OPERACION CRUDO
Tras denostar la gestión del Ejecutivo, la
bancada tricolor quebró el quórum
Diputados priístas y panistas desairan a Creel
en San Lázaro
El fundamento de la política interior ha sido
mostrar la cara amable en las antesalas de Gobernación y la persecución
injusta para enfrentar a los adversarios, dijo César Augusto Santiago
en un ajuste de cuentas por el agravio petrolero Pide al secretario
respetar el legado de Juárez
CIRO PEREZ Y ALONSO URRUTIA
Solo. Con su comparecencia ante los diputados en el naufragio,
desamparado por el PAN y desafiado por el PRI, el secretario de Gobernación,
Santiago Creel Miranda, casi clamaba por el diálogo, por un interlocutor
con quien debatir, con quien acordar...
Otra vez un 11 de septiembre negro para el inquilino
del Palacio de Covián. Ahora con la involuntaria complicidad del
PAN, el PRI quebró el quórum y puso una vez más
en crisis las relaciones entre Legislativo y Ejecutivo.
Lapidario, sin concesiones, ni siquiera para el elemental
resquicio protocolario, el priísta César Augusto Santiago
se apresuró a ajustar cuentas por el inadmisible agravio petrolero,
en un delirante discurso antifoxista:
"¿Sostiene
usted que lo que importa no es lo que se diga y menos el recuento de lo
realizado, sino mejor que la gente asuma por la publicidad, por la machacón
(sic) exagerada, la manipuladora campaña de acciones de la publicidad
que se supone sustentan un buen comercial, que un buen ejercicio de gobierno?
¿Dónde están ubicados los valores de la democracia?
¿Están acaso en lo que se presume que la gente va a pensar
después de una secuela de verdades a medias, o sesiones para crear
una imagen que no es real, que no coincide con la vida mexicana? ¿Está
usted de acuerdo en que para conseguir el éxito publicitario dé
lo mismo inclinarse hacia dignatarios extranjeros, ya sean éstos
mensajeros de paz como el Papa, (que) mensajeros de la guerra como el presidente
de los Estados Unidos; buscando en el mundo condenados a muerte para pedir
clemencia y aprovechar malsanamente la piedad y clemencia de los mexicanos
que defienden los derechos humanos de los 60 millones de pobres?"
Así, asfixiante, sin punto de reposo, el priísta
enjuiciaba, condenaba al gobierno del cambio, demolía el sueño
foxista, hasta llegar al punto medular, al punto de quiebre entre el viejo
y el nuevo régimen:
"¿Cómo afirmar que se satisface el artículo
tercero constitucional, que ordena que sin hostilidades ni exclusivismos
se construya la democracia, cuando la real fundamentación de la
política interior ha sido mostrar la cara amable en las antesalas
de Gobernación y el escándalo brutal, la persecución
injusta, la sospecha, la suspicacia, la pesquisa fuera para enfrentar a
sus adversarios?..."
A su lado, Creel enrojecía más y más
con cada frase, con cada denuesto priísta. La descalificación
era tal que optó por ya no escribir una sola línea para preparar
su respuesta, que ya no tendría oportunidad de dar.
En el área de invitados, el equipo cercano de Creel
miraba petrificado la escena, y la bancada panista aparecía como
mera espectadora y, a saber las razones, pero no se operaba ninguna respuesta.
Desde la tribuna, César Augusto Santiago no daba
tregua ante el alarido de sus correligionarios que festejaban la respuesta
¿la venganza? Conminaba, instruía al responsable de la política
interior los pasos a seguir para salir de la crisis:
"Si le interesa, como le dice el Presidente, cumplir el
estado de derecho, debe ordenarle al procurador que no emita órdenes
de aprehensión a través de los medios masivos de comunicación
social, como ha sido su costumbre (...) Ya no le conviene a la nación,
señor secretario, que el Ejecutivo envíe iniciativas por
la ley del rumor, como la iniciativa fiscal; que el Ejecutivo dicte órdenes
de aprehensión por los medios de comunicación; acusaciones
penales como pretexto para un escándalo más que oculte deficiencias
o que permita excusas para seguir con un ejercicio supuestamente democrático
y terriblemente falto de capacidad para gobernar la democracia."
Bastaron 10 minutos para poner en jaque la gobernabilidad
democrática, que el priísta remató con un desplante
republicano para cobijar el espectáculo de la real politik:
"Usted, señor secretario, que rescató a
Juárez de los sótanos de Los Pinos, tiene la obligación,
como político mexicano, de respetar su legado y hacer prevalecer
la política de la República. Ordene usted que la política
interna de este gobierno ¡vaya por los rumbos que Juárez definió!
Nosotros seguiremos firmes, buscando alianzas, explicando nuestras razones,
apoyando nuestros consensos leales."
Desencajado, Creel apenas esbozó una sonrisa de
despedida con el priísta. Un frío saludo y el secretario
quedó ahí, apoltronado en una curul, indefenso, impotente,
incrédulo ante lo que apenas era la primera fase del operativo
priísta.
Era el principio del fin de su comparecencia, vendría
aún el vacío retador de las bases priístas.
En tropel, sin dar oportunidad a nada, encabezada por
su coordinador Rafael Rodríguez Barrera, la bancada priísta
tomó la salida. La mirada perdida del secretario atestiguaba el
agravio, la derrota, la humillación.
Día negro para Creel
Casualidad o no, Creel volvió a comparecer ante
los diputados un 11 de septiembre. Hace un año su discurso sobre
la gobernabilidad democrática languideció ante los ataques
a las Torres Gemelas de Nueva York. Esta vez sucumbió ante el implacable
embate priísta y la inexplicable ausencia de gran parte de la bancada
panista.
Y es que de manera casual o no, más de 70 diputados
del partido en el poder se ausentaron de la comparecencia del responsable
de la política interior. Y aunque el coordinador panista, Felipe
Calderón, anunciaría después sanciones extraordinarias
para los faltistas, en los pasillos corrió la versión de
que también en el blanquiazul le ajustaron cuentas a Creel
Miranda.
Un día para olvidar (o para no olvidar) del secretario.
Desde que arrancó, se presagiaba tormenta. Las 11:14 de la mañana,
más de una hora después de la hora fijada para el inicio
de la sesión, y el quórum era de 254 diputados, de los cuales
apenas un puñado eran panistas.
En
el Salón Verde, la diputación priísta debatía
y al borde de los golpes fraguaba una estrategia para responder al juicio
de procedencia contra Romero Deschamps que la víspera, sin tacto
político, sin el elemental cuidado de las formas, había enviado
el Ejecutivo a la Cámara de Diputados.
Enardecidas, las bases priístas, no sin esfuerzos
dejaron atrás las divisiones para unirse frente al enemigo común
y exigieron a su coordinador Rodríguez Barrera una respuesta de
las dimensiones de la afrenta, no al ausente Romero Deschamps, sino al
mismísimo PRI. De entrada, el presidente de la Comisión de
Puntos Constitucionales, Salvador Rocha Díaz, propuso que en respuesta
a la insistencia del gobierno de litigar en los medios el caso del líder
petrolero, se hiciera el vacío a Creel, iniciativa que intentó
someter a votación. ''Hay que devolver el golpe político
con otro golpe político'', sentenció.
De inmediato atajó el líder de la bancada:
''Por mi parte, les digo que yo voy a asistir'' y los conminó a
ponderar que, si tendrían al adversario enfrente, no desaprovecharan
la ocasión. La sugerencia fue aceptada por los diputados, aunque
algunos lo hicieron a regañadientes. Y aunque se preparaba un ajuste
de cuentas con el Ejecutivo, las rencillas internas salieron a relucir.
El diputado zacatecano Víctor Infante trató de desmarcarse
oponiéndose a que la bancada en su conjunto saliera en defensa de
Romero Deschamps.
Eddie Varón Levy inició una airada defensa
del líder petrolero encarando al zacatecano. Al salir, este último
reclamó: ''Yo no me he beneficiado de ninguna de sus transas'',
a lo que Varón respondió mientras empujaba a Infante, ''pero
sí de otras campañas''. Ni siquiera un telefonema con Roberto
Madrazo detuvo la insurrección de los legisladores.
En el salón de plenos comenzó a correrse
la estrategia alentada por algunos: salirse de la comparecencia, llevar
la confrontación al máximo y demostrar que el caso Pemex
había tocado otros terrenos prohibidos.
Así arrancó la comparecencia. Y aunque frente
al exabrupto priísta parecieron tímidas las críticas
al gobierno foxista, el resto de la oposición también arremetió
contra el secretario. El perredista Gregorio Díaz Germán
reclamaba: ''Es inaceptable el doble discurso del Presidente; mientras
por un lado embiste contra el Congreso para beneplácito de los detractores
del avance democrático, por otro lado en su Informe reconoce la
imprescindible contribución del Legislativo al proceso de cambio
democrático. ¿En dónde miente? ¿Cuando ataca
o cuando reconoce? El tiempo se consume y el cambio prometido no llega''.
El panista Armando Salinas intentó una tímida
respuesta. Nada que sirviera de salvavidas al secretario que, en
su intervención inicial, había pedido dejar atrás
los denuestos y cambiarlos por los acuerdos imprescindibles para la nación.
Tocaría al diputado independiente (ex priísta)
Amador Rodríguez Lozano finiquitar la estrategia priísta.
Con la ausencia del tricolor y la evidentemente disminuida bancada
panista, se apresuró a solicitar el quórum: 215 diputados.
Desesperado, Salinas Torre lanzaba un último intento y amparado
en que algunos diputados apenas retornaban a sus lugares, pidió
de nuevo el pase de lista a la presidenta Beatriz Paredes. Salió
peor. Quórum final: 190 diputados. Era el fin. Fue el fin.
El pase de lista
Partido |
Bancada |
Asistencia |
|
PT |
8 |
|
5 |
|
PVEM |
16 |
|
14 |
|
PRD |
54 |
|
40 |
|
PAN |
206 |
|
130 |
|
PRI |
208 |
|
136 |
|
PSN |
3 |
|
PAS |
2 |
|
CD |
1 |
|
Independientes |
2 |