Tratan de usar el caso argentino para atemorizar
a otras naciones: economistas
Manipulan FMI y EU cifras económicas del Cono
Sur para impedir avances de opositores
La recesión en la zona, reflejo del colapso de
las políticas neoliberales
STELLA CALLONI CORRESPONSAL
Buenos Aires, 22 de junio. Los países del
Cono Sur definitivamente están sufriendo una crisis económica
que se expande a otras naciones, pero según economistas de la región,
entrevistados por La Jornada, el fenómeno está siendo
presentado de manera irreal y tramposa por países y organismos poderosos.
Los expertos consideran que esta tendencia es "una movida
del Fondo Monetario Internacional (FMI) y Washington" destinada a impedir
avances políticos de sectores no manejables en la zona, cuando todo
se tambalea y aparecen movimientos que desplazan a los partidos tradicionales
y surge una efervescencia social de nuevas características.
Sostienen que Brasil, por ejemplo, cuya moneda experimentó
la semana pasada pérdidas sin precedentes frente al dólar,
no está en la situación en la que dejaron los gobiernos a
Argentina a partir de 1990, cuando se produjeron las más escandalosas
privatizaciones de la subregión y se desmanteló una nación,
bajo los efectos de una propaganda de modernización primermundista.
El economista Claudio Lozano, de la Central de Trabajadores
Argentinos, quien también labora en fundaciones de análisis
locales y regionales, sostiene que luego de la destrucción de la
economía argentina el FMI "sigue jugando al gato y al ratón"
y trata de usar como "ejemplo" lo ocurrido en este país para atemorizar
a otros de América Latina.
Que el efecto tango no existe
"No
existe el efecto tango", agregó el economista, quien afirmó
que la recesión en todo el planeta afecta al conjunto de las economías
y pone en evidencia el fracaso del modelo económico.
Sostuvo que la situación en Argentina es una consecuencia
lógica de su historia reciente, que no se vivió en otras
naciones. Recordó que el ministro de Economía de la década
pasada, Domingo Cavallo, fue el alumno consentido del establishment
internacional, gracias a su política privatizadora y cambiaria,
desde el primer gobierno de Carlos Menem (1989-1995). Cuando Fernando de
la Rúa, de la Unión Cívica Radical(UCR) -partido centenario
en Argentina que compartía con el peronismo (Partido Justicialista)
la permanente disputa por el poder-, llegó a la presidencia en una
alianza que prometía combatir la corrupción, terminó
incluyendo en su gabinete a Cavallo. "La suerte estaba echada", comentó
Lozano.
Tras los "blindajes y megacanjes que siguieron, teñidos
siempre por la corrupción que había alcanzado hitos insospechados,
el país fue dejado a la deriva y comenzó el chantaje externo",
añadió. Durante 2001 cada día los argentinos se despertaban
amenazados por las cifras del supuesto "riesgo-país, calificación
que sonaba como advertencia del terror económico para millones de
desocupados y subocupados, después de que se destruyera la industria
nacional y todo indicio de producción". Por supuesto, considera
Lozano, si las calificadoras del sistema ubican a un país en estado
de riesgo permanente esto provoca, inevitablemente, despidos y desintegración.
Esto fue lo que derivó luego, entre otras medidas,
en el corralito bancario, que confiscó millones de depósitos
de ahorristas, salarios e indemnizaciones.
Por su parte, el analista argentino José María
Pasquini Durán señala que "con los ingredientes de la coyuntura
lo que está pasando en la zona tiene una raíz común
y es el colpaso de la políticas llamadas neoliberales que marcaron
décadas recientes. Las libres flotaciones y las devaluaciones han
sido nocivas, como la dolarización que pregona Menem, según
se puede ver en Ecuador, y las privatizaciones a mansalva ya no logran
los consensos sociales que tuvieron a principios de los años 90".
Señaló que el desempleo y el hambre son
los denominadores comunes en las preocupaciones más urgentes de
las mayorías populares de sudamérica, y sobre ese trasfondo
van y vienen las turbulencias económico-financieras. Y expresan,
además, la incapacidad de las políticas de la Casa Blanca
para la región, empapadas por la doctrina militarista del antiterrorismo,
que evoluciona con rapidez hacia la llamada contrainsurgencia de los años
70.
Ya no interesa a nadie el riesgo-país
"En realidad -agregó el analista- el riesgo-país
ya no interesa a nadie, pero crea numerosas suspicacias; tanto, como las
decisiones del presidente de Uruguay, Jorge Batlle, quien desde el principio
parecía decidido a acabar con el Mercado Común del Sur (Mercosur)
e ir directamente hacia la propuesta del Area de Libre Comercio de las
Américas de Washington."
Agregó que "el tinglado resulta así sospechoso
por todos lados". La actitud del FMI hacia Argentina ha servido también
para ponerlo en evidencia ante el resto de los países. Durante años
ayudó con millones de dólares al gobierno de Carlos Menem,
considerado el más corrupto de la historia nacional.
Ahora Menem recibe un "escrache" (denuncia pública)
en cada lugar donde aparece.
Pasquini Durán advierte que desde la óptica
de la Casa Blanca "el avance de las posiciones electorales en Brasil y
Uruguay, de corrientes opuestas a los gobiernos conservadores de estos
años, está siendo condicionado desde ahora para disminuir
las capacidades de autodeterminación económica y política
que podrían tener esos gobernantes a partir de 2003".
También se refiere a la molestia que implica el
Mercosur para "los intereses que perciben a la región como un mercado
único para los productos latinoamericanos, ya sea mediante el Area
de Libre Comercio de las Américas o el Tratado de Libre Comercio
"ampliado".
El juego de estos días indica que "los poderes
conservadores no parecen dispuestos a aceptar la desobediencia popular
que pide más Estado y menos mercado".
Así están las cosas en el sur, donde anoche
el hombre preferido de Washington en Argentina, el presidente del Banco
Central, Mario Blejer, acaba de renunciar después de haberse comprometido
a permanecer hasta que se firmara el acuerdo con el FMI, que nunca llega.
Estados Unidos ya sabe también que su "caballo de Troya" dentro
del Mercosur, como lo fue Carlos Menem, no puede regresar al tablero político
y debe dar pasos fuertes para tratar de destruir todo, antes que la efervescencia
popular que sucede tanto en Argentina como en Bolivia, Paraguay y Uruguay
vaya demasiado lejos como para poder inventar un plan de contención.