ASTILLERO
Julio Hernández López
El cansancio del Presidente
A todo aquel que el domingo en el rancho San Cristóbal
se acercó al mandatario para pedir ayuda, Fox lo mandó con
cajas destempladas
EL PRESIDENTE ha andado de malas (en cuanto a su
ánimo, no sólo en cuanto a sus resultados políticos
y económicos). El domingo pasado, por ejemplo, en el rancho San
Cristóbal (que normalmente parece ayudarle a recargar batería)
se mostró notablemente cansado de seguir representando el papel
de arcángel salvador de la patria y de sus minucias individualizadas:
a todo aquel que se le acercó para pedir ayuda, gestión,
recomendación, entrevista o declaración, lo mandó
de regreso con cajas destempladas. Es cierto que ese día apareció
con un raspón en la frente, cuyo origen quiso tratar cual si fuera
problema de gobierno, es decir, minimizándolo y convirtiéndolo
en un típico "nada, no pasa nada". También debe anotarse
que coincidió la agria explosión de carácter con el
anuncio de que su hijo, Vicente Fox de la Concha, de 21 años de
edad, habrá de casarse en fecha próxima. Y, desde luego,
podría estar en el fondo del enojo el enredo petrolero que ha llevado
a la economía a su peor nivel del periodo sexenal (ayer, 10.38 pesos
por dólar, caída de acciones de compañías mexicanas
importantes y un sugerente "corto" antinflacionario más del Banco
de México, cuyo gobernador, Guillermo Ortiz, suda frío al
ver en su bola de cristal crecimiento de la inflación y mayor depreciación
del peso, al grado de haber obligado al Presidente y a su equipo económico,
el jueves pasado, a ir a conferenciar a la sede de ese banco central y
no a Los Pinos).
PERO
NUNCA se había visto al presidente Fox rozando las fronteras
del maltrato y el menosprecio hacia ciudadanos que se le acercasen a pedirle
al dios sexenal las soluciones que nunca han existido, pero que
él prometía y alentaba una y otra vez mientras buscaba el
voto que le llevara a Los Pinos. Xóchitl Alvarez, en El Universal,
narró, por ejemplo, que a Alfredo N., quien viajó desde San
Francisco Chimalpa, estado de México, para pedirle una beca para
el sexto año de primaria en la escuela Plan de Ayala, Fox lo confrontó:
"¿Para qué quieres la beca, si la primaria no te cuesta nada?
No te cobran por ir a la escuela", contestó el madatario, quien
precisó al escolapio de 11 años que "cuando necesites una
beca para bachillerato o universidad, sí te la doy". A una mujer
que le pidió empleo le contestó que "la ciudad de León
está a pleno empleo", y que incluso "hay un letrero grande donde
se solicita urgentemente personal en las tiendas del libramiento que sale
de la glorieta al curtidor". Margarita Vega, de Reforma, reportó
que "tras escuchar las demandas, una por una", de "unas 30 personas", la
respuesta de Fox era prácticamente la misma: "en eso no te puedo
ayudar, eso no le toca al Presidente". Incluso a una mujer que se quejó
de los malos tratos que de parte de agentes aduaneros recibían los
migrantes mexicanos al regresar a su país, Fox sentenció:
"Tu queja no es cierta, las cosas ya cambiaron". María Victoria
Rada, que pedía a Fox inteceder por su hijo Oscar, a quien, decía,
le habían sembrado droga en Houston, Texas, el jefe del Ejecutivo
respondería: "Háblele al consulado; ellos pueden ayudarle
para poner un buen abogado a su hijo". Dado que la madre insistía
en que ya había hablado y no le hacían caso, Fox, el hombre
que canceló una gira a Texas porque conforme a su régimen
de derecho ordenaron ejecutar a un homicida mexicano confeso, asentó:
"Yo no puedo intervenir en la justicia estadunidense". Al que le pidió
ayuda para conseguir unas placas de taxi en León respondió:
"Yo no doy placas, ese no es asunto del Presidente de la República,
sino de la presidencia municipal". Una señora llamada María
se quejó de que un mes atrás había ido a San Cristóbal
a pedir ayuda para su hijo que había tenido una embolia, y que la
ayuda prometida por la señora Marta, por medio del DIF, no le había
llegado. Ya que no estaba la aludida, doña María pidió
ayuda cuando menos para el pasaje de regreso de ella y su hijo: "Como Presidente,
no tengo para ayudar, y ya la vez pasada te ayudaron. Pero le voy a decir
a la señora Marta a ver qué pasó".
AL FINAL, a los reporteros que le preguntaban de
distintos temas señaló: "Jóvenes, con la novedad de
que ya no doy entrevistas". Un presidente cansado, hastiado, molesto, que
al siguiente día, el lunes, en un acto organizado por la cuasi fantasmal
coordinación para discapacitados que él creó, volvió
contra los medios: "Vale la pena señalar, porque luego se pierde
de vista en la confusión de la parafernalia de comunicación,
donde se dice que no hay proyecto, cuando es la primera vez que un gobierno
no sólo hace un Plan Nacional de Desarrollo, sino lo hace a tiempo
y lo hace para cada una de sus dependencias y secretarías" (hasta
con eso: Fox, el descubridor del hilo negro llamado planes nacionales de
desarrollo).
DE BUENAS, increíblemente de buenas (o al
menos con esa apariencia), en cambio, apareció Andrés Manuel
Fox, es decir, López Obrador, luego del fracaso terrible del tal
plebiscito. Para el optimista tropical irredento resultó todo un
éxito lo que a los ojos de otros fue enorme abstencionismo, ínfima
votación en favor de los segundos pisos viales, misterio de los
votos en blanco que habrían sido producto de mal conteo, argüende
de los policías de Marcelo Camacho-Ebrard que andaban indagando
resultados en las solitarias casillas, y enojo de los restauranteros obligados
a una injustificada ley seca de dos días.
DIAS ALREVESADOS, con secuestros como el de las
hermanas Laura y Ernestina Sodi, que dio provocadora y desestabilizadora
vuelta al mundo por ser además hermanas de Thalía, la esposa
de Toni Mottola, o con el presidente Fox guiñando el ojo al diálogo
con los zapatistas al decir que las reformas constitucionales impugnadas
son "perfectibles", o con el huracán Isidore que se degrada,
al tiempo que lo mismo pasa con un Ricardo Pascoe que ya nada más
cobrará la quincena del día 30, o con el crudo que sube y
los mareos económicos que emborrachan, o con Javier Alarcón
preguntando en Televisa: "Y a ti, ¿no te interesa la política,
Ana?" y, veloz, la campeona Guevara: "Por lo pronto no".