A UN AÑO DEL 11-S
La zona cero, la mayor atracción turística
del año; la gente susurra, toma fotos y se va
Discursos, conciertos, foros, rezos, reflexiones...;
la herida en Nueva York está limpia, pero no sanada
Un mexicano citado por Giuliani en la lista de los muertos,
vive y goza de buena salud
DAVID BROOKS Y JIM CASON CORRESPONSALES
Nueva York, 11 de septiembre. Uno por uno, los
2 mil 801 nombres fueron leídos en voz alta ante lo que fue una
gran fosa común para un mosaico humano que perdió la vida
en dos torres de babel, y así comenzó el aniversario del
11 de septiembre en esta ciudad.
Por orden alfabético, diversas figuras políticas
y sociales -entre ellas el actor Robert de Niro, el secretario de Estado,
Colin Powell, y el ex alcalde David Dinkins- pronunciaron nombres italianos,
irlandeses, indios, árabes, israelíes, chinos, japoneses,
colombianos, anglosajones, de las víctimas de entre uno y 85 años
de edad, de decenas de países, la mayoría trabajadores.
Entre los primeros 10 nombres que le tocó pronunciar
al ex alcalde Rudolph Giuliani estuvo el de Jesús Acevedo Rescandón,
uno de los 16 mexicanos que, según la lista oficial del consulado
de México, desaparecieron ahí. Pero al parecer, hay milagros
resulta que el tal Acevedo está vivo y con buena salud, y ya no
figura en la lista del consulado. Pero hoy todo el mundo el inicio de este
acto fue trasmitido en vivo al mundo por los principales medios fue informado
que este señor está difunto.
Ahí un grave problema: ¿cuántos murieron?,
¿cuántos no tienen rostro ni identidad? Algunos dicen que
mucha gente sin techo pereció y nadie tiene idea de cuántos.
Pero los otros invisibles son los trabajadores indocumentados, entre ellos
tal vez muchos mexicanos más.
La Asociación Tepeyac de Nueva York tiene información
de por lo menos otros cinco o seis mexicanos que podrían haber desaparecido
bajo las torres, pero que no figuran en las listas oficiales. "Es una tragedia
morir lejos de la familia, y doble tragedia es morir sin rostro y sin nombre
por acuerdo de los patrones y las autoridades de este país, como
les pasó a víctimas del 11 de septiembre", declaró
hoy Joel Magallan, director ejecutivo de la Asociación Tepeyac.
Doblan campanas
Se
guardó un minuto de silencio justo a las 8:46 horas, cuando el primer
avión se estrelló contra las Torres Gemelas; a las 10:29
las campanas de las iglesias de la ciudad doblaron para marcar el derrumbe
de la torre norte. En la madrugada, las bandas musicales de los bomberos
caminaron desde diversos puntos de la ciudad para llegar al cráter
del World Trade Center -el llamado ground zero, donde se realizaron
las actividades de la mañana. Familiares de las víctimas
colocaron flores en el centro del cráter, violines y flautas ofrecían
un trasfondo a la lectura de los nombres de los desaparecidos. El alcalde
de Nueva York, Michael Bloomberg, y su antecesor, Giuliani, también
encabezaron una ceremonia con un minuto de silencio en la bolsa de valores
de Nueva York.
Familias, hijos huérfanos, viudas y viudos, se
abrazaron, lloraron, mostraron fotos de sus seres queridos, y bomberos
y policías recordaban a sus compañeros. Entre ellos, una
madre inmigrante árabe recordaba a su hijo de 24 años.
Ella contó la noche anterior que su hijo "atraía
a los niños, a los inocentes. Lo llevé dentro de mí
nueve meses y lo crié durante 23 años, creció como
estadunidense, jugando beisbol, pero también era un musulmán
que rezaba cinco veces al día, yo vine desde mi país para
perder a mi hijo en Manhattan. Tiene que haber una razón. Dios tiene
que tener una razón". Su hijo, comentó, trabajaba como técnico
de servicios de emergencia, y cuando vio el desastre del metro ese 11 de
septiembre, corrió a ofrecer ayuda.
Desapareció, y poco después, por ser de
origen árabe, el periódico New York Post dijo que
las autoridades sospechaban que había sido "un terrorista". Pero
al final se encontraron sus restos, había muerto rescatando heridos.
Una enorme manta sobre un edificio frente al sitio del
desastre indica: "nunca olvidaremos". Este sitio ha sido tal vez la mayor
atracción turística del año; siempre está lleno
de gente en las calles alrededor del ground zero, pero las voces
son bajas, y la gente susurra, toma fotos y avanza. Aquí, Dios está
presente con diversas agrupaciones religiosas ofreciendo salvación
frente a lo que era un infierno.
Poco más tarde, más actos oficiales con
el alcalde y representantes de unos 92 países cuyos ciudadanos murieron
en las torres (el presidente Vicente Fox estuvo representado por el embajador
ante la ONU, Adolfo Aguilar Zinser), se unen para encender velas y una
"flama eterna" en un nuevo monumento en el parque Battery, en la punta
sur de Manhattan. Cantaron America the Beautiful y se dio lectura
a fragmentos de discursos famosos de la historia estadunidense, uno de
Franklin Delano Roosevelt y otro de Abraham Lincoln (como señaló
un analista, los políticos de hoy parecen admitir que no tienen
talento propio para redactar un discurso de estas alturas).
Estos actos fueron acompañados por varias conmemoraciones
en toda la ciudad: conciertos de filarmónicas en Brooklyn y en Central
Park, en Queens y en el Bronx, lecturas y foros en el Museo Metropolitano,
en algunas bibliotecas, con conocidas figuras culturales; varios actos
de "reflexión" en templos y mezquitas, y también en escuelas
y centros comunitarios. Fue convocada una marcha y vigilia por organizaciones
árabes estadunidenses en Brooklyn y Manhattan, mientras que en Union
Square, a lo largo del día, la gente se reunió para cantar,
meditar, escribir o leer mensajes sobre una gran "pared de reunión
del pueblo".
Fue día en que se recontaron mil historias de milagros,
de heroísmo, de escenas grotescas, de pánico y desconsuelo.
Como el de dos maestras de la guardería infantil en la base del
World Trade Center, quienes sacaron a unos 15 o más niños,
salieron corriendo, los subieron a unos carritos de supermercado, y entraron
por la nubes negras de polvo. Ahí, extraños ofrecieron sus
camisas para cubrir a los niños y caminaron más de 5 kilómetros
para encontrar un lugar seguro.
O el maestro de una preparatoria a una cuadra de las torres,
cuyo director y otros administradores abandonaron la escuela y a sus estudiantes.
El joven organizó a 90 alumnos, los hizo mantenerse unidos y los
dirigió por el caos de las calles durante 30 cuadras y de ahí
cada uno se fue a sus hogares. Antes, el joven maestro anotó los
números de todos, habló a sus casas, y sólo después
estalló en lágrimas y sufrió un colapso nervioso.
O decenas de historias de cómo extraños rescataron a gente,
y por el polvo, los sobrevivientes no pueden identificar a sus héroes,
ni saben si están vivos.
Los mensajes de los políticos, de los participantes
en los actos oficiales (la mayoría, cerrados al público por
las medidas de seguridad, y la presencia del presidente George W. Bush
y otras personalidades importantes) fueron trasmitidos a lo largo del día
y abrumaron el espacio del gran diálogo público de esta capital
mundial. A las voces consideradas disidentes les fue permitido hablar,
pero sin micrófono a escala nacional.
"Estamos ante un gobierno que considera la disidencia
como acto antipatriótico", afirmó anoche el abogado constitucionalista
Michael Ratner, quien ha demandado al gobierno federal en cortes nacionales
e internacionales 17 veces durante más de 20 años por violaciones
al derecho constitucional e internacional.
Anoche en un mitin por la paz que congregó unas
mil personas en Washington Square Park, palestinos, israelíes, musulmanes
estadunidenses (llegó un mensaje solidario de Muhammad Ali), y veteranos
activistas por la paz intentaron romper el mensaje oficial, hablando de
que "toda guerra es acto terrorista", y contaron las historias de los atentados
contra tantos pueblos, desde los palestinos a los chilenos, a Nicaragua
y Vietnam, en donde Estados Unidos ha sido responsable de tantas muertes,
tantas viudas, tantos huérfanos.
El padre Daniel Berrigan, famoso por sus acciones de desobediencia
civil junto con su hermano Phillip (quien está encarcelado), leyó
sus poemas, uno sobre "es mejor ponerse de pie y defender el bien, que
nunca hacerlo, y es mejor ponerse de pie dos veces que una, y es aun mejor
empezar a caminar que sólo ponerse de pie. El bien se tiene que
hacer no por otra cosa más que es el bien, y se tiene que defender
por los niños, por el corazón y por el pan de todos".
No a más guerras
Amy Goodman, periodista de radio independiente, declaró:
"estamos aquí para expresar nuestro pesar con nuestros hermanos
neoyorquinos, y para decir no a la guerra". Ratner insiste que esta oposición
es una para que nunca más se repita aquí ni en ninguna otra
parte del mundo lo que vio el 11 de septiembre: "los niños preguntando,
¿dónde está mi madre, dónde está mi
padre? En esa pregunta queda claro el horror de toda guerra", y denuncia
que Estados Unidos estuvo entre los que obligaron a niños hacer
esa pregunta en lugares como Chile, Guatemala, Nicaragua, El Salvador,
Panamá y Vietnam. "Nunca podremos sentirnos seguros aquí
hasta que dejemos de saquear a otros pueblos".
Mientras tanto, miles de neoyorquinos padecen las consecuencias
personales y sicológicas del 11 de septiembre, desde la muerte de
un ser querido hasta el desempleo, de la inseguridad a problemas mentales.
Muchos no duermen, para otros cualquier ruido fuerte sigue espantando,
el rugir de aviones provoca ansiedad. Tal es así que existe un servicio
especial desde hace casi un año para estos problemas. "11/9 un año
después", se lee en el anuncio en el metro. "¿Todavía
siente usted el impacto del desastre del World Trade Center? Llame al 877...
Ayúdese", un servicio apoyado por el gobierno municipal.
Los teatros de Broadway bajarán la intensidad de
sus luminarias en símbolo conmemorativo; algunas funciones están
canceladas para hoy.
La bolsa de Nueva York comenzó actividades hasta
después de las 11 de la mañana, mientras que los anunciantes
suspendieron su propaganda comercial en la televisión, y en lugar
de publicidad en los periódicos, muchas empresas publicaron mensajes
en torno al 11 de septiembre.
La herida de esta ciudad se ha limpiado. Todo está
listo para la reconstrucción de la zona de 16 acres que antes contenía
las dos torres y otras estructuras. Pero nadie cree que los actos de hoy
hayan curado esa herida. Las palabras oficiales son como toda declaración
de ese tipo: vacías, casi todas redactadas no por la persona que
las pronuncia, sino profesionales verbales.
Son los cuentos de la calle, de la gente, los abrazos
al encontrarse con el extraño que les salvó la vida, de ese
diálogo en todos los idiomas del mundo en esta ciudad que forman
el ungüento necesario para poder empezar a curarse, o por lo menos
para aguantar mejor el dolor y superar la soledad Nueva York, que, como
dice Ariel Dorfman, "es la ciudad de todos" en el mundo.