de sus saxofones; nada que ver con sus previas participaciones,
en este momento hay que dejarse ir "a ciegas". Es la técnica al
servicio de la locura.
Los alcances del virtuosismo
RODRIGO PERMANECE IMPERTURBABLE, con la tranquilidad de
estar en el ojo del huracán. Sus dedos recorren el diapasón
del contrabajo (más largo de lo normal) con desbordada maestría;
los verdaderos alcances del virtuosismo encuentran aquí la mejor
de sus acepciones, y el señor ni se despeina. Pareciera que ambas
manos tuvieran vida propia o que algún estímulo eléctrico
las conectara al cerebro y al corazón.
EL COMUN DENOMINADOR es la acelerada construcción
de imágenes infinitas, con tratamientos de free-jazz, alrededor
de los estándares. Los patrones armónicos de Humpty dumpty
(Chick Corea), So what y Solar (Miles Davis) y hasta la veteranía
de All the things you are (Jerome Kern) son filtrados y recreados
con la habilidad de este trío. Todos, músicos y público,
estamos felices, sabemos que las cosas están saliendo a la perfección,
y que estos momentos no se dan en maceta.
ANTES DEL QUINTO o sexto tema, Rodrigo anuncia: "A continuación
vamos a descansar con una balada", pero entendemos la broma cuando el jazz
libre vuelve a aparecer con Blue in green como tema central. Y nos
recetamos una dosis más del brebaje vespertino, preparado con sonidos
ásperos, agresivos, cortantes, desbordantes y deliciosos.