Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 12 de septiembre de 2002
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Política

Soledad Loaeza

El México azul celeste

E el pasado, el azul distintivo de Acción Nacional era mucho más tenue que hoy día. En los años 50 la combinación de este tono con el color blanco evocaba las imágenes de la Inmaculada Concepción, así como la inequívoca afiliación del partido al catolicismo y a su Iglesia. Veinte años después, cuando José Angel Conchello era presidente panista, se intensificaron los tonos de la bandera y del discurso; se añadió el anaranjado, que imponía un fuerte contraste a los históricos blanco y azul, provocando además un choque visual acorde con la estridencia de las denuncias anticomunistas que entonces fueron uno de los instrumentos más poderosos de movilización del partido, cuando empezó a abrirse espacio entre las noveles clases medias de los alrededores del Distrito Federal. Eran los tiempos en que Luis Echeverría se acogía a las generosas tradiciones de la izquierda, y ésta lo recibía con los brazos abiertos y la mirada conmovida. Desde entonces el PAN ha sido tan tricolor como el PRI, el naranja es frecuente en publicaciones y propaganda del partido, pero no ha sido elevado al emblema, y es probable que nunca lo sea. Acción Nacional se empeña en ser el partido blanquiazul, en tonos fortes o pianissimos, pero fiel a sí mismo. Esta observación puede parecer menor, pero no es sino una de las manifestaciones de una estrategia de largo plazo que es una noción por completo ajena a los dos principales adversarios del PAN: el PRI y el PRD. El primero porque todas las noches se acuesta sin saber si tendrá con qué amanecer, y el segundo porque lo único que le importa es la Presidencia de la República en 2006, como si no supiera que para entonces el bien que tanto ambiciona no será ni sombra de lo que fue hace todavía dos años.

El asunto de los colores viene a cuento porque es un símbolo visible de la firme identidad partidista que mantiene la organización Acción Nacional, mucho más consolidada que otras fuerzas políticas que siguen creyendo que la mejor vía para alcanzar el poder es el disparo de escopeta. Es decir, pretenden captar electores con la boca bien abierta en todas direcciones. El PAN, en cambio, mantiene viva su determinación de formar ideológicamente a sus simpatizantes con el propósito de multiplicar su base de militantes y afianzar así su presencia en el poder. A diferencia de los otros partidos que se comportan sobre todo como organizaciones al servicio de potenciales electores, Acción Nacional trabaja con la perseverancia y la paciencia que le son características en el adoctrinamiento -una palabra que ha caído en desuso, aunque la práctica esté vigente- de los jóvenes. Sus actividades en este terreno están perfectamente planeadas, son sistemáticas, se ciñen a un programa claro y cuentan con el apoyo de universidades privadas, que llenan sus auditorios con hileras de estudiantes bien formaditos y disciplinados que escuchan atentísimos a los expositores, toman notas y sacian sus naturales curiosidades, así como un entusiasmo participacionista muy de nuestros tiempos. Frente a esta estrategia no deja de llamar la atención la absoluta pasividad del PRI o del PRD, que siguen creyendo que como los mexicanos somos hijos de la revolución nacemos naturalmente de izquierda, a excepción de los malnacidos, y que la educación política sale sobrando porque para ganar basta la aplanadora mayoritaria, el machete o los alaridos y la rumba cegeachera.

El interés de los panistas por la ideología -que muchos prefieren llamar doctrina para evitar equívocos- ha llevado en los meses anteriores a dos grandes reuniones internacionales en las que se han empeñado en demostrar que son más que una corriente electoral, una verdadera opción ideológica, de gobierno y de sociedad. La más reciente se realizó en las instalaciones del partido en los primeros días del mes, organizada por la fundación Preciado Hernández, con la participación de dirigentes del Partido Popular de España, de la organización demócrata cristiana de América Latina y de la Democracia Cristiana alemana, con la asistencia de muchos jóvenes. Su fin explícito era la renovación ideológica del partido. Una apuesta de largo plazo, si la hay. No les gusta a los panistas que se diga que son de derecha, pero si se acompañan de la derecha española, alemana y chilena, hablan como esas derechas y están más que a gusto con ellas, serán de derecha, o por lo menos eso parecen. Sin embargo, no estamos hablando de los fantasmas del extremo, sino de organizaciones secularizadas que buscan una alternativa al neoliberalismo con la intervención dosificada del Estado y ajustes a la globalización. Con estas aportaciones tendríamos un PAN azul claro con pinceladas de blanco y poco naranja.

Y a todo esto, Ƒdónde está la izquierda? Los grupos que aspiran a esa filiación, que en México mantiene una superioridad moral que todos se disputan, se revuelven en conflictos internos, falsas tradiciones, impulsos gerontocráticos, idearios multicolores y una irresponsable ceguera en relación con el largo plazo. Fragmentados, se meten el pie unos a otros, sin lograr siquiera los pasos armoniosos de las piezas de un caleidoscopio, que cambian su disposición sin alterar su número ni su forma. Mientras Acción Nacional se mira en los jóvenes, la constelación de la supuesta izquierda mexicana mantiene la vista fija en el pasado, pero tampoco esta obsesión le permite recuperarse de su propia historia y poco sirve para prometer el futuro.

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