Nubia M. N. Tauro
Las mil noches y una (šoh!) noche
ƑHa visto usted el último espectáculo de Eugenia León? Debería. Factura impecable, cuidado, sensibilidad: arte de altísima calidad. Nada en esta obra -en verdad una delicada artesanía- recuerda el despliegue de luces, rayos láser, estridencias sonoras, movimientos agitados y jadeantes, y la inagotable parafernalia de banalidades con que los ritos mediáticos de nuestra vulgaridad de origen televisivo suplen la ausencia de ese viejo recurso del arte: la creatividad.
Por el contrario, si šOh noche! es algo, es precisamente el despliegue austero de la imaginación y el talento en el escenario. Con pobreza casi franciscana (unas cuantas velas, un pequeño espejo bien situado, un reloj de arena, un portarretratos lleno de vacío y un piso espléndidamente cubierto de rosas) construyen un marco bellísimo para el despliegue de esa voz, la de Eugenia León, que de tan perfectamente humana parece venir de otro mundo: delicada y fuerte, sensual y dolorosa, suave y áspera, civilizada y primitiva, grito de luz y manto de sombra, un hilo inacabable y una potencia de golpe contundente.
Un dominio pleno y la absoluta conciencia de su voz hacen que Eugenia León se someta a las canciones que interpreta. Sigue sus pliegues adonde la lleven. Y la llevan. Como en todas las composiciones de ese geniecillo musical irreverente que es Liliana Felipe, van de la cima al abismo, del albureo político que ejerce la ironía con crueldad nada inocente, tan chilango, a esa forma casi metafísica del dolor, tan porteña. Amplia gama. Y allí va esa poseída voz que de tanto obedecerlas termina siendo dueña de las canciones que interpreta y de los patios interiores de las encandiladas almas que la escuchan. Una voz que canta para decir y no sólo para ser escuchada. Después de esa noche, šOh noche!, Ƒcómo dudar en calificar a la de Eugenia León de la mejor y más plena voz femenina de México?
Pero otra vez Eugenia León nos tiene reservada una sorpresa. Bajo la sabia dirección de Jesusa Rodríguez, cuya calidad en la conducción teatral no necesita ser presentada, cada canción es vivida. La bella cantante nos muestra una faceta, ésta si desconocida. A veces actriz, a veces precisa danzarina, descalza, como si entre las flores y sus pies desnudos, plantas sobre plantas, se estableciera un diálogo ancestral, va y viene por las más variadas emociones como si todo ello fuera parte normal de un escenario. Y no. Se sabe que hay detrás mucho trabajo. (Un ubicuo atril nos lo recuerda siempre.) No sólo el de los ensayos y las reuniones de diseño y planeación que una obra así seguramente requiere. También, y especialmente, aquel que viene de lejos y que es el de cada cual con su vida: sólo quien ha vivido y vuelto experiencia el dolor y la alegría, el amor y la pérdida, es capaz de representarlos. Con todo ello, Eugenia León termina por lograr una presentación perfecta.
Completan esta velada magnífica el piano de Dimitri Dudin, cuya maestría nos recuerda que proviene de las canteras de la mejor y más disciplinada escuela musical del mundo, la soviética. Y el saxo y la flauta de César Gómez. Y la aparición final, para un par de canciones, de la compositora y también cantante Liliana Felipe. Cómplices todos, en una noche nos hacen vivir muchas noches. Nada fuera de lugar. Lo que empezó como un espectáculo termina por convertirse en un rito. Por eso al final, a la sencilla sala de El Hábito la luna termina metiéndose por la ventana para dejar afuera una noche que no es noche porque la noche está adentro. ƑNo lo cree? Venga a verlo.
Ahora, si usted está demasiado acostumbrado a la papilla fácilmente digerible que prepara la industria cultural en nuestro país, a su ritmo y a su modo, no venga: šOh noche! puede ser dañina para su salud. Las canciones de Liliana Felipe le parecerán difíciles, el piano un organillo de cuerda, el saxo y la flauta no los notará, sentirá contaminante el humo de las velas. Y a la voz de Eugenia León, y a la voz de Eugenia León, a ver qué pero le encuentra.
(El espectáculo šOh! noche presenta sus dos últimas funciones mañana viernes y el sábado a las 22:30 horas en El Hábito, Madrid 13, Coyoacán.)