José Cueli
El toreo sin remates
Juan Belmonte, el torero que revolucionó el toreo, se fue de los toros sin juntar los pies, sin dar el paso atrás para dejar pasar el toro y luego arrimársele al costillar, ni dar el pase e irse al rabo. Belmonte toreó hasta el último día con la pierna adelantada, que es como se debe torear y cuesta trabajo torear, digan lo que digan los estilistas de la última época, dice don Gregorio Corrochano, el famoso crítico español del primer tercio del siglo pasado.
Juan Belmonte no supo correr y tuvo que hacer con los brazos lo que le negaban las piernas. Por eso no pudo limitarse a que los toros pasaran, tenía que dejarlos en el sitio preciso, lo que resolvió con el mando de su toreo. Así, Corrochano afirma: "lo más extraordinario en Belmonte al torear no son los pases, sino los remates de los pases. Ese momento en que el toro vuelve y el torero seguía toreando".
Esa modalidad que fue la revolución del toreo de Belmonte, se haya en desuso. Ha quedado sólo lo lento, lo lánguido, lo exagerado y hasta lo cursi. Ese toreo de desmadejamiento convaleciente pero sin remate de los pases. El toreo ballet, un interminable pegar y pegar pases, derechazos que están consiguiendo acabar con la fiesta por lo tedioso de las faenas.
De la escuela belmontiana queda la orientación, pero no quedan los remates, esos remates maravillosos de su torear, ese seguir toreando después del pase, que dicen los crónicos de la época, y que ya sólo aparece algunas tardes, en algunos toreros con el toro bombón y planeador.
Y si las figuras practican el pegapasismo concretado en el derechazo, los novilleros que aprenden de ellos, los imitan, a pesar de no tener los atributos de las figuras, como sucedió la tarde de ayer en la Plaza México, en que los novilleros no pudieron con una espléndida novillada de los hermanos Vaca, en especial el segundo y el tercer novillos. Para terminar, šlo bien toreado es lo bien rematado! Y como decía El Pasmo: "se torea como se es".