Pasión mexicana, libro de la fotógrafa,
ofrece un registro gráfico de la capital del país
Yolanda Andrade halló en el Centro Histórico
su mina de oro visual
Manifestaciones populares, políticas y religiosas
forman la materia prima de su quehacer
Las personas muchas veces aparecen con un disfraz, como
en el teatro antiguo, expresa
MERRY MAC MASTERS
El Centro Histórico, y en particular el Zócalo,
constituyen una mina de oro visual para Yolanda Andrade. La variedad de
manifestaciones populares, sociales, políticas, festivas y religiosas
que ocurren en la gran plancha se ha convertido, a lo largo de los años,
en la materia prima del trabajo de la fotógrafa tabasqueña.
Y
no obstante que ''Andrade se aventura con su cámara fuera de los
confines del Distrito Federal (...), su lente parece estar sumergida en
las corrientes del tiempo que confluyen en el centro de la ciudad", escribe
el periodista y escritor estadunidense K. Mitchell Snow, autor del texto
La convergencia en el tiempo, que introduce el libro bilingüe
(español-inglés) Yolanda Andrade. Pasión mexicana
(Casa de las Imágenes, CNCA-Fonca, 2002), que incluye 87 fotografías.
(El volumen será presentado por Carlos Monsiváis,
Elizabeth Romero y Vera Milarka hoy a las 19:30 horas en el Centro de la
Imagen, en Plaza de la Ciudadela 2, Centro Histórico.)
Matices
reales y míticos
Desde su arribo a esta convulsionada ciudad en 1968, a
Yolanda Andrade le encantó la urbe: ''Dije, aquí quiero vivir.
Empecé a caminar por las calles del Centro, porque siempre he vivido
muy cerca del Centro Histórico. Estudié francés en
la Alianza Francesa que estaba en la calle de Palma, edificio que siempre
asocié con la novela Aura, de Carlos Fuentes".
Al relacionar el Distrito Federal con la literatura leída
hasta el momento y con las películas vistas de los años cuarenta
y cincuenta, ésta cobraba matices reales y míticos a la vez.
El libro Pasión mexicana se divide en varios
capítulos, cuyos títulos provienen de diversas obras literarias.
El primero, La ciudad de calles que se bifurcan, retoma un título
de un cuento de Jorge Luis Borges, mientras que Los instantes más
breves proviene de un poema de Sor Juana Inés de la Cruz.
Reflejos del teatro
Andrade adquirió, a los 15 años, una cámara
con su primer sueldo de empleada en Petróleos Mexicanos; sin embargo,
su pasión por la fotografía nació después que
su interés por el teatro, el cual estudió tres años
y se diluyó sin desaparecer por completo, como atestiguan sus imágenes.
Algunas fotos son ''montadas" en lo escenográfico y otras en la
cámara:
''Selecciono el encuadre, la composición, el ángulo,
la distancia mía hacia lo retratado. Es una especie de puesta en
escena. Las personas muchas veces aparecen con un disfraz. Eso nos viene
del teatro antiguo. La máscara, la vestimenta, esa reinvención
de la personalidad que la gente en lo cotidiano hace de sí misma,
no nada más una figura como Madonna u Ozzy Osbourne."