Eduardo Galeano
El cortejo
A los muertos se les da por quedarse.
En Haití, donde hay mucha gente y poco sitio, una
antigua costumbre manda que el cortejo de los dolientes no lleve el ataúd
en línea recta al cementerio. Para que el muerto no se haga el vivo,
el cortejo da muchas vueltas, por aquí, por allá, y así
despista al difunto, que no podrá encontrar el camino de regreso
a casa.