martes 20 de agosto de
2002 |
Carpeta La biblioteca de aula n Sergio Cortés Sánchez |
Así como sucede en la novela En
nombre de la rosa, de Umberto Eco, en el municipio de
Puebla a literatura es un insumo de élite: no tenemos la
costumbre de la lectura y la mayor parte de lo consumido
son libros de autoayuda y/o superación personal. De cada
100 personas de 18 años o más que radican en Puebla, sólo
el 10 por ciento dice haber comprado un libro de
literatura en el pasado mes de junio, y el 1.3 de todos
los ciudadanos del municipio mencionado dicen haber
adquirido una obra de Carlos Cuauhtémoc Sánchez (Juventud
en éxtasis, Volar sobre el pantano, Un grito desesperado
y La última oportunidad), quien fue el autor más leído. Ese es el referente actual de los adultos, por eso es loable la iniciativa de la Secretaría de Educación Pública de dotar con 25 volúmenes a cada uno de los 750 mil salones de clases en la República Mexicana en los niveles de preprimaria (último año), primaria y secundaria. La mitad de los textos incluidos en la biblioteca del aula son informativos (arte, ciencias de la tierra, deportes, diccionarios, historia y ciencias duras), la otra mitad, son literarios (crónica, cuento, mitos, leyendas, narrativa, poesía y teatro) e incluye, entre otros, a Chejov, Andersen, Allan Poe, Kipling, Swift, Tolstoi, Twain, Verne, Borges, Rulfo, Arreola, Fuentes, IbarguengŔitia, Ende, Bécquer, Neruda, Jiménez, Pacheco, Carballido y Moliere. Hay ausencias que por su calidad literaria pueden parecer imperdonables para ese nivel de competencia de lectura o simplemente los lectores profanos podemos tener gustos y valoraciones literarias diferentes a los de la comisión seleccionadora, pero dado el ayuno secular de obras informativas y literarias en el aula, las escuelas y las bibliotecas públicas, ese es un problema menor y enmendable en la próxima dotación de aula. La ausencia de lectura se denota en el gasto canalizado a ese tipo de artículos: el 83 por ciento de los ciudadanos del municipio de Puebla que disponen de teléfono en casa no compró ningún libro durante el último mes; el 7 por ciento adquirió un texto informativo (de texto, de superación personal, de religión, biográfico, diccionario, enciclopedia. o de salud), y el 10 por ciento restante adquirió alguna obra literaria: la escritora británica J.K. Rowling, con sus cuatro libros de Harry Potter tuvo la mitad de ventas que Juventud en éxtasis y, Aura, de Carlos Fuentes se vendió tres veces menos que la citada obra de Carlos Cuauhtémoc Sánchez. En lo referente a la última novela leída por los ciudadanos, sin precisar el tiempo trascurrido desde esa acción, Juventud en éxtasis ha sido leída más que la suma de todos aquellos que leyeron Cien años de Soledad, Aura, El laberinto de la Soledad y Pedro Páramo, de Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Octavio Paz y Juan Rulfo respectivamente. En cuánto a los autores, escritores clásicos como William Shakespeare, Julio Verne o Miguel de Cervantes y Saavedra fueron declarados preferidos por el 1 por ciento de los ciudadanos, en contraposición, Carlos Cuauhtémoc Sánchez es el preferido del 9 por ciento de los ciudadanos. Ante el ayuno de lecturas y la asimetría de preferencias que los alumnos de educación básica tengan a su alcance a Pablo Neruda o a Gustavo Adolfo Bécquer es un gran avance, haber incluido también a Octavio Paz hubiera sido mucho mejor. Los autores no considerados en los 292 textos seleccionados y con méritos para serlo pueden ser tantos como los incluidos; tomemos ésta primera selección como la cimiente para fomentar el hábito de lectura. |