IVA, MENTIRAS Y ESQUIZOFRENIA
Hace
unos meses, cuando el actual gobierno se empeñaba en gravar con
el impuesto al valor agregado (IVA) libros y otros productos editoriales,
el escritor Carlos Fuentes pidió públicamente al presidente
Vicente Fox que desistiera de ese empeño. El mandatario respondió
en el acto y, públicamente también, instruyó al secretario
de Hacienda, Francisco Gil Díaz, para que encontrara un mecanismo
que permitiera conservar la exención de hecho a esa industria. A
fines de mayo, Fox anunció un ambicioso programa de apoyo a la lectura,
pero dos días después su gobierno, por medio de la Secretaría
de Hacienda y Crédito Público (SHCP), decidió eliminar
la deducción del IVA en la industria editorial. El Presidente salió
al paso de las críticas anunciando, la semana pasada, un programa
de estímulos fiscales al sector para contrarrestar el efecto arrasador
que tendrá el cobro del IVA, pero las medidas correspondientes no
han sido dadas a conocer. Ayer, la SHCP aseguró que en siete días
más se hará público el programa, y hasta ahora las
editoriales permanecen en la más completa incertidumbre.
El rosario de desatinos gubernamentales en este solo terreno
bastaría para justificar y compartir el calificativo de "esquizofrénico"
aplicado ayer por Carlos Fuentes al grupo en el poder. En materia de régimen
fiscal para los editores -de libros, de publicaciones periódicas-,
el Ejecutivo federal se ha dedicado a mentir, a salir del paso, a embrollar
las cosas, a confundir deliberadamente a la opinión pública,
a tender toda suerte de trampas y engañifas a la sociedad y también,
a fin de cuentas, a socavar de manera sistemática y consistente
su propia credibilidad. Después de todas las declaraciones, contradeclaraciones,
promesas rotas, ambigüedades y fintas, resulta obligado preguntarse
si se puede confiar en la palabra del Presidente y de su secretario de
Hacienda.
Adicionalmente, el empeño por asfixiar a la industria
editorial de la forma que sea ha llevado al Ejecutivo federal a invadir
los ámbitos del Legislativo y a trastocar, por decreto o mediante
acciones administrativas, la Ley de Ingresos aprobada por el Congreso de
la Unión.
En contraste con las actitudes tramposas, demagógicas
y, a fin de cuentas, depredadoras, que este régimen ha asumido hacia
quienes, en medio de enormes dificultades, producen libros y publicaciones
periódicas, el gobierno de Fox ha mantenido intactos los mimos y
encubrimientos de que gozan, desde tiempos de Carlos Salinas y Ernesto
Zedillo, los banqueros privados, quienes, por su parte, se han dedicado
a producir enormes huecos financieros que deben ser cubiertos con el dinero
de los contribuyentes.
Desde la perspectiva de la industria editorial, el régimen
actual se ha venido desempeñando como "gobierno del cambio" sólo
porque cambia diariamente de parecer y de discurso, y porque entre éste
y los actos se producen, de manera cotidiana y exasperante, giros de 180
grados. En el primer año del actual sexenio, esta esquizofrenia
gubernamental pudo haberse interpretado como ineptitud y falta de experiencia.
Pero hoy, cuando el gobierno de Vicente Fox ha consumido la cuarta parte
de su tiempo, ni siquiera esa justificación viene a cuento. ¿De
qué se trata?