James Petras
Después de Gaza, la solución final de Sharon
El ataque aéreo israelí a un edificio en Gaza, que mató e hirió a cerca de 200 personas, entre ellas 10 niños, tiene un profundo significado. A pesar de las disculpas superficiales e hipócritas de algunos funcionarios israelíes por el asesinato de palestinos, la opinión triunfante de Sharon acerca de la matanza revela el sentimiento real que prevalece en el Estado hebreo. Sharon calificó el asalto de "uno de nuestros más grandes éxitos", mientras palestinos cargaban los ataúdes con los cuerpos destrozados de 14 víctimas y el cuerpecito de una niña.
Sharon y sus comandantes militares defienden haber arrojado una bomba de una tonelada a un barrio densamente poblado de Gaza; su expectativa era causar gran daño y muerte, y lo lograron. Si bien el pretexto del que se valió fue la necesidad de eliminar al líder de Hamas, Al Salah Shehade, que habitaba en ese edificio, existen diversas razones estratégicas que llevaron a Sharon a bombardear civiles palestinos en Gaza en ese momento.
En primer lugar, el régimen israelí buscaba sabotear la propuesta de un cese del fuego firmada por todas las organizaciones de resistencia palestinas (Hamas, Jihad, etcétera) y respaldada por la mayoría de los países árabes, entre ellos Arabia Saudita. La propuesta incluía el compromiso unilateral de detener los ataques suicidas contra civiles israelíes. Sharon prefirió bombardear civiles palestinos precisamente en el momento en que se abrió una ventana para reiniciar negociaciones y establecer un acuerdo recíproco para un cese del fuego y el retiro del ejército israelí de los territorios ocupados. Toda negociación que proceda hacia esa dirección minaría la estrategia de Sharon, que consiste en sacar a los palestinos de Palestina mediante la política de ocupación y destrucción de sus hogares y de su infraestructura social y económica. Para Sharon, así como para muchos líderes israelíes que lo precedieron, la guerra y el terror son preferibles a desmantelar los asentamientos y permitir la existencia de un Estado palestino.
Cuando Sharon habla de "éxito", quiere decir que anticipa que el asesinato y la mutilación en masa de los palestinos de Gaza provocarán una respuesta de las víctimas. No es casualidad que haya escogido la ciudad de Gaza, una de las ciudades de los territorios ocupados mejor organizadas y con mayor conciencia social. Sharon está apostando a las represalias militares de los palestinos para, una vez más, presentar a Israel como víctima del "terrorismo" y recibir cobertura favorable en los medios de comunicación estadunidenses. En otras palabras, Sharon está dispuesto a sacrificar las vidas de unos cuantos judíos para sabotear cualquier tipo de negociación y acuerdo. El éxito de Israel se mide por la habilidad de mantener la espiral de violencia en Palestina.
El propósito más importante del ataque terrorista de Sharon es debilitar el creciente consenso entre los países árabes (entre ellos Jordania, Egipto y Arabia Saudita) y los movimientos de resistencia palestinos. El ataque a Gaza se diseñó para provocar una reacción violenta de los palestinos, que los estados árabes conservadores se verían en la imposibilidad de apoyar. En ese contexto Sharon puede contar con el respaldo del presidente Bush, no obstante la tibia crítica que Washington hizo de la matanza.
El bombardeo de Gaza también significó una prueba de lealtad para las organizaciones judías pro israelíes y para las cristianas fundamentalistas en Estados Unidos. Ni una sola organización judía pronunció la menor crítica contra el ataque de Sharon. Lo mismo es cierto del lado de los cristianos fundamentalistas de ultraderecha. Sharon puede contar con su apoyo incondicional para desatar otra ola de terror una vez que se inicie la respuesta palestina.
Sharon actúa en un ambiente de guerra y tensión permanentes, que le permite ejercer su voluntad totalitaria. El bombardeo de Gaza alimentó su deseo de invadir y destruir las comunidades palestinas en Gaza, tal como lo hizo en Jenin, Cisjordania. Sharon actúa con impunidad, no obstante las críticas que de vez en cuando se escuchan en el parlamento y a pesar de alguna que otra renuncia en el gabinete. Esto es posible porque Sharon sabe de antemano que Bush respalda su estrategia de llevar a cabo una limpieza étnica en los territorios ocupados. Así, mientras Sharon saboreaba su victoria, el vocero de la Casa Blanca, Ari Fleischer, afirmó: "El presidente es, y siempre será, gran amigo de Israel. El presidente entiende profundamente todo por lo que Israel ha estado pasando. El presidente es el primero en defender el derecho de Israel a defenderse". El F16 desde el cual se lanzó la bomba fue un regalo reciente de Washington a Tel Aviv, a sabiendas de que probablemente se usaría para atacar salvajemente a los palestinos.
Sharon es un militarista extremista y siempre lo será, un líder israelí con un odio violento hacia los palestinos y, en particular, hacia sus líderes y movimientos de resistencia. Sharon utiliza a su favor la respuesta palestina que sus ataques militares y políticos incitan, para reunir el mayor apoyo de un amplio sector de la sociedad israelí y organizaciones judías en el extranjero. Su comportamiento sicópata encuentra terreno fértil en la actual "guerra contra el terrorismo" del gobierno de Bush. La justificación que Washington dio de la reciente masacre que la fuerza aérea estadunidense provocó en Afganistán resuena como eco en la voz de Sharon cuando éste justifica el bombardeo de Gaza. La expansión militar de Estados Unidos, sus nuevas bases militares en Asia Central, los Balcanes y América Latina son versiones ampliadas de la militarización que Sharon intenta llevar a cabo en los territorios ocupados. La división que hace Washington entre el imperio y los terroristas se refleja en la división que Sharon hace entre el Gran Israel y los terroristas. El lobby judío facilitó la unión entre Israel y Estados Unidos en su lucha contra "los terroristas": los palestinos y el resto del tercer mundo desobediente.
Nadie cree que el bombardeo contra Gaza haya sido una "falla de la inteligencia" o un "error", porque incluso el mismo Sharon públicamente afirma que se trató de algo perfectamente planeado y ejecutado bajo su liderazgo. El pretexto, según el cual se trataba de eliminar al líder de Hamas, no es creíble. El propósito era de tipo estratégico: preparar el terreno para llevar a cabo un asalto militar a Gaza en gran escala (una vez que se tenga la reacción palestina), mandar a los palestinos al desierto del Sinaí y unir al Gran Israel. La postura de negociación de Shimon Peres complementa muy bien la solución militar de Sharon. Liberar los fondos confiscados a los palestinos fortalece a Arafat y su grupo, al mismo tiempo que destruye la resistencia palestina y aterroriza a la comunidad. Como lo ha aprendido repetidamente desde que comenzó la segunda intifada, la resistencia palestina sólo puede contar consigo misma en su lucha contra la solución final de Sharon. En este escenario, donde toda iniciativa de paz evoca más violencia estatal, Ƒsorprende, acaso, que ante la amenaza del estéril desierto y la desolación de las ruinas de sus comunidades, jóvenes palestinos respondan al terror con terror?
© James Petras, 2002
Traducción: Marta Tawil