Guillermo Almeyra
Bush y el inglés de los "marcianos"
ƑSe acuerda usted de mi artículo del 12 de septiembre de 2001 titulado "ƑLos marcianos hablan inglés?", en el cual formulaba la hipótesis de que, como en otras ocasiones históricas, una parte del establishment estadunidense podría haber dejado que se perpetrasen los atentados para justificar una guerra y medidas internas represivas? Pues según una comisión especial del Senado de Estados Unidos, los servicios de seguridad de ese país sabían ya desde agosto de 1998 (tres años antes) que se realizaría un atentado con aviones contra las Torres Gemelas, sabían ya desde abril de 1999 que utilizarían aeronaves comerciales nacionales y, desde poco después, que los atacantes serían gente de Al Qaeda, evidentemente infiltrada, pues si no no hubiera sido posible conocer con tanta antelación y precisión sus planes. El Senado estadunidense habla por eso de negligencia culposa. Habría que preguntarse si sólo fue tal o si el grupo de los petroleros y armamentistas dejó que se cometieran los atentados para después justificar nuevos golpes de Estado (el primero había sido la elección fraudulenta de George W. Bush que le obligaba a inventarse la legitimidad de que carecía.) Parece, entonces, que los marcianos hablaban inglés, por lo menos con quienes los habían organizado, financiado, apoyado y controlado durante años y, por lo tanto, mantenían con ellos fuertes lazos de confianza. Parece también que, como siempre en la política de Estados Unidos, lo "exterior" servía sobre todo para fines internos. Porque Bush se montó sobre la ola patriotera que provocaron los atentados para suprimir -con la Patriotic Act y otra legislación semejante- derechos y espacios democráticos esenciales de los ciudadanos y demás habitantes de Estados Unidos y dio así su segundo golpe de Estado: con el chovinismo y la xenofobia organizados desde el Estado hundió al país en el totalitarismo y distrajo la atención del aumento del desempleo, de la caída de la producción y de las ganancias, del derrumbe de las grandes empresas y de la ideología oficial y, últimamente, del espectáculo de la corrupción del entorno presidencial, ligado a los de Enron y otros piratas semejantes, y de su carencia de legitimidad.
En el curso del año más reciente, a pesar de eso y del aumento de los gastos militares, la economía siguió empeorando. Se perdieron otros 400 mil millones de dólares en la bolsa, el dólar cae, los capitales extranjeros disminuyen su afluencia y, por el contrario, vuelven a Europa y a Japón, se van 200 mil millones de dólares de capitales saudíes, el consumo domiciliario disminuye, la desocupación crece y el déficit en la balanza de pagos también aumenta. El grupo de petroleros del cual forma parte Bush (los cuatro jinetes del Apocalipsis: Bush, Cheney, Rumsfeld y Condoleezza Rice) prepara entonces un nuevo golpe de Estado: una bella guerra, más fructífera que la de Afganistán, que le dio sin embargo el control del posible paso del gasoducto desde el Caspio ex soviético hasta el océano Indico y de las cordilleras que son las fuentes de agua de todo Extremo Oriente. Esta vez se trata de bombardear y aniquilar la legislación internacional y a la Organización de Naciones Unidas (ONU) ocupando Irak. El pretexto no es ni siquiera el de la Guerra del Golfo (una agresión iraquí a otro país), sino que es más simple: a los cuatro petroleros no les gusta el presidente iraquí y, por consiguiente, con la teoría hitlerista de la responsabilidad colectiva, se preparan a bombardear a todo un pueblo. No importa que Saddam Hussein haya sido el instrumento de Washington contra Irán durante una guerra que duró ocho años y que Washington abasteció en armas y en dinero. No importa que Rumsfeld haya estado en Irak cuando Saddam mataba con gases a civiles kurdos y no haya ni chistado, al igual que el Departamento de Estado. No importa que Cheney haya trabajado con Saddam para la reconstrucción de los daños causados por la Guerra del Golfo sin enterarse de a quién ayudaba. El problema es que Estados Unidos necesita la guerra con Irak (el segundo país en reservas petroleras probadas) para dominar o aplastar también a Irán (el país con mayores reservas de gas) y acabar con las veleidades saudíes de independencia, por las buenas o por las malas. Y la necesita además para quitarles a europeos, chinos y japoneses, de una vez por todas, el acceso a los recursos energéticos de esa zona y para cerrarles a rusos, franceses y alemanes el mercado de la reconstrucción industrial iraní e iraquí. Por tanto Bush prepara también su golpe de Estado contra otros grupos capitalistas, incluso en Estados Unidos, porque debe ganar las elecciones en la Cámara de Representantes y recuperar el Senado. O sea que emprende por razones electorales una aventura bélica que podría precipitar una terrible crisis petrolera, el estallido de Medio Oriente, el agravamiento de la actual recesión mundial, la argentinización de los países dependientes. De ahí la precipitación con que intenta hacer aprobar por el Congreso su guerra, por encima de la ONU y de la oposición interna e internacional. De ahí también la contramedida del Senado, que sugiere que Bush ha mentido a la nación y al mundo. Jorge G. Castañeda "se inclina" ante un gobierno de una camarilla, ilegítimo e irresponsable. ƑDeben hacer lo mismo los mexicanos que aún están dotados de memoria histórica y de principios?
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