Nombran nuevo ministro de Seguridad en Buenos
Aires
Se comprueba que hubo tortura contra piqueteros
detenidos el pasado miércoles
STELLA CALLONI/I CORRESPONSAL
Buenos Aires, 30 de junio. En el contexto de una
severa crisis política derivada de la brutal represión policial
del pasado 26 de junio, el gobernador de la Provincia de Buenos Aires,
Felipe Solá, nombró como nuevo ministro de Seguridad y Justicia
de ese estado al actual vicejefe del gabinete nacional, Juan Pablo Cafiero,
en remplazo del renunciante Luis Genoud.
Esto indica que el gobierno decidió, al menos en
estos momentos, buscar una personalidad negociadora, ya que Cafiero enfrentó
a sus propios compañeros de gabiente durante el renunciado gobierno
de Fernando de la Rúa (1999-2001), cuando era secretario de Desarrollo
Social, para ir a dialogar con los piqueteros (desocupados) de Salta
en los dramáticos momentos que se vivieron en esa provincia ante
una brutal represión de Gendarmería y policía local.
Esta noche Cafiero dijo que no se debe criminalizar la protesta social.
En estas horas las investigaciones y testimonios llevan
los pasos de la justicia hasta la Prefectura Marítima, que junto
a la Policía Bonaerense, la Federal y la Gendarmería participaron
en la brutal acción contra los piqueteros en el llamado miércoles
negro, que culminó con el asesinato de dos jóvenes: Darío
Santillán y Maximiliano Kosteki.
La represión dejó además unos 90
heridos -algunos graves- y más de 170 detenidos, que como ahora
se conoce, fueron maltratados durante su detención. Las denuncias
periodísticas primeras (como las de Página 12), las
fotografías tomadas por reporteros gráficos y los videos
de varios infomativos, así como los testimonios directos, terminaron
mostrando la responsabilidad de la policía bonaerense en los asesinatos
y en la represión armada como un escenario con finalidades que deberán
aclararse aún, como también se reclama conocer de quiénes
recibieron la orden. Las secuencias fotográficas muestran también
a algunos hombres de Prefectura disparando contra los manifestantes y dan
cuenta de su presencia en la estación de Trenes de Avellaneda, donde
sucedieron los hechos más graves.
La cúpula de la policía bonaerense renunció
después de conocerse la verdad, y ahora se verá qué
sucede con las otras fuerzas que intervinieron. En todo caso, ya se ha
comprobado que mintieron al informar a las autoridades sobre los hechos.
Durante el gobierno de Carlos Menem (1989-1999) se decidió la unificación
de la Prefectura y la Gendarmería a la seguridad interior, sacando
ambas instituciones de sus tareas primarias, la defensa de las aguas territoriales
y fronteras.
El secretario de Seguridad Nacional, Juan José
Alvarez, quien en las primeras horas repitió la versión de
los jefes policiales luego responsables de las muertes, confirmó
hoy que se investiga a la prefectura, cuyo jefe José Beltritti sostuvo
que sus hombres no hicieron nada. Sin embargo, Leonardo Escobar, uno de
los jóvenes heridos en una pierna, también militante del
Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD) de la Coordinadora Aníbal
Verón, confirmó que los hombres de la Prefectura dispararon
conjuntamente con la policía.
Antes de estos hechos se desarrolló una acción
sicológica armada por servicios de inteligencia y periodistas, surgidos
en escena en tiempos de Menem, tratando de equiparar los cortes de ruta
o calles con posibles desbordes incontrolables o de lucha armada. Varios
funcionarios gubernamentales contribuyeron a crear el clima, que precedió
a la operación de muerte desarrollada en Avellaneda. Además,
se revela ahora que muchos de los detenidos fueron torturados y que las
comisarías se convirtieron en un "campo de concentración
nazi", como lo relata el diputado Alfredo Villalba, del Frente para el
Cambio, al que pertenece la diputada Alicia Castro.
Villalba dijo que cuando llegó el miércoles
a la comisaría de Avellaneda en las primeras horas de la tarde,
la policía había hacinado a 160 piqueteros, de los
cuales 52 eran mujeres, siete de ellas embarazadas y 43 menores de edad,
muchos de ellos heridos, que denunciaron torturas y malos tratos. Ya hay
cuatro policías detenidos, entre ellos el comisario Alfredo Franchiotti,
y otros despedidos. Una línea de investigación también
se dirige a los grupos civiles que se hicieron pasar por piqueteros
y encapuchados, que no sólo armaron la provocación, sino
que serían responsables de muchos de los daños contra locales
y vehículos particulares para endilgárselo a los manifestantes,
como por otra parte, ya se ha hecho en otros actos.
Varios de estos supuestos desocupados fueron fotografiados
en momentos en que ayudaban en las detenciones, disparando o participando
en las golpizas. Pero, ¿quiénes dieron las órdenes
por parte del gobierno? Es la pregunta y la sospecha de que más
allá de una conspiración de la feroz interna peronista también
se juegan diseños de política de seguridad, dentro del esquema
armado en estos tiempos por Washington y que para ello necesitaban un escenario
como el que se dio en Avellaneda.
No pudo concretarse, tanto por la denuncia de algunos
medios, y de los reporteros gráficos, entre ellos Pepe Mateos, Mariano
Espinosa y Sergio Kowalewsky, quien dio uno de los testimonios más
fuertes sobre el involucramiento policial en los crímenes. El presidente
Eduardo Duhalde aparecía así entre dos fuegos: los que proponían
y proponen la mano dura para terminar la protesta pública
y otros funacionarios que se inclinan por el diálogo o un tipo de
disuación más "civilizada".
Los partidarios de la mano dura cuentan en sus
filas al propio canciller Carlos Ruckauf, quien no vaciló en reivindicar
ante militares ser el firmante del decreto que en 1975 autorizó
a las fuerzas armadas a involucrarse en la represión interna, para
"aniquilar a la subversión", que se usó a pie juntilla durante
la pasada dictadura militar. Y añadió que no vacilaría
en hacerlo de nuevo.