Investigan en EU a ImClone, fabricante de medicamento para cáncer Clientelismo en biotecnología Pablo Meyer Rojas Nueva York. Sam Waksal, ex director la compañía neoyorquina de biotecnología ImClone, fue detenido durante algunas horas la semana pasada por la Oficina Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) y liberado tras pagar una fianza de 10 millones de dólares. El arresto en su lujoso departamento del Soho no derivó de la holgada vida entre ricos y famosos que llevaba este científico. O más bien, no directamente... Bristol-Myers Squibb (BMS), uno de los gigantes farmacéuticos, se ha de estar mordiendo los dedos de rabia por el trato que hizo en septiembre del año pasado: adquirió 14.4 millones de acciones o 20 por ciento de ImClone por mil millones de dólares, además de otros mil millones por derechos de comercialización de Erbitux, medicamento anticancerígeno, el cual forma parte de la nueva generación de sustancias para tratar el cáncer definidas como smart drugs o drogas inteligentes. Hace 30 años, en el fervor del crecimiento económico y tecnológico, el presidente Nixon le había declarado la guerra al cáncer (a los estadunidenses les gusta eso de declarar guerras al aire) y preveía su erradicación en una década. Llego el auge de las quimioterapias con sus cocteles (aún usados), más dañinos los unos que los otros. Taxol, vinblastina, vincristina, daunomicina, adriamicina... todas estas drogas tienen en común el atacar sin distinción las células que se dividen. Afectan principalmente a los tumores porque tienden a dividirse más rápido que las demás células, pero los efectos secundarios, como pérdida de cabello, vómito o esterilidad (las células del cuero cabelludo, del estómago y las reproductivas se renuevan seguido) son terribles. ƑQuién puede presumir de no conocer a alguien cercano que haya padecido esa enfermedad? Las smart drugs son un tratamiento complementario a la quimioterapia clásica. La táctica no es atacar una propiedad global del cáncer, como que se dividan rápido las células del tumor, sino un mecanismo intrínseco al tipo de cáncer. Erbitux bloquea una proteína hiperactiva en los tumores cuyo papel es recibir señales que inducen la división celular (el receptor del factor de crecimiento epidérmico EGF-receptor). Al ser un anticuerpo, Erbitux tiene la desventaja comercial de no sintetizarse químicamente, como todas las medicinas, sino que se extrae de cultivos de células. A pesar de eso podía volverse una de esas superdrogas que traen ganancias multimillonarias a las empresas farmacéuticas. Por lo menos eso han de haber pensado los de BMS al pagar la suma más grande de la historia por una droga en proceso de aprobación. Los que sí estaban felices eran los hermanos Waksal, fundadores de la empresa, porque el día que firmaron el contrato recibieron 60 millones de dólares en acciones. Todo esto sucedía el día de la reapertura de Wall Street después de los ataques del 11 de septiembre. El clima de recesión no afectó la cotización en bolsa de ImClone, que pasó de 30 dólares a 70 dólares por acción a finales de diciembre. Los inversionistas tenían confianza en una empresa respaldada por una lista de reconocidos investigadores del cáncer. El teatro se vino abajo cuando a principios de enero la Food and Drug Administration rechazó la aplicación para validar Erbitux: los estudios clínicos no eran suficientes, faltaban datos que mostraran que Erbitux prolongaba la vida del paciente, y no sólo que disminuía el tamaño del tumor. La respuesta fue catastrófica, las acciones bajaron abruptamente y para febrero la cotización de ImClone se estabilizó en 18 dólares, una caída de más de 60 por ciento. Erbitux ya no era tan interesante, pues al retrasarse su entrada al mercado se perdía la ventaja sobre otras empresas que desarrollan medicinas similares (Astrazeneca, OSI Pharmaceuticals, Genta). La historia no acaba ahí. Curiosamente, el 29 de octubre de 2001, la plana mayor de la empresa ImClone vendió gran parte de sus acciones, y cada uno de los hermanos Waksal se llevó 50 millones de dólares por vender acciones. Los accionistas de ImClone no tardaron mucho en demandar a los directores de la empresa por ocultar información. Probablemente los dirigentes de ImClone sabían que la FDA iba a rechazar la aplicación de Erbitux, y vendieron sus acciones. La misma comisión del Congreso que lleva los interrogatorios de Enron (SEC) llevará esta semana los de ImClone. El clientelismo que tiene aterrorizado a todos los contadores y a Wall Street no es excepción en la biotecnología. El autor cursa su doctorado en física biológica en la Universidad Rockefeller, en Nueva York.
|