Armando Labra M.
Realidad y milagro. Aquimichú
Por los constantes traspiés y rectificaciones a lo largo de casi dos años, a nadie sorprende que tengamos un gobierno Aquimichú, que como la burrita de la película de Pedro Infante caminaba dos pasitos pa'delante, dos pasitos pa'trás. Después de medio siglo, la burrita sigue siendo simpática, como la canción. Después de menos de dos años, el gobierno no, aunque cantara... Pero ojalá el asunto fuera tan banal como un celuloide o las simpatías de burras o personas. Lejos de atraer simpatías o comprensión como en las películas, el síndrome Aquimichú trasladado a la realidad política y económica actual resulta alarmante, sobre todo por la magnitud de los problemas que no logra resolver y la de aquellos que no parece comprender siquiera. Como la burrita, comencemos de atrás pa'delante, con los problemas que, por lo visto, no se logran comprender. Es claro que desde 1929 no se daba el caso de que todas las grandes economías motoras se encuentren en recesión como ahora. Por el colapso de la Bolsa de Valores en Nueva York se podría decir que estamos en una situación demasiado parecida. Y es cierto, pero no hay que desmayarse.
Se han desmoronado dos pilares sustantivos del sistema estadunidense: por un lado, la confianza en la democracia electoral después del las recientes elecciones presidenciales, las más sucias que se recuerden, y por otro, la confianza en la corporación bursátil, al aflorar la corrupción, el fraude y el abuso sin límite de los ejecutivos de las más grandes y prestigiadas empresas de EU. Tal perspectiva tiene congelado nuestro Aquimichú, que ha apostado todo a la recuperación de la economía estadunidense, la cual ahora se ve más remota que muchas lomitas. Pero lo que no se ha logrado asimilar es que el sector exportador mexicano tiene un impacto muy reducido en la economía nacional y que si bien 65 por ciento de nuestro comercio exterior se da con EU, ello representa solamente 6 por ciento del empleo en México, de suerte que el resto, 94 por ciento, está vinculado al mercado interno y ajeno los vaivenes de la economía mundial. No se alcanza a comprender que las prioridades nacionales deben aplicarse a atender ese 94 por ciento, y no sólo por prurito democrático o salud social o porque ahí estén los votos, sino porque si no se atiende a la vasta mayoría de la población, que trabaja en la vasta mayoría de las empresas mexicanas y que configura la vasta mayoría de la realidad nacional, se estará gobernando en el éter, en un sueño virtual como ya sucede en demasiados flancos de la vida pública. Atenco lo demuestra sin más trámite. Más difícil de comprender resulta la necesidad de aprovechar la coyuntura internacional que mantiene ocupado a EU en sus guerras foráneas, su moral en quiebra y su economía empantanada, para avanzar en la recaptura de espacios perdidos en la negociación binacional. Sólo un botón de muestra: el año que viene entrará de lleno el TLC en el campo mexicano estando el gobierno de EU preparado para subsidiar a sus granjeros con 18 mil millones de dólares al año durante 10 años. ƑHemos preparado algo para evitar ser arrasados? ƑNo sería oportuno y eficaz tomar la iniciativa para establecer mecanismos de protección a nuestros campesinos, tal como los que establecen todos los países con quienes comerciamos? o Ƒqué, recibiremos, junto con Aquimichú, la puntilla, sin remedio, sin siquiera resollar o, lo que es peor, sin siquiera darnos cuenta?
Y bueno, respecto a los problemas que no se logran resolver, no alcanzaría el espacio que nos brinda La Jornada para hacer la cuenta, pero sí resulta necesario aquilatar cuál podría ser el potencial de Aquimichú para enfrentar al menos las 10 reformas que se ha planteado -o mejor dicho, que le han impuesto- lograr, y que son: educativa, energética, del federalismo, financiera, fiscal, presupuestaria, judicial, laboral, seguridad social y telecomunicaciones. Las que se conocen mejor es por los fracasos y necedades incurridos, como la fiscal y la energética. De las demás poco o nada se sabe. Pero a ver, suponiendo que se define el haz de reformas con claridad, y que son aceptadas con algarabía por los mexicanos, existen algunos problemillas en puerta, aparte de un Congreso dividido y adverso: una economía en declive carente de políticas industriales, comerciales, de inversión, de empleo, cuya recuperación sólo podrá darse merced a esfuerzos internos que no están siquiera enunciados. El horizonte político-electoral se anticipa hoy triste hacia 2003: grande abstencionismo y ninguna perspectiva de avance del PAN para remontar el equilibrio de fuerzas en las cámaras y, en consecuencia, posibilitar alguna de las reformas prometidas. Las economía y la política parecen confabularse para irritar a los mexicanos en el alma y en los bolsillos. Así las cosas, para Aquimichú existen sólo dos vías, la realista y la milagrosa. La realista es aprovechar la visita del Papa para gestionar que la Guadalupana nos arregle las cosas, y la milagrosa, que Aquimichú se ponga a trabajar en lo urgente y lo importante.
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