Cintio Vitier
El rayo de luz de Martí
uchas veces he dicho que mi revelación de la poesía, por lo menos de la poesía escrita, se la debí a la Segunda antolojía poética de Juan Ramón Jiménez, cuya estancia en Cuba desde finales del 36 hasta principios del 39 fue tan importante para la poesía cubana en general. Después vinieron otras lecturas, muy disímiles y también esenciales, las de Lezama, Vallejo y Rimbaud, para mí cada vez más integradas en el rayo de luz de Martí. Veinte años después de la llegada de Juan Ramón a La Habana, en el homenaje que le dediqué en diciembre de 1956, escribí las siguientes palabras, de las que ahora quiero valerme para presentar esta supuesta ''antología" de mis versos hasta 1999. Se publicaron por primera vez en mi libro La luz del imposible (1957) y constituían el Final de aquel homenaje:
''No era fácil ni alegre abandonar aquellos paraísos, aquellos libros preciosos, exactos y fragantes, donde la vida cotidiana y la poesía eterna realizaban las nupcias más bellas de su historia. ƑY qué buscábamos afuera, en los extramuros de las transparentes 'eternidades'? ƑUna penetración más oscura y desgarrada, un deseo que rompía las esfinges, una absorta memoria inalcanzable, un no saber dónde se está, un oculto delirio clandestino, un espacio vacío que no se puede atravesar, un árbol deslumbrante goteando y destellando, un guijarro, una lámpara, un jinete: la interrogación entrecortada, y feliz, y amarga, y remota, de la vida? šQué sé yo! Era todo esto y más, y más.
''Queríamos entrar en otra dimensión, ajena a la polaridad de lo bello y lo feo, lo suficiente y lo excesivo, lo armonioso y lo desordenado, porque no vivíamos en un ámbito (historia grave, geografía resonante), donde la soledad, y sus hermosas compañías, tuviera sentido, sino en una isla (sacrificio, frustración) de intemperie cerrada, con el tesoro palpitando como un caos ardiente en lo seco y en lo húmedo, alumbrando en cada cosa un ídolo hueco para el hambre de posesión.
''Queríamos coger las cosas con las palabras, y las palabras se nos volvían cosas herméticas, inapresables. Queríamos decir nube y decíamos azotea, caballo, ira; queríamos hacer un poema despierto y nos salía un poema dormido; queríamos amanecer, y anochecíamos.
''Nuestra extrañeza no era de las sensaciones y su trasfondo metafísico, sino de más abajo, de las entrañas, de los huesos, de la raíz.
''Hoy que he vuelto a repasar sus libros, Juan Ramón Jiménez (y perdóneme si en estas páginas de testimonio, arrastrado por una íntima devoción, me he permitido tutearlo), qué nostalgia de aquel mundo que dejé, que tenía que dejar, como un pobre una joya prestada. Y sin embargo como veo que usted iba también, por su camino distinto y más alto que todos, a un concentrado frenesí abierto, a un delirio insaciable de posesión que le atormenta la palabra, tan lejos ya de sus predios deleitosos. América y el sufrimiento hicieron de usted otro poeta, ejemplo áureo de vitalidad creadora, continuador diferente de su único destino. Y ahora veo que su semilla cierta en nosotros fue la sed, el deseo, la ambición de una fama del ser que está siempre, despedazada y fiera, en los límites del idioma, a las puertas de la huraña, gloriosa e indecible Realidad.''
Antología de mis versos es el primer volumen de su tipo realizado por Vitier para los lectores mexicanos. Desde hace una semana comenzó su distribución, bajo el sello de Océano