Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 21 de agosto de 2002
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Mundo

Aliados internacionales, republicanos y "héroes" cuestionan la política del presidente

Se resquebraja la unidad alcanzada dentro y fuera de EU tras atentados

Estiman políticos y analistas que el mandatario podría destruir el consenso mundial "antiterrorista"

Columnista dice que existe competencia entre Bush padre y su hijo, y recomienda "terapia familiar"

JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES

Washington y Nueva York, 20 de agosto. Una tras otra, como si hubiera fi-la, se expresaron algunas de las voces más reconocidas de este país contra las políticas del presidente George W. Bush, pero no eran las de sus enemigos, sino de sus simpatizantes, miembros de su propio partido, de "aliados" internacionales y de las de gente que él había llamado "héroes" y con quien hizo todo a su alcance para salir en la fotografía.

No han sido los mejores días para Bush. A casi un año de los atentados del 11 de septiembre del año pasado -fecha que ha definido a esta presidencia, sus políticas internas y exteriores y su estrategia electoral- algunas de las figuras republicanas de mayor influencia, entre ellos un general y hasta bomberos, se han pronunciado contra las propuestas y maniobras políticas del presidente.

Con ello, todos están midiendo el impacto político-electoral de lo que parece ser una tendencia hacia una fractura mayor del consenso político nacional construido sobre los ataques suicidas en Nueva York y Washington.

El ex asesor de Seguridad Na-cional del padre de Bush, Brent Scowcroft -quizá la figura política más cercana a la familia- provocó un temblor al alertar contra un ataque a Irak.

No fue el único dentro de las fi-las de simpatizantes del presidente: la lista incluye al líder de la mayoría republicana de la Cámara, Dick Armey, al influyente se-nador republicano Chuck Nagel, a Henry Kissinger, el ex secretario de Estado Lawrence Eagleburger y el ex general Wesley Clark.

shj05-125848-pih Todos han expresado sus serias preocupaciones de que una guerra contra Irak podría romper con el consenso internacional en torno a la guerra contra "el terrorismo", que una respuesta unilateral tendría consecuencias negativas para la cooperación internacional en esa "guerra", de que aún no hay pruebas concretas o creíbles de que el régimen de Saddam Hussein representa una amenaza real e inmediata para Estados Unidos ni que existe un vínculo entre ese régimen y los atentados del 11 de septiembre, y que aún no hay una estrategia que responda a las consecuencias regionales de una ataque estadunidense contra Irak, particularmente sin el apoyo del mundo árabe y en medio del conflicto entre Israel y Palestina.

Escuchar todas las voces

El impacto de estas críticas abiertas a la anunciada intención de Bush de que su próxima gran ac-ción internacional sería una guerra para "remover" al "malvado" Hussein, ha sido de tal magnitud que el mandatario republicano y su equipo han debido responder, públicamente, que están "escuchando" estas opiniones disidentes, que se evaluarán y que aún no se ha tomado ninguna decisión sobre cuál opción se empleará pa-ra el caso de Irak.

A la vez, esta disidencia no sólo se ha expresado fuera del gobierno. Altos funcionarios gubernamentales citados por los principales medios periodísticos estadunidenses han expresado que estas críticas han sido bien recibidas por el Departamento de Estado, en particular.

De hecho, el periódico The New York Times reportó que el propio secretario de Estado, Colin Po-well, llamó a Scowcroft para agradecerle sus comentarios sobre una ofensiva militar contra Irak.

Algunos reporteros y columnistas políticos han señalado que, en particular, los comentarios de Scowcroft, por su conocida cercanía con el ex presidente Bush pa-dre, indican que éste está enviando un mensaje a su hijo.

La columnista del Times Maureen Dowd señala que para Bush padre su "legado más orgulloso, después de todo, fue armar cuidadosamente una coalición internacional para apoyar el principio de que un país no puede simplemente invadir a otro sin provocación. Ahora su hijo podría desechar esa coalición para poder invadir un país sin provocación".

Para Dowd, mucho de este conflicto podría ser poco más que una competencia entre hijo y padre y sus respectivos equipos. Concluye preguntando: "Ƒquién necesita un plan de guerra? Necesitamos terapia familiar".

Scowcroft, quien ayudó a construir la coalición internacional contra Irak en la Guerra del Golfo, publicó un artículo en el diario Wall Street Journal, donde escribió: "un ataque contra Irak en este momento arriesgaría seriamente, si no destruirá, la campaña anti-terrorista que hemos promovido".

Advirtió que "hay un virtual consenso en el mundo contra un ataque en este momento. En tanto dure ese sentir, esto obligaría a Es-tados Unidos a seguir una estrategia virtualmente por sí solo contra Irak, haciendo que cualquier operación militar sea correspondientemente más difícil y cara".

Casi ninguno de estos críticos dicen estar opuestos al objetivo de derrocar a Saddam Hussein, sino a la manera, los tiempos, y la estrategia para lograrlo.

Un amigo protesta

Cuando el canciller alemán Gerhard Schroder declaró que su país "está listo para la solidaridad, pero esta tierra no estará preparada pa-ra aventuras", al referirse a cualquier guerra encabezada por Estados Unidos contra Irak, expresaba una amplia gama de la reacción europea ante las políticas crecientemente unilaterales de Bush.

De inmediato la Casa Blanca despachó a su embajador en Alemania, Daniel Coats, a la oficina de Schroder, para expresar el descontento de Washington con los comentarios públicos del líder alemán, en lo que un alto funcionario estadunidense describió como "un evento muy inusual entre aliados tan cercanos".

Pero era demasiado tarde: la fractura del supuesto consenso in-ternacional después del 11 de septiembre quedó evidenciada, y ya no sólo en los pasillos diplomáticos de Europa.

En otro rubro, otro aliado de Bush se vio obligado a cancelar una visita por las complicaciones políticas provocadas por el go-bierno federal en Washington y el estatal de Texas al violar un tratado internacional -el que otorga el derecho al acceso consular a extranjeros arrestados y enjuiciados en Estados Unidos.

La ejecución del mexicano Ja-vier Suárez Medina a pesar de protestas del presidente Vicente Fox y los gobiernos de más de una docena de países, la Organización de Naciones Unidas, y otros, provocó un debate entre expertos sobre la salud de la relación entre México y Estados Unidos, y sobre si Bush ha ofrecido lo suficiente al país y gobierno que él determinó como el "más importante" para su presidencia.

Esto también provocó que el New York Times señalara en un editorial, este fin de semana, que "el rechazo de Washington al señor Fox ha dañado el perfil del presidente mexicano más pro es-tadunidense y ha dejado a muchos mexicanos pensando si su país está recibiendo lo suficiente a cambio del apoyo a Washington por parte de su presidente".

Los "héroes" dudan de los políticos

Pero no sólo son las cúpulas de la política exterior las que exhiben un cambio en un panorama político a un año del 11 de septiembre, fecha que Bush insiste una y otra vez en que resultó en la "unidad" dentro y fuera de este país contra la amenaza del "mal".

Los héroes de esa tragedia, con quienes Bush y todo político buscaron "la foto", expresaron su ma-lestar la semana pasada por los malos salarios y la manipulación política de su imagen.

La Asociación Internacional de Bomberos, durante su convención nacional en Las Vegas, la semana pasada, protestó contra la decisión de Bush de vetar un proyecto de ley en el cual había una medida para financiar mejores equipos de seguridad para los bomberos.

La convención aprobó por unanimidad la recomendación a sus líderes de buscar la mejor forma de denunciar esta acción del presidente mediante varias opciones, que incluyen un boicot a Bush du-

rante un acto nacional para conmemorar a los bomberos que han fallecido, o un tipo de manifestación directa.

Varios dirigentes expresaron que los políticos siempre desean usar a los bomberos en fotografias de propaganda política, cuando declaran que son "héroes", pero que no hacen nada para respetar y defender a estos héroes.

Mientras tanto, en Nueva York, entre 10 mil y 15 mil policías, bomberos, familiares de víctimas del 11 de septiembre y simpatizantes se concentraron en Times Square pa-ra demandar mejores salarios para los "héroes" de esta ciudad.

El presidente de la Asociación de Bomberos Unidos declaró ahí: "estoy cansado de políticos que llegan a nuestros funerales y que expresan sus pesares a las viudas. Estoy cansado de escuchar que no hay dinero. De eso se trata, que nos paguen un salario digno".

Mientras tanto, la preocupación crece entre los estrategas electorales del Partido Republicano y del presidente Bush sobre las consecuencias de la incesante crisis del mundo empresarial.

A pesar de que hubo todo un espectáculo la semana pasada, cuando ejecutivos en jefe de decenas de empresas estadunidenses se comprometieron a una nueva ética empresarial y a ser honestos, la opinión pública no los tomó muy en cuenta.

Los ejecutivos, ahora bajo investigación, entre ellos algunos de los "aliados" más cercanos del presidente y su equipo, han causado tal daño a todo el mundo empresarial que Bush ha tenido que buscar cómo demostrar que estos "aliados" ya no lo son.

Al mismo tiempo, al presentar algunas ideas de cómo impulsar la economía nacional, que sigue en una recuperación muy tibia de la recesión -ahora oficialmente reconocida- del año pasado, varias parecen beneficiar de nuevo al sector más rico.

Al parecer, casi un año después, la "unidad" proclamada tras los ataques del 11 de septiembre empieza a demostrar cierta fragilidad, dentro y fuera de este país.

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