Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 30 de julio de 2002
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Política

Marco Rascón

El Partido del Mercado Interno

Ganará la Presidencia de la República en 2006 el programa político que convoque, lo mismo a residentes como a quienes emigraron hacia EU o a otros continentes, a rescatar la nación protegiendo el trabajo de los mexicanos y su propia identidad productiva.

Será presidente quien con entereza reivindique los principios de la soberanía económica y, dado el derrumbe agrícola de varias décadas, haga producir el campo, eleve la riqueza agropecuaria, realice una revolución alimentaria e integre a la dieta de los mexicanos los productos del mar aprovechando los litorales. Llegará a la Presidencia quien construya una cerrada red ferroviaria, reivindique el valor del trabajo campesino e industrial, fortaleciendo una economía local. Será presidente el que sea capaza de crear un extenso y dinámico mercado interno que favorezca a los medianos y pequeños productores; aquel que en toda negociación global tenga una estrategia para defender al país y sus recursos, no para hacer de los bajos salarios y el malbaratamiento de nuestras materias primas la oferta principal.

Ganará la Presidencia aquel que logre hacer de los capitales mayores, comprometidos con ese proyecto nacional, la fundación de empresas que garanticen el avance tecnológico en todos los aspectos y para todas las ramas productivas; será quien enlace las ventajas de los recursos financieros con todas las posibilidades de la educación pública y abra posibilidades de investigación, trabajo y estudio a todos los mexicanos mediante un proyecto nacional productivo y equitativo. Será presidente quien desde el inicio proponga un programa mínimo de 25 años para reorganizar el país, no como aquel que luego de la crítica más feroz a lo establecido dijo que todo estaba bien en el momento mismo en que llegó a Los Pinos, comiéndose el gran sapo sexenal envenenado.

Tendrá la mayoría de las voluntades y será un factor de unidad política, no el que llame a la resistencia y a defender el pasado, sino el que vea el país real, sometido al vasallaje de la ideología global que nos convirtió en parias e indignos en nuestra propia tierra, pero que tenga la inteligencia para reconstruir fuerzas impulsadas por el orgullo, no por el resentimiento. Optimista, pero realista.

Será un transformador verdadero de 2006 quien haga de la cultura un pensamiento de acción, una palanca que transforme nuestra tragedia histórica actual en alternativa y nuestra oscuridad en luces para reconstruir un nuevo país a partir de principios en los que la riqueza individual carezca de esencia si no es expresión de riqueza social y colectiva. ƑDe qué sirve ser rico en un país sin oportunidades? ƑDe qué vale la filantropía si cada peso misericordioso genera mayor pobreza?

Urge un movimiento no sólo para los que vivimos actualmente, sino para las dos generaciones siguientes. La falta de un proyecto nacional hace que todos luchemos contra todos y vivamos en la parálisis permanente, haciendo así un gran servicio a quienes nos imponen el vasallaje global. Debemos recordar que fuimos colonizados cuando dejamos de ser nación integral y nos convirtieron en imperio de segunda o en Plan Puebla-Panamá o en patio trasero de Wall Mart y en especuladores financieros o en esquiroles de Latinoamérica.

La democracia debe servir para generar valores y soluciones, unir y diferir por la parte buena y creativa. La democracia debe ser alternativa indiscutible contra la descomposición política, social y económica, y para eso debe, por instinto de conservación, generar nuevas fuerzas sociales, económicas y políticas organizadas que la hagan posible.

Para 2006, y aun en su preámbulo, es probable que la descomposición sea mayor; confiamos en que para entonces haya madurado una inteligencia colectiva que tenga posibilidad de ofrecer una propuesta al país recogiendo de todos los errores y frustraciones actuales. Esa propuesta deberá estar exenta de la demagogia habitual, pues tiene que hablar en concreto y con hechos, convocando para generar riqueza y distribuirla equitativamente. Habrá que sospechar de todas las ofertas de estabilidad financiera, defensa de paridad y control de la inflación.

La vulgaridad de llamar a esta posibilidad el Partido del Mercado Interno es simplemente para despojarlo de heroicidad y pensar en términos prácticos la reconstrucción del país, hoy devastado por discursos y falta de congruencia; agotado por el conservadurismo y la claudicación, por los Encapuchados de Chipinque, que llegaron al poder como empleados de las trasnacionales, y por los que perdieron el poder político debido a su perversidad.

Urge dotar de nuevo valor a las palabras con hechos y esto va más allá de izquierdas y derechas maniqueas, que finalmente hacen lo mismo; se necesita ver el país desde la condición humana de los mexicanos y sus circunstancias actuales y de lo que sería real, pero por ahora sólo es la semilla convocante, es decir, por un México imposible.

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