Contra lo que afirma, el panista recibió entonces extensiones con valor superior a 14 mdd
Evidencias catastrales prueban que Fernández de Cevallos adquirió terrenos en Acapulco en 1993
Se le concedió el privilegio de no pagar el impuesto por la adquisición de esas propiedades
JESUS RAMIREZ CUEVAS
El senador Diego Fernández de Cevallos afirmó en días recientes que los terrenos de su propiedad ubicados en Punta Diamante, en la costa de Acapulco, los adquirió antes del sexenio del presidente Carlos Salinas. Sin embargo, hay evidencias que desmienten su afirmación: el 29 de marzo de 1993, el notario público número 15 de Acapulco registró las escrituras de dos lotes en Punta Diamante que presumiblemente pertenecían a Carlos Antonio García López y pasaron a ser propiedad del abogado y hoy senador panista. En esa fecha era presidente Carlos Salinas.
Pero no fue hasta el último día del gobierno de José Francisco Ruiz Massieu, el 22 de noviembre de 1995, cuando se asentó en el Registro Público de la Propiedad (folios 111 mil 735 y 111 mil 736) que la Promotora Turística de Guerrero (Protur) pactó con Fernández de Cevallos la "dación de pago por indemnización" de las casi siete hectáreas y media. Ambos predios tenían entonces un valor catastral de más de 14 millones 555 mil dólares.
Un dato curioso de esta operación es que Antonio García López (quien es socio de Fernández de Cevallos en varios negocios, entre ellos la funeraria García López, donde fue velado el narcotraficante Amado Carrillo Fuentes, El señor de los cielos) no tiene ninguna propiedad registrada en Acapulco. Aquí surge una duda: si García López no tenía propiedades en la zona, entonces de quién eran los terrenos que le cedió a su socio. Además, al ahora senador panista se le concedió el privilegio de no pagar el impuesto por adquisición de bienes inmuebles.
Los terrenos están ubicados en el área de Playa Diamante, dentro de Acapulco Diamante, el desarrollo económico impulsado por el extinto gobernador guerrerense Ruiz Massieu. El metro cuadrado se cotiza allí entre 200 y 250 dólares por estar retirado del mar. Una de las propiedades de Fernández de Cevallos mide cinco hectáreas y media y tiene un valor catastral de 13 millones 554 mil 500 dólares. La otra, de dos hectáreas, está valuada en 500 mil dólares.
Hay que recordar que cuando el ayuntamiento de Acapulco publicó en junio de 1997 que Fernández de Cevallos le adeudaba más de un millón de pesos por concepto del pago del impuesto predial por dichos terrenos, éste contratacó acusando al entonces presidente Ernesto Zedillo de tener una deuda similar por una propiedad en Punta Diamante. En una entrevista televisiva, el entonces mandatario desmintió que tuviera un terreno en dicha zona exclusiva: "sólo con dinero mal habido, con dinero robado, hubiese yo podido adquirir en algún momento de mi vida una propiedad ahí".
En ese entonces, Rosario Guerra, secretaria de Finanzas del CEN del PRI, admitió públicamente "lo que se había ocultado" dentro del gobierno: que Fernández de Cevallos recibió dos terrenos en Punta Diamante a cambio de una alianza con el presidente Salinas para asegurar el triunfo del PRI en una elección en la que se quemaron las urnas en las que las boletas no eran favorables a ese partido.
Según Guerra (citada por El Financiero, 20 de marzo de 1997), esto ocurrió durante el gobierno de José Francisco Ruiz Massieu. El asunto en cuestión fue la elección de 1990 en Guerrero, cuando el PRD ganó en el puerto de Acapulco, pero el triunfo oficial correspondió al PRI luego de un fraude avalado por Fernández de Cevallos.
De acuerdo con esta versión, el presidente Salinas de Gortari le habría dado a Fernández de Cevallos esos terrenos, en el mejor desarrollo turístico de Acapulco, como pago por avalar esta maniobra electoral a favor del tricolor,. Sólo así se entendería que su socio, García López -que no tenía propiedades registradas en el puerto- le haya cedido esos terrenos como "indemnización".
Sobre el origen de esas extensiones, el senador panista declaró a La Jornada el pasado 28 de junio que los adquirió muchos años antes de que Carlos Salinas de Gortari fuera, "aunque haya gente que diga que me regaló esos terrenos. Mi conducta profesional la tiene que dictar mi conciencia y la ley, no la mediocridad de quienes me acusan".