Inauguró un espacio para proyectos culturales
en la ciudad de Oaxaca
Moby Dick, la ballena blanca, nueva musa del pintor
Sergio Hernández
Exhibe siete obras con reminiscencias melvilleanas en
la galería Punto y Línea
GERMAINE GOMEZ HARO ESPECIAL
Oaxaca se ha convertido en el epicentro artístico
del interior del país. No se trata sólo de una ciudad-museo
como tantas otras que conforman nuestro riquísimo patrimonio artístico:
las casas y edificios coloniales que han sido restaurados y acondicionados
para albergar centros de promoción y difusión de las artes
plásticas y populares, la literatura, la historia, el cine, la filatelia
o la música son espacios vivos, animados por la continua organización
de conferencias, debates, mesas redondas y presentaciones en las que llama
la atención la asombrosa participación de un creciente público
de lo más heterogéneo.
El pasado fin de semana, el pintor Sergio Hernández
desarrolló dos actividades dignas de mención: la inauguración
de un nuevo espacio destinado a proyectos culturales y la presentación
de su trabajo reciente en la galería Punto y Línea.
Espacio alternativo
Hace
aproximadamente dos años, Sergio adquirió la casa ubicada
en el número 204 de la calle de Reforma, en el centro de la ciudad,
a unas cuantas cuadras de Santo Domingo, con la finalidad de crear un espacio
alternativo para exhibiciones diversas. Se trataba de una casa sencilla,
típicamente oaxaqueña, con su portada sobria y elegante,
prácticamente derruida en su interior. Para su restauración,
el pintor convocó al célebre arquitecto Ramón Torres,
su amigo y cómplice de otros proyectos.
Don Ramón, con la amplia experiencia, la sencillez
y la fina sensibilidad que lo caracterizan decidió respetar al máximo
el material sobreviviente y limitarse a una ''intervención". Esto
significa que se conservó la traza del inmueble, tras haber efectuado
excavaciones para detectar la posible existencia de vestigios de construcciones
anteriores; asimismo, los muros originales fueron consolidados y recubiertos
con los materiales adecuados al nuevo lenguaje estético y a las
necesidades funcionales.
Un pozo de agua hallado en lo que fue el patio trasero
quedó a la vista como única reminiscencia de épocas
pasadas. Con el objetivo de dar a conocer de manera pública el proceso
de restauración del inmueble, se organizó una mesa redonda
con la participación del arquitecto Torres, el diseñador
de la iluminación, Gustavo Avilés, y el arquitecto-restaurador,
Juan Urquiaga, responsable del magno rescate del Centro Cultural Santo
Domingo.
Urquiaga resaltó el impecable trabajo realizado
por el equipo de Ramón Torres y señaló la importancia
de contar con criterios amplios en la reglamentación de las intervenciones
arquitectónicas, en el entendido de que las autoridades deben estudiar
y regular cada caso en forma individual.
Lo anterior viene a colación porque, cuando se
iniciaron los trabajos en esta propiedad, un vecino ?ocioso o envidioso?
interpuso una demanda por ''destrucción del patrimonio arquitectónico",
acusación ignorante que retrasó las obras y provocó
muchos dolores de cabeza.
Con seguridad el nuevo espacio será piedra de toque
para futuros proyectos que consideren la integración sensata e inteligente
de lenguajes propositivos en la arquitectura vernácula oaxaqueña.
Fusión de tradición y vanguardia, este espléndido
espacio es una contribución de Sergio Hernández al desarrollo
del corredor cultural de esa ciudad.
Bajo el título El mundo azul de Moby Dick, la
ballena blanca, el pintor exhibe siete piezas que forman parte de una
nueva serie temática inspirada en el universo marino.
La ballena blanca de reminiscencias melvilleanas es apenas
un pretexto para internarse en fascinantes parajes submarinos que revelan
una atmósfera inédita en su quehacer pictórico. Con
el incansable espíritu lúdico que lo caracteriza, Sergio
se sumerge en aguas profundas mediante imágenes que descubre en
un libro sobre el Golfo de Baja California; su fantasía desbordante
lo lleva a congregar en lienzos de enormes dimensiones una pléyade
de personajes nuevos ?pulpos, focas, tortugas, tiburones, camarones, buzos,
marsopas, entre otros seres híbridos? en una danza alegórica
de gran impacto visual.
Baile colectivo en el corazón del mar
Cada pintura es un universo per se: las figuras
esgrafiadas con una asombrosa delicadeza se van hilando en una intrincada
trama melódica que conforma un baile colectivo en el corazón
del mar. Los personajes flotan, vuelan, se abrazan y copulan en ritmos
y pausas marcados por destellos lumínicos que armonizan sus composiciones
monocromáticas.
Llama la atención un impresionante políptico
de cerca de 150 x 300 centímetros, elaborado con tintas y añil
sobre cuatro hojas de papel de mora, cuya textura gruesa y rugosa invita
al trazo gestual, libérrimo, de una fuerza expresiva alucinante.
Por su parte, las obras sobre lienzo, matizadas en tonos azules de diferentes
intensidades remiten, por la calidad de su factura y el despliegue de elementos
fantásticos dispuestos en las amplias superficies con frescura y
audacia, a la serie El circo que se presentó en 1998 en el
Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca.
Como entonces, el artista demuestra una vez más
que el gran formato es su carta fuerte, siempre y cuando trabaje cada figura
con la dedicación y el amor que aquí se palpan. Moby Dick
es la nueva musa de Sergio, y su imaginación, un piélago
inabarcable.