lunes 15 de julio de
2002 |
Editorial Las repercusiones de Atenco |
Miembros de la Unión Campesina
Emiliano Zapata Vive partirán hoy a San Salvador Atenco
para solidarizarse con los ejidatarios de esa localidad,
y en el zócalo de Puebla varias organizaciones
manifestarán públicamente su apoyo a los labriegos
asediados por los gobiernos federal y el del estado de
México. Los hechos violentos de Atenco deben provocar una reflexión profunda en el gobierno poblano que propone en la región de Tepeaca un proyecto gubernamental basado en el mismo criterio que el del pretendido aeropuerto internacional: despojar de sus tierras a los campesinos para utilizarlas como reserva de una expansión urbana de desarrollo tradicional. La oposición que han generado el Proyecto Milenium y el Plan Puebla Panamá entre los agricultores de Tepeaca es justificada: los campesinos saben que no se trata únicamente de vender sus propiedades, sino que perderlas será también perder su forma de vida y dejar sin futuro a sus descendientes. Además, han alertado sobre la seria probabilidad de que los proyectos sugeridos por las autoridades no tomarán en cuenta los criterios del desarrollo sustentable, por lo que tarde o temprano sus efectos nocivos -especialmente en lo concerniente a la explotación y contaminación de los recursos naturales- se extenderá a toda la población, y difícilmente podrán revertirse. Para evitar en Puebla un conflicto como el de Atenco es imprescindible que el gobierno se abra a un diálogo franco, abierto y transparente con los campesinos de Tepeaca; escuche y comprenda sus argumentos, pero sobre todo considere seriamente las alternativas de desarrollo que ése y otros sectores de la población le proponen. |