Javier Aranda Luna
Eliot en México
Según Harry Levin, los años más difíciles de T.S. Eliot en Inglaterra coinciden con la escritura de The waste land, uno de los poemas que marcaron al siglo XX. En esa época, dice Levin, Eliot trabajaba mucho, ganaba poco, vivía un matrimonio desdichado y sufrió la muerte de su padre. Algo más: en noviembre de 1921 decidió internarse en una clínica siquiátrica de Lausana. No todo, sin embargo, fue trágico: ese año corrigió y terminó la primera versión de The waste land.
La ''sabia oscuridad" de ese poema, a decir de Jorge Luis Borges, desconcertó desde un inicio a los críticos. Desde su primera edición la crítica ha visto en ese extenso y perfecto poema un cuestionamiento del mundo contemporáneo. ''Lo han consagrado -escribió el propio Eliot-, como una importante pieza de crítica social". ƑLo fue? ƑLo sigue siendo? Para el poeta, no: ''Para mí fue únicamente el desahogo de una crítica personal y totalmente insignificante contra la vida; es tan sólo una pieza de gruñonería rítmica".
The waste land fue publicado en nuestro país en 1930. La traducción estuvo a cargo de Enrique Munguía, diplomático y escritor mexicano del que sabemos poco: colaboró de manera regular en la revista Contemporáneos, escribió tres libros y se suicidó en Ginebra en 1940.
Pero la traducción de Munguía no fue la única. Ese mismo año Angel Flores publicó la suya. Si el primero tradujo The waste land como El páramo, el segundo, con más fortuna según yo, lo hizo con el nombre con que actualmente conocemos el poema: La tierra baldía.
Esas primeras ediciones de 1930 las leyó un joven escritor de apenas 17 años. Le cautivó saber que en el poema de Eliot tenían cabida la sociedad y la historia modernas. Inspirado por el cadencioso rumor de sílabas de La tierra baldía, El páramo o La tierra desolada como llamó Borges al poema, quiso hacer algo análogo y a la vez diferente en nuestra lengua. Análogo por la presencia de la vida moderna y la historia en unos versos; diferente, porque no compartía los puntos de vista filosóficos y políticos del escritor anglosajón: Eliot fue un anglicano convertido al catolicismo y, el joven poeta del que hablo, un ''radical de izquierda con ideas libertarias". Cuatro décadas más tarde ese joven cumplió su deseo: publicó Piedra de sol.
Hace más de 70 años que T.S. Eliot vive entre nosotros. Lo han traducido Octavio Paz, Jaime García Terrés, Alberto Blanco, Jorge Luis Borges, Jorge Hernández Campos y una trouppe de jóvenes entusiastas que nos han ofrecido, aquí y allá, sus versiones de algunos de los poemas del autor de Asesinato en la catedral. José Luis Rivas nos entregó Poesía completa de Eliot en 1990 y José Emilio Pacheco continúa perfeccionando su ya célebre e inconseguible traducción de los Cuatro cuartetos publicada en 1989 por el Fondo de Cultura Económica. A decir de Octavio Paz, esta última es la mejor traducción hecha a cualquier idioma de la poesía de Eliot. Ese comentario me lo hizo el propio Paz en medio de una nube de ceniza mientras revisábamos en el hotel Camino Real los libros calcinados de su biblioteca.
Ojalá que la lectura de la nueva versión de los Cuatro cuartetos que hace José Emilio Pacheco en estos días en El Colegio Nacional sirva como pretexto para reditar el libro. Esa traducción tendría, además, una ganancia adicional: un prólogo-ensayo en el que Pacheco ha trabajado durante los recientes años. Estoy seguro que ese texto se convertirá, con el tiempo y si llega a publicarse, en uno de los mejores ensayos sobre la vida y la obra de T.S. Eliot. El minucioso amor de José Emilio por ese poema, lo garantiza.