Gilliam se ríe de sus desgracias en Perdido en La Mancha
Crean primer documental de cómo no se hizo una
película
Diversos desastres naturales impidieron al director concluir este año
el rodaje de la nueva saga de Monthy Phyton
MARK KERMODE THE INDEPENDENT
Este año los cines debían exhibir El
hombre que mató a don Quijote, la película más
reciente del director Terry Gilliam, quien redefinió el cine de
fantasía moderno con joyas como Brazil, Time Bandits
y 12 Monkeys. Desafortunadamente, a causa de una serie de imprevistos
que van desde lo trivial (dificultades financieras y contractuales) hasta
apocalípticos (plagas, inundaciones e incluso los truenos de la
guerra, cortesía de los jets de la OTAN), el estreno fue
retrasado de manera indefinida.
En su lugar tenemos Perdido en La Mancha, espléndido
recuento de la batalla de Gilliam en contra de las fuerzas de la naturaleza.
''Se trata del primer documental de cómo no se hizo una película",
y que ofrece la clase de espectáculo dramático reservado
a las historias bíblicas:
¡Vea
sets gigantes arrasados por la lluvia de fuego de Dios! ¡Sienta
el dolor mientras un humilde virus cae sobre el poderoso jinete! ¡Escuche
los gritos de angustia ("¡estamos jodidos!") del director mientras
observa el desastre que tiene frente a él! Para la mayoría
de los directores esto debería ser el fin del mundo. Para Terry
Gilliam es lo cotidiano, y aumenta su casi mitológico status
de soñador-demente favorito del cine. Nuestro propio don Quijote.
''Como director pragmático y sensible desde hace
años, es realmente estúpido de mi parte permitir que esto
continúe", dice Gilliam con risa irónica y estridente. ''La
leyenda del monstruo sin control es graciosa, y ciertamente confunde a
los ejecutivos de Hollywood. Pero eso es mejor que ser un cineasta aburrido,
aunque a veces se convierte en algo muy tedioso".
Tedioso, pero sin duda entretenido, como cada nueva cinta
de Gilliam que llega (o, en este caso, no llega) repleta de batallas fuera
de escena para lograr la acción en pantalla.
"No es algo planeado ni nada por el estilo", insiste Gilliam,
quien es visto irónicamente en Perdido en La Mancha como
modelo de responsabilidad, cuidador meticuloso de los centavos y guardián
fiero del calendario de filmación, aun cuando las calamidades se
acumulan.
"Básicamente estamos atrapados entre historias:
me ven como el gigante asesino, como en el caso de Brazil, o como
el loco de Munchausen. Nadie habla de El rey pescador o 12
Monkeys, que tuvieron gran éxito y fueron hechas en calma, porque
es aburrido.
"No hay mucho que pueda hacer. Pero no es una buena imagen
para la mente de las personas en Hollywood que dicen: '¡oh, es maravilloso,
un gran director, pero me asusta!'. Se trata de personas muy tímidas
que corren hacia otro lado porque quieren personas que los hagan sentir
cómodos, no preocupados''.
Un ejecutivo al servicio de don Quijote
La preocupante historia de El hombre que mató
a don Quijote comienza hace 15 años, cuando al productor Jake
Eberts se le vendió un proyecto en 20 millones de dólares
que sólo tenía dos nombres: Gilliam y Cervantes. Pero cuando
Gilliam se sentó a leer a Cervantes descubrió lo mismo que
Orson Wells (quien tiene a un Quijote sin terminar en su haber): que El
Quijote es imposible de filmar. "El libro es tan extenso -dice Gilliam-
que llevarlo a la pantalla era muy limitante. Así que el proyecto
murió''.
Muchos años después, sin embargo, Gilliam
y su coguionista Tony Grisoni soñaron un argumento en el cual un
publicista de esa época es atrapado en el tiempo y llega al siglo
XVII, donde conoce a don Quijote, quien lo confunde con Sancho Panza. "Estaba
muy satisfecho con ese guión, porque me liberó de las restricciones
del libro, y también sentí que a Cervantes le habría
agradado lo que hicimos. Tienes a un moderno y astuto ejecutivo de publicidad
como sirviente de un lunático del siglo XVII. Tuvimos la posibilidad
de usar lo mejor del Quijote y contar otra historia en torno de él".
Tras las pesadillas de preproducción (incluyendo
el involucramiento de una persona que prometió 16 millones, pero
resultó ser "el Quijote alemán"), el proyecto se puso en
marcha en España con dinero europeo en agosto de 2000, con Johny
Depp (estrella de la cinta anterior de Gilliam, Miedo y Asco
en Las Vegas) contratado para el papel del arrogante publicista, mientras
la leyenda europea Jean Rochefort aprendió inglés para el
papel de don Quijote. La victoria estaba a la vista. La filmación
comenzó...
"Lo
extraño es que mientras escribíamos el guión Tony
y yo siembre hablábamos de don Quijote como alguien que sufría:
la cinta es de sufrimiento, dolor y angustia. Cuando llegó el huracán
en el segundo día de filmación, me acordé del Rey
Lear y del Mago de Oz, pero más de Job porque, ¿qué
más castigo podía pedir? Aunque de hecho fueron los momentos
más estimulantes para mí. Cuando el huracán golpeó,
fui hacia la tormenta y me senté bajo una saliente rocosa. Fue una
tormenta bíblica. ¡La venganza de Dios! Era todo lo que podías
esperar. La tierra se llenó de caídas de agua; se arrasó
todo. Y empezó a granizar. El granizo era del tamaño de una
pelota de golf. Y yo debajo de la roca diciendo: '¡sí, dame
todo lo que tengas, nunca me vas a atrapar!'
"Después, cuando todo acabó, salí
de abajo de mi roca y ya no había nada. Las tiendas estaban en el
suelo, ya no estaba el set, la gente se había ido. Y pensé:
'¡estoy purificado, soy libre al fin!, me han quitado de encima la
carga de la filmación y nunca voy a tener que hacerlo de nuevo'".
Todo esto y mucho, mucho más, fue captado en el
video Perdido en La Mancha, de Keith Fulton y Louis Pepe, quienes
ya habían mostrado a Gilliam en el documental de cómo se
hizo 12 Monkeys y que llamaron El factor hamster. "Eran dos
estudiantes de cine, y en esa época pensé que sería
bueno tener un diario de 12 Monkeys. Les dimos una cámara
y mucha cinta, y les dije: 'es suya. No voy a censurar nada, y tienen acceso
a mí en cualquier momento. Sólo hagan un documental verdadero'.
Así salió El factor hamster y pienso que es un trabajo
maravilloso. Luego, cuando comenzó El Quijote, pensé:
'vamos a traerlos de nuevo para tener otro diario, porque algo está
a punto de pasar'. Ellos se perdieron algo de la primera parte, pero llegaron
a tiempo para el baño de sangre".
El recuento de Fulton y Pepe del "baño de sangre"
es una mirada abierta, porque sus cámaras captaron el momento en
el que todo se fue a la mierda. "Es un testimonio honesto de lo que pasó",
señala Gilliam, quien ahora ve Perdido en La Mancha con mezcla
de dolor y orgullo. "No podía mirarla porque me tomó una
semana recuperarme. Por otra parte, es una grabación de algo importante
y en los próximos años veré atrás y diré:
'sí, es interesante'. Es el primer documental de cómo no
se hizo una película. Es una tragedia enorme. Pero no quiero que
nadie sienta lástima por mí. No ruego que me entiendan. Si
una buena tragedia ocurrió aquí, está bien. Y para
muchos de nosotros, esto es sólo la postal que tenemos de lo que
pasó".
Una postal, tal vez, pero no una nota de despedida, al
menos no si Gilliam retoma el camino.
© The Independent
Traducción: Ericka Montaño