Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 29 de julio de 2002
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Política

Carlos Fazio

Los que están detrás

El discurso del poder es homogéneo. Los que mandan siempre representan la civilización, el progreso, la autoridad, la ley. También encarnan a "la democracia". Como son civilizados, progresistas y democráticos, ellos fijan las reglas de juego y sus administradores clasistas, con sus técnicos, sus burócratas y sus fuerzas del orden cuidan que la ley se cumpla y la civilización progrese. A menudo quienes no juegan el juego como ellos ordenan corren el riesgo de ser estigmatizados. Si el conflicto crece son criminalizados. Los rebeldes se transforman en bárbaros, arcaicos, fundamentalistas, delincuentes, subversivos. Además, como es sabido, y dado que los brutos y atrasados no entienden, siempre hay alguien que los manipula. Reaparece la vieja categoría de "los que están detrás"; las famosas "fuerzas extrañas". Para unos y otros la receta del régimen es recurrente: coptación o represión.

Los operadores del régimen confunden poder y autoridad. La autoridad es un vínculo relacional que lleva a las personas a consentir sin coerción o persuasión. La autoridad no puede ser impuesta. Sin embargo, con frecuencia la autoridad se entiende como dominación legítima por quienes tienen el poder social, político, económico, eclesial. La autoridad como dominación controla las mentes, los corazones, las instituciones. Funciona a través de una cadena de mando que va de arriba abajo. La autoridad como dominación es más eficaz cuando no se cuestiona el derecho a ejercer el poder y cuando se aceptan ciegamente las estructuras, aun sin comprenderlas.

En su ejercicio del poder, las elites parten de una construcción racial jerárquica. Usan categorías coloniales. Esas que hacen que no todos los seres humanos sean igualmente humanos. Los colonialistas internos se apoyan en un supuesto básico: la oposición maniquea entre civilización y barbarie, entre el bien y el mal. Entre los que ordenan y "los otros". La vieja contradicción opresores/oprimidos. La "nueva lengua" de George Orwell es una dimensión constitutiva del ejercicio del poder. Los que mandan utilizan un discurso que con facilidad construye "enemigos". Desde su privilegiado lugar definen quién es civilizado, demócrata o está fuera de la ley. Una de las consecuencias más perversas y devastadoras de la experiencia colonial es la interiorización por los dominados de la inferioridad en que los ubica el discurso dominante. Pero no es lo mismo experimentar el mundo desde un restaurante en Polanco que desde un ejido en Atenco. O morir en las Lomas que en Acteal.

El nuevo Estado interventor sigue siendo paternalista. Sólo que ahora actúa como Estado niñera de los poderosos. Aunque se disfrace con una retórica neoliberal o de "libre mercado", el nuevo Estado colonizado es esencialmente neomercantilista. Protege y subsidia al gran capital. Ese Estado paternalista hacia arriba subvenciona a los banqueros, a los empresarios. A los agroexportadores les subvenciona el agua, la electricidad, los apoya con programas de extensión. Eso les permite vender alimentos baratos, lo que provoca la bancarrota de millones de campesinos.

El Estado contrarreformista practica una política de desnacionalización de la tierra y privatiza sectores específicos. La nueva legislación proporciona incentivos a los monopolios agroexportadores, alienando las tierras comunitarias y ejidales, a las que previamente se sometió a un proceso de desinversión en infraestructura, crédito, comercialización.

La radicalización del campesinado está en relación directa con la política de Estado. El sistema neomercantilista ha devastado al campesinado. Los pobladores de Atenco y los campesinos que se oponen al Plan Puebla-Panamá lideran la oposición al neoliberalismo. Es un campesinado de base que practica la autodeterminación. Que lucha por un desarrollo alternativo al del sistema neomercantilista. Son movimientos de tipo asambleario que actúan con independencia de los partidos electorales. La mujer participa igual que el hombre. Vinculan sus luchas sectoriales con los problemas nacionales. Buscan aliados en las ciudades, con grupos urbanos, sindicalistas, académicos, estudiantiles, religiosos, de derechos humanos, con políticos de izquierda. Son solidarios. Establecen vínculos regionales e internacionales. Aprenden unos de otros, sobre todo en cuestión de tácticas concretas. Llevan sus luchas a las ciudades, cortan carreteras como equivalente de las huelgas de trabajadores. Participan en las movilizaciones antiglobalización. Son antimperialistas.

La respuesta del gobierno es siempre la misma: militariza y paramilitariza el campo. Criminaliza a los que resisten. Reprime y mata. Entabla "negociaciones" para desactivar las reivindicaciones básicas. Para dividir al movimiento. Para desmovilizarlo. Para fragmentarlo. Continúa con su política de "vaciar al campo", despojando, expropiando y traspasando tierras fértiles de los campesinos a los grandes terratenientes y los tiburones que especulan con el "mercado", la renta del suelo y el "progreso". El Estado aya neomercantilista está al servicio de los predadores y sus sirvientes especializados. Beneficia a quienes practican un capitalismo de compinches. De compadres. Sirve a los que mandan. A los que están detrás: los amos.

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