Recuerdan a Díaz Ordaz con exhorto a vándalos a deponer
"su deseo de revancha"
Los hechos del 2 de octubre, reacción a la insolencia
del Consejo Nacional de Huelga: Carlos Aguilar
El orador en el Panteón Jardín explica que el Ejército
actuó "cuando las pasiones se desbordaron"
Mutismo del ex jefe del Estado Mayor presidencial Luis Gutiérrez
Oropeza
JESUS ARANDA
Lo sucedido el 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las
Tres Culturas fue "simple y lastimosamente" una reacción a la posición
"temeraria e irreflexiva" en que se situó el Consejo Nacional de
Huelga. Las fuerzas armadas respondieron al llamado de su comandante supremo
"sólo cuando las pasiones se desbordaron", de manera que el Ejército
"cumplió la ingrata tarea que debió haber sido resuelta por
la sociedad en su conjunto".
Ante los hijos y familiares del ex presidente Gustavo
Díaz Ordaz, ex colaboradores y funcionarios en activo, Carlos Aguilar
Rodríguez, orador oficial del acto conmemorativo por el 23 aniversario
de la muerte del ex mandatario, cuestionó a quienes cada año
"utilizan el vandalismo" para recordar esos acontecimientos y los instó
a que "tengan memoria, recuerden los excesos en que incurrieron y razonen
una de las leyes universales: la ley de la causa y el efecto".
Pese a que al término del acto, Gustavo Díaz
Ordaz Borja dijo en entrevista que "ni avalamos ni dejamos de avalar" lo
que había dicho sobre su padre el orador oficial -quien se presentó
sólo como admirador de la obra de quien gobernó México
de 1964 a 1970-, lo cierto es que pronunciado el discurso el nutrido aplauso
de los asistentes fue elocuente.
El
general de brigada, Luis Gutiérrez Oropeza (jefe del Estado Mayor
Presidencial en 1968, señalado por las víctimas de la matanza
del 2 de octubre entre los principales autores de ese hecho) se negó
a dialogar con los reporteros presentes.
¿Usted asistirá a declarar a la fiscalía
para desaparecidos?, ¿ya lo citaron a comparecer?, ¿no es
momento de limpiar su imagen y que diga quién le ordenó actuar
en Tlatelolco?, ¿hay algo que no se deba conocer aún? y ¿es
preferible callar?, fueron algunas de las preguntas que quedaron en el
aire y que el militar vestido de civil evitó sin pronunciar palabra.
Tras la ceremonia -y después de montar una guardia
de honor ante la tumba de Díaz Ordaz con los hijos del ex presidente;
el subsecretario de Comunicación Social de la Secretaría
de Gobernación, José Luis Durán, y el gobernador de
Puebla, Melquiades Morales-, Gutiérrez Oropeza se dirigió
lentamente hacia su vehículo, escoltado por jóvenes vestidos
de traje, quienes lo sostenían y le enseñaban el camino.
Acerca de las pesquisas que desarrolla la Procuraduría
General de la República sobre los acontecimientos de 1968, el gobernador
de Puebla expresó que no es bueno desenterrar a los muertos "para
complicarnos más la existencia y tener mayores dificultades en un
momento en que requerimos unidad en el país".
Indicó que en su momento Díaz Ordaz asumió
su responsabilidad y, "como abogado y como miembro del partido (PRI)",
consideró que en lugar de citar a declarar al ex presidente Luis
Echeverría como indiciado y de "ventilar ese asunto como se viene
haciendo", lo que procede es conciliar y buscar la unidad y la armonía
de los mexicanos.
En la ceremonia, que se desarrolló en el Panteón
Jardín, sólo destacaba un arreglo floral, el que envió
el gobernador de Veracruz, Miguel Alemán. Entre los ex colaboradores
y familiares de Díaz Ordaz destacaba la presencia del subsecretario,
ex alcalde panista de Naucalpan, cuya incomodidad por estar en el acto
era evidente.
Durante su intervención, Carlos Aguilar Rodríguez
expresó que "se ha vuelto rutina que cada 2 de octubre aparezcan
en escena los nostálgicos del 68". Hablan de intolerancia, represión,
matanza de estudiantes, "inclusive de genocidio", pero ellos no parten
de un hecho, dijo. "Lo acontecido esa tarde fue resultado de las diversas
acciones, muchas de ellas insolentes, por parte del Consejo Nacional de
Huelga y sus seguidores, que creyeron, por su poder de convocatoria y porque
la capital del país era centro de la atención mundial por
la celebración próxima de las Olimpiadas, que podían
doblegar al gobierno a cumplir con su pliego petitorio, con banderas ideológicas
y políticas".
Mientras la mayoría de los asistentes asentía
con la cabeza, el orador soltaba: "La pretensión absurda e inadmisible
de un diálogo público con el presidente (Díaz Ordaz)
en el Zócalo de la ciudad de México, las protestas, muchas
llenas de encono y violencia, transgredieron el artículo 9 de la
Constitución" -sobre el derecho de asociarse o reunirse-, sostuvo.
Mientras que "los llamados del presidente a mantener la tranquilidad fueron
menospreciados".
El respaldo a la versión oficial de los hechos
fue más allá: "Dicen que hubo cientos de estudiantes muertos
durante esos acontecimientos. ¿Por qué no se hizo ni se han
hecho públicos los nombres, fotografías, grados que estudiaban
en sus respectivas facultades y quiénes eran sus padres?" Exhortó
a que aquellos a los que calificó de vándalos "dejen su deseo
de revancha".
Gustavo Díaz Ordaz Borja se negó a hablar
acerca de las investigaciones sobre el 2 de octubre y la participación
de su padre. La lluvia de preguntas sobre el tema chocaba con una respuesta:
"No tengo comentario". Y cuando se le cuestionó sobre el discurso
oficial del acto, señaló: "Un discurso no mejora la imagen,
lo que él asumió, lo que hizo lo hizo, y él murió
hace 23 años".