ATENCO: EL CONFLICTO
Los campesinos mexiquenses abrieron al tránsito la carretera Texcoco-Lechería
Fueron entregadas las personas retenidas, la PFP se
retiró y el pueblo vuelve a la normalidad
Posible diálogo con Gobernación mañana, en la Universidad
Autónoma Chapingo
JAVIER SALINAS Y RENE RAMON ALVARADO; ROBERTO GARDUÑO
CORRESPONSALES Y ENVIADO
San Salvador Atenco, Mex., 15 de julio. El pueblo
retornó con lentitud a sus quehaceres habituales. Los ejidatarios
presos volvieron a sus casas; los funcionarios, policías y seudoperiodistas
retenidos desde el jueves fueron devueltos a las autoridades; la Policía
Federal Preventiva (PFP) recibió la orden de retirarse de los sitios
donde ejercían presión sobre la comunidad, y los campesinos
abrieron la carretera Texcoco-Lechería.
Al advenimiento de señales de distensión
del conflicto propiciado por el decreto presidencial expropiatorio del
22 de octubre de 2001, y la negativa reiterada por vender la tierra de
cultivo de cientos de familias campesinas, se añadieron sucesos
que desamarraron el nudo en San Salvador Atenco, al grado que los ejidatarios
consideran viable iniciar el diálogo con la Secretaría de
Gobernación, el miércoles próximo en el campus de
la Universidad Autónoma Chapingo.
La liberación de los campesinos presos en el penal
de Chiconautla, a la media noche del domingo, dio un giro al conflicto
que ayer se destrabó con la apertura de la carretera Texcoco-Lechería.
En la víspera, durante la tarde dominical, las organizaciones civiles
y los estudiantes de la UNAM que asistieron al pueblo para formar los cinturones
de paz establecieron medidas de acción con objeto de presionar al
gobierno federal para que diera muestras de voluntad en vías de
una solución. Acordaron participar en una marcha, la tarde de hoy,
del Angel de la Independencia a Gobernación y reforzar los retenes
de acceso a la comunidad.
Apoyo de miembros de la UNAM
De
los asistentes al acto de apoyo sobresalieron los profesores y alumnos
de la UNAM, quienes se unieron a la organización establecida por
los campesinos. Llegaron Guadalupe Carrasco, Mario Benítez y decenas
de estudiantes que al conocer, horas después, la liberación
de los ejidatarios comenzaron a retirarse de pueblo.
A la medianoche del domingo la suerte del conflicto estaba
echada. Los nueve liberados de Chiconautla fueron recibidos por más
de dos mil personas que se congregaron en la plaza de la comunidad. Mujeres
y hombres gritaban sin cesar, chocaban sus machetes, se abrazaban y lloraban
en los hombros de los que regresaron.
No obstante, el ánimo se desvanecía porque
hasta esa hora los dos líderes del movimiento, Ignacio del Valle
y Adán Espinosa, no habían recibido el mismo trato. Una hora
más tarde, la comunidad -que no se movía de la plaza- se
desbordó al unísono: ''¡Sí se pudo, sí
se pudo!'', porque Ignacio y Adán aparecieron en medio de la concentración.
El recibimiento fue de héroes.
Desde entonces, la distensión del conflicto fue
evidente. Casi dos horas después, en punto de las 2:45 horas de
la madrugada del lunes, salieron del auditorio municipal los 15 funcionarios,
seudo-periodistas y policías retenidos desde el pasado jueves. El
grupo, encabezado por el subprocurador de Justicia de Texcoco, Andrés
Mendiola, y el jefe de Averiguaciones Previas de la citada dependencia,
Guillermo Fragoso, se trasladó al frente del palacio municipal del
poblado.
A bordo de una camioneta panel para traslado de internos
de reclusorios -que fue decomisada por ejidatarios en el cierre
de la carretera Texcoco-Lechería- los rehenes fueron llevados hasta
el primer retén, ubicado en el paraje La Pastoría, donde
fueron recibidos por mandos medios de la Policía Judicial del estado.
A los funcionarios de la Procuraduría estatal sus
familias les dieron una cálida bienvenida. Acudieron madres, hijos,
esposas, amigos y compañeros de trabajo que lloraron y se estrecharon
en abrazos.
Los lesionados
El intercambio de presos y retenidos fue el epílogo
de una larga espera. No obstante, entre los ejidatarios de Atenco persistía
la preocupación porque de los campesinos que se encuentran lesionados
en el hospital del IMSS en Lomas Verdes no se sabía mayor cosa.
Se anunció que José Enrique Espinoza Suárez
se encontraba en situación grave en terapia intensiva del nosocomio.
''Tiene un aparato que es un respirador, por lo que no lo podemos mover
de ahí, ya que podría morir; es conveniente que se quede.
Aún no se puede declarar que esté fuera de peligro.''
Abel Galicia, médico de la comunidad lesionado
durante el zafarrancho del jueves pasado, está recién operado
de una fractura en el brazo. ''El húmero; se recomienda que se quede
debido a que está recibiendo medicamentos intravenosos; fue una
operación delicada. Decidió quedarse al saber que estaba
libre'', informó un ejidatario integrante de la comisión
de visita a los lesionados.
Abraham Valentín González, El Zapata,
''ya está dado de alta, sólo que se quiso quedar para recibir
otras curaciones extras para salir mejor; está muy contento. Quiere
la extracción de una muela''.
Tras saberse que el estado de salud de sus compañeros
era delicado y necesitaban permanecer en el hospital, los ejidatarios decidieron
liberar a cuatro policías de una empresa privada de seguridad, retenidos
en Acuexcomac. David Pájaro, vocero del movimiento, anunció
el hecho: ''De acuerdo con nuestro reloj y el de nuestra capilla central,
son las nueve de la mañana en punto de hoy, 15 de julio de 2002
de la hora del señor; nosotros hacemos patente ante los medios de
comunicación, que no exhibimos, sino presentamos a cabalidad a los
cuatro policías que teníamos hospedados en la comunidad
de Acuexcomac. A los detenidos les ofrecimos una disculpa, porque fueron
víctimas de las circunstancias''.
Y los campesinos solicitaron que los retenidos explicaran
el trato que se les dio. Horacio Santibáñez fue el primero:
''Trabajo en la empresa de seguridad privada Intercept; no tengo nada que
decir respecto al trato que nos dieron donde nos tenían detenidos.
Siempre nos trataron bien, nos dieron oportunidad de comunicarnos, nos
alimentaron y no hay nada más que decir.''
Jorge Bonilla Cruz, Isaac Astudillo y José Manuel
Velázquez coincidieron en el buen trato que recibieron; incluso
se solidarizaron con el movimiento de los ejidatarios: ''Lo que ellos están
peleando es justo, por sus tierras; sigan adelante, señores; es
todo... se les agradecen las atenciones a las comunidades aquí presentes
y como dicen aquí, ¡viva Zapata!''
Eso dio pie a un grito largo de los campesinos. Mujeres
y campesinos aplaudieron y manifestaron: ''¡Ese apoyo sí se
ve, ese apoyo sí se ve!''
''San Salvador de Del Valle y Espinosa''
Faltaba a los ejidatarios completar la respuesta que les
demandaron las autoridades con la apertura de la carretera Texcoco-Lechería.
Pero mientras eso ocurría, David Pájaro bromeó con
los asistentes a la plaza del poblado: ''Desde ayer, compañeros,
el pueblo de San Salvador Atenco tiene otro nombre: ahora es San Salvador
Atenco de Del Valle y Espinosa; así se llamará''.
En el resto de la comunidad las actividades de la población
regresaron a la rutina del campo y el comercio. Estaba pendiente resolver
el caso de los retenes instalados en la carretera. Y fue Ignacio del Valle
quien resolvió el problema. De regreso del penal de Molino de Flores,
donde se enteró que pesan sobre él dos autos de formal prisión
''leves'' por los delitos de privación ilegal de la libertad y robo
de vehículo, informó que a las 16:45 ya se había reabierto
un carril de la carretera Texcoco-Lechería, con dirección
a Ecatepec.
Mientras se anunciaba la apertura parcial de la carretera,
que en el trascurso de la tarde se completaría, el subsecretario
de Gobernación, Ramón Martín Huerta, informaba que
Santiago Creel había ordenado el retiro total de la Policía
Federal Preventiva de las inmediaciones de San Salvador Atenco.
Los ejidatarios, cansados y afectados por el estrés
acumulado en cuatro días de presión, estallaron en gritos
de euforia y Nacho del Valle dijo a los medios de comunicación
que la apertura de la arteria vehicular se daría en las horas subsecuentes
''sin ningún problema''. Y así fue.