Mañana habrá misa con mariachi y apertura de la muestra de la pintora mexicana
Inusitada exposición de Cristina Rubalcava de cuadros sobre Juan Diego, en Notre Dame
La catedral parisina tiene una capilla dedicada a la Virgen de Guadalupe
Incluye siete obras, una sobre la canonización del beato; las otras recrean las apariciones
MERRY MAC MASTERS
La catedral de Notre Dame de París tiene una capilla dedicada a la Virgen de Guadalupe, a quien cada 12 de diciembre se le lleva serenata. Con motivo de la canonización de Juan Diego y para no dejar sola a Tonantzin, las autoridades eclesiásticas de Notre Dame invitaron a la pintora mexicana Cristina Rubalcava, quien radica en la Ciudad Luz, para montar allí una exposición, algo que no es común.
Para coincidir con el acto en México, mañana a las 18:15 horas se celebrará en esa catedral francesa una misa acompañada con música de mariachi, al mismo tiempo que quedará abierta la exposición de Rubalcava, Juan Diego sube al cielo con Tonantzin Guadalupe, integrada por siete cuadros. El más grande, Homenaje a Juan Diego en su canonización, de 2.15 x 2.60 metros, muestra al beato envuelto en rosas y con ángeles, en su ascenso al cielo para encontrarse con la Virgen de Guadalupe. La historia de las apariciones de Tonantzin al indígena se hace acompañar de una serie de textos en náhuatl que la pintora tomó del relato Nican mopohua, traducido al español por el historiador Miguel León-Portilla.
De los seis cuadros restantes, de 70 x 70 centímetros, cinco tienen que ver con las apariciones, mientras que el último se refiere al ''milagro" de exhibir en Notre Dame. La muestra concluirá el 16 de agosto.
De la talavera al beato
Rubalcalva llegó con Juan Diego por medio de la talavera: ''Hago muchísimos platos en talavera de Puebla. En la fábrica Uriarte, donde trabajan la talavera a la usanza antigua, vi que hacían muchos objetos con vírgenes de Guadalupe. En una ocasión llegué y pinté unos plastos de Juan Diego lleno de rosas subiendo al cielo. En conversaciones con las personas de Uriarte, pensamos que al Papa le daría mucho gusto tener uno. Al llegar a París con los platos, llamé al Vaticano y pregunté si le podíamos mandar uno; para mi gran asombro me dijeron que sí. Luego me llegó una carta con acuse de recibo de que el Papa tenía en sus manos el plato".
Ante la polémica de si existió o no Juan Diego, Rubalcava dice apegarse a los textos de Octavio Paz y Miguel León-Portilla, pues ''esto es una poesía, una creencia, un consuelo para miles de mexicanos. Como artista, y como todos los pintores o músicos que se han inspirado siempre en este tipo de tradición y de costumbres, es un tema sumamente rico, espiritual y lírico. Ha sido muy bonito leer los cantares en náhuatl. La poesía que hay allí me recuerda los campos de México, los nopales, las aves silvestres".