Rodeado por decenas de personas,
quienes el sábado pasado abarrotaron el salón
Paraninfo, ubicado en el edificio Carolino, así como
Judith García viuda de Arriaga, hijos y nietos de
Arriaga Navarro, el líder moral del Partido de la
Revolución Democrática, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano,
el ex líder del movimiento de 1968, el general Francisco
Gallardo Rodríguez, y el rector Enrique Doger, Pablo Gómez
sostuvo que dicho homicidio continúa siendo una "terrible
afrenta" para el país, y es uno de los "crímenes
más odiosos", porque han pasado 30 años de
impunidad para los responsables.
Conciso y en tono reflexivo, el también ex líder del
movimiento de 1968 hizo una apología de Joel Arriaga, y
puso el dedo en la llaga: "(El asesinato de Arriaga)
no se trata de un hecho histórico que haya que
estudiarse como a la Revolución Mexicana; es algo que
nos alcanza, porque los criminales están vivos, ahí, en
la impunidad, protegidos por el poder, gracias a una
justicia inexistente. Tenemos que seguir luchando por
exigir justicia; no se trata sólo de exigir satisfacción
de los deudos y amigos de Joel, sino de ser consecuentes
con la bandera, programa y objetivos por los que murió.
Joel murió por la causa de nosotros, y nosotros queremos
seguir siendo parte de la causa de Joel", indicó. El
aniversario
"A lo largo de estas tres décadas, la batalla ha
sido porque la memoria permanezca sobre el olvido, porque
el olvido es la verdadera muerte". Así comenzó la
conmemoración por el trigésimo aniversario luctuoso de
Joel Arriaga Navarro, realizada en el salón Paraninfo,
el mismo lugar en donde 30 años atrás salió el ataúd
con el cuerpo del ex dirigente universitario rumbo al
panteón Jardín.
"Este lugar me causa mucha impresión; no lo había
vuelto a pisar desde aquella vez que velamos a Joel
Arriaga", señaló Judith García, con la voz
entrecortada y los ojos llorosos. "El mismo día que
lo iban a matar se encontró a un compañero, Donato Marín,
quien le pedía 'cuídate Joel, no te vaya a pasar algoÕ;
en ese momento, Joel le dijo que lo peor que le podía
pasar era que lo enterraran en el panteón Francés. 'Yo
quiero que me entierren en el (panteón) JardínÕ, nos
decía, y así fue", agregó.
Pausada y tratando de controlar el llanto, la vuida de
Joel Arriaga lo mismo expuso su indignación por la
impunidad que ha habido para los asesinos materiales e
intelectuales de su esposo como su exigencia por que el
crimen se esclarezca. "La muerte de Joel Arriaga, al
igual que muchos luchadores sociales en México, es una
forma de reacción de aquellos que detentan el poder político
y económico cuando ven amenazados sus intereses. A 30 años
de su muerte, hemos constatado el imperio de la impunidad
que priva en el país... no se trató de un asesinato común,
sino que fue sacrificado porque luchaba por una sociedad
más justa, por llevar a la práctica el apoyo a los
oprimidos", dijo.
Sin embargo, García, en afán crítico, también lanzó
un compromiso para el público asistente, conformado por
integrantes de la izquierda poblana, funcionarios
universitarios, amigos de Joel Arriaga, familiares,
periodistas y pseudoperiodistas. "Llamo a que este
homenaje no sólo sea un escaparate de retórica de
condolencias, sino que se transforme en un punto de
partida para que todos los presentes tengamos el
compromiso de exigir el esclarecimiento y castigo de los
autores materiales e intelectuales".
Luego vino Pablo Gómez. Joel Arriga, apuntó, fue uno de
los impulsores de la reforma universitaria de Puebla,
caracterizada por ser uno de los conflictos más difíciles
del país, debido a sus altos grados de confrontación,
violencia y la "actitud agresiva de las fuerzas de
la derecha y del gobierno (estatal)". Continuó:
"Esa generación creada en la Universidad Autónoma
de Puebla es lo que llamo la vanguardia estudiantil de
los años 60; en nuestro país en esa época se creó una
corriente, de la que Joel Arriaga fue uno de sus
exponentes, que conformó un programa de transformaciones
de la educación en el marco de un programa de cambios
democráticos y políticas del país. Esa vanguardia fue
la que hizo el movimiento del 68".
Las intervenciones continuaron. El turno llegó para
Cuauhtémoc Cárdenas, quien convocó al auditorio a
"alzar las voces y demandar justicia" para
esclarecer no sólo el asesinato de Joel Arriaga Navarro
sino la matanza del 2 de Octubre de 1968, el 10 de junio
de 1971, la "guerra sucia" de los años 70 y 80.
Agregó que el esclarecimiento de tales crímenes
permitirá liberar de responsabilidades a aquellas
instituciones a las que se finca o imputa los delitos.
"No se puede decir que todo el aparato del gobierno
del estado de Puebla sea el responsable del crimen de
Arriaga; los autoridades materiales e intelectuales
tienen nombres y apellidos; ellos son los directamente
responsables; esclarecer este crimen debería estar en el
interés principal y prioritario de las autoridades; esto
permitiría liberar de responsabilidades a instituciones.
Me parece de gran importancia para restablecer el estado
de Derecho en nuestro país que los crímenes puedan ser
aclarados".
A las críticas se sumó el rector Enrique Doger. "No
obstante el tiempo transcurrido y el desinterés que en
el pasado han mostrado las autoridades responsables de la
procuración de justicia para esclarecer su asesinato,
los universitarios mantenemos nuestra demanda de
justicia, convencidos de que la convivencia social no
puede sustentarse en la impunidad, ni el desarrollo
encontrará cauces al margen del estado de Derecho. El
asesinato de Joel Arriaga no fue un hecho aislado, sino
una expresión más de esa guerra sucia que azotó al país
en las décadas de los 60 y los 70, y que deberá
aclararse para que logremos avanzar hacia la reconciliación
nacional".
"Insistimos: el esclarecimiento de los
acontecimientos ocurridos en 1968 y 1971, y los sucesos
en nuestra ciudad en 1972 y 1973, que culminaron con los
asesinatos de Joel Arriaga, Alfonso Calderón Moreno y
Enrique Cabrera, son un reclamo irrenunciable para la
construcción de una nueva institucionalidad democrática".
La lista de oradores concluyó. Los aplausos inundaron el
salón y fueron opacados por la música de la
Internacional Socialista. Con los puños arriba, las
manos en alto y haciendo la "V" de la victoria,
la mayoría de los asistentes entonó las estrofas del
himno como una forma de recordatorio para Joel Arriaga
Navarro. Pero ese gesto también provocó la risa de
algunos funcionarios universitarios, como el secretario
general de la Universidad Autónoma de Puebla, Guillermo
Nares, quien trató de disimular su carcajada cuando dio
inicio el cántico.
El homenaje
Después del acto protocolario, los asistentes se
dirigieron al primer patio del edificio Carolino para
develar una placa en honor a Joel Arriaga, en donde más
de 20 organizaciones sociales reconocen su trabajo,
ejemplo y la lucha. Allí, unos cuantos familiares y
amigos del dirigente victimado tomaron la palabra para
exigir que las autoridades investiguen a fondo el
homicidio, recordar alguna anécdota o para explicar la
forma en que opera la lucha de los grupos sociales que
piden el castigo para los responsables de la "guerra
sucia", la matanza del 2 de octubre de 1968 y de
1971.
"Lo tratamos, nos enseñó, le enseñamos y compartió
nuestra lucha. Una vez, después de tanto platicar sobre
lo podíamos hacer para mejorar nuestra situación, me
dijo: tú lucha por el campo, mientras yo lucho por
edificios y educación", relató un campesino con
quien Joel Arriaga Navarro realizó diferentes
actividades y luchas por la defensa de los labriegos de
varias partes de la entidad.
Posteriormente, un grupo de personas se dirigió al panteón
Jardín para colocar una corona de flores y "visitar"
al dirigente universitario, "desaparecido político"
y preso en la cárcel de Lecumberri, por haber
participado en el movimiento de 1968. "El asesinato
más cobarde no ha podido investigarse, ejemplo de lucha
y acción, de compromiso y coraje. Si hoy descansa en
este lugar, nadie lo olvida, porque su recuerdo sigue
vivo", subrayó uno de los asistentes .
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