Aún no hay final para los "500 años
de infamias"
El fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
(SCJN) que ratifica la ley de derechos y cultura indígenas que aprobaron
PRI, PAN y los senadores del PRD, terminó por enterrar todo el discurso
del presidente Vicente Fox Quesada, que arrancó su gobierno dando
prioridad al conflicto en Chiapas, la posibilidad del diálogo con
el EZLN y la promesa de que pondría fin a "500 años de infamias"
contra los más de 10 millones de indígenas mexicanos.
Hoy,
el diálogo se ve cada vez más lejano; el clima social y político
en Chiapas se enrarece; los indígenas siguen en la marginación,
y 321 municipios de todo el país y los gobiernos de Chiapas, Oaxaca
y Tlaxcala rechazan la ley aprobada. Así está la situación
y "los 15 minutos" que Fox dijo necesitar para "echar a andar" el proceso
de pacificación se siguen haciendo eternos...
Las encendidas frases (como aquella de que ponía
"en riesgo mi Presidencia y todo mi capital político" en Chiapas)
e inesperadas acciones (incluyendo el "retiro" de posiciones militares)
con las que Fox buscó abrirse un espacio para el diálogo
con el EZLN parecen quedar en el anecdotario y en uno más de esos
momentos en que su gobierno ha acusado falta de operación política.
Desde el mismo día en que envió al Congreso
de la Unión el proyecto de ley indígena que la Comisión
de Concordia y Pacificación (Cocopa) había elaborado, recogiendo
los acuerdos de San Andrés, Fox inició su labor mediática:
"quiero platicar con el subcomandante Marcos cara a cara, ojo a
ojo, y comprometerme junto con él a trabajar por los indígenas".
Paralelamente empezó a ordenar el "repliegue" de
las bases militares instaladas en la zona del conflicto chiapaneco y favoreció
la marcha zapatista hacia el Distrito Federal, a pesar de los reclamos
que le hicieron, en privado y públicamente, dirigentes de las cúpulas
empresariales y del Partido Acción Nacional.
En entrevista que dio a La Jornada, sobre este
punto, dijo: "He tomado el pulso ciudadano para no equivocarme y en esto
no estoy equivocado: ¡no estoy solo! Estamos millones y millones
de mexicanos comprometidos con la paz. Ni Marcos ni yo tenemos ya
alternativa. Estamos en un callejón hacia la paz... yo estoy buscando
atemperar voces muy ruidosas... y estoy hablando con los empresarios, con
el PAN, con el PRI, y les estoy diciendo que esta es la gran oportunidad
que tenemos de pagar esa inmensa deuda que tenemos con los indígenas".
Con el EZLN en la capital del país y hablando en
la Cámara de Diputados, el acercamiento que en marzo del año
pasado se dio con la comandancia guerrillera y "cumplidas de mi parte"
con las demandas de los zapatistas, Fox veía con optimismo el futuro.
Aligeraba el ambiente: "¡Hola! ¿De cuál fumas? ¿Qué
marca de tabaco fumas? Fumas bien esa pipa, ¡eh!", dijo que sería
su saludo a Marcos, en un eventual encuentro "ojo a ojo".
Siguió en ese tono. Y en una gira por Toronto,
Canadá, identificó al líder guerrillero como "mi amigo
de las cañadas" de Chiapas.
Su optimismo, frases y mensajes terminaron cuando en agosto
el Congreso aprobó una legislación totalmente distinta. Antes
de su primer Informe de Gobierno, reconoció que no era lo que él
esperaba, pero se escudó en que "en estos nueve meses se ha hecho
más por la paz en Chiapas que lo que se hizo en todos los anteriores".
Sus asesores se refugiaron en la máxima foxista
de la toma de posesión: "el Ejecutivo propone y el Legislativo dispone",
mientras que sus publicistas echaron a andar una campaña en la que
dejaban ver que había sido el Legislativo el poder que truncó
la posibilidad del diálogo para la paz... JUAN MANUEL VENEGAS