MEXICO-CUBA
La conexión mexicana
El foxipanismo y la guerra secreta de Washington contra La Habana
Carlos Abascal auspició la creación de una organización anticastrista en México
Para que no fuera vetado el TLC, Salinas recibió en Los Pinos a Mas Canosa en 1992
CARLOS FAZIO/ I
México es una de las rutas del dinero para la subversión en Cuba. Bajo la administración foxista, el país se ha consolidado como cabeza de playa de grupos terroristas anticastristas y los intentos de Washington para derrocar a Fidel Castro. El último año, grupúsculos de la disidencia interna cubana "recibieron alrededor de un millón (de dólares) en dinero, computadoras y mercancías mediante un discreto programa que la Fundación Nacional Cubano Americana ha estructurado a través de México y Puerto Rico". La fuente de la información es inequívoca: Jorge Mas Santos, presidente de la FNCA.
El 21 de julio pasado, minutos después de haber sido relegido presidente de la junta directiva de esa organización, al finalizar un congreso de dos días declaró a El Nuevo Herald de Miami que los recursos -una parte enviados de manera clandestina y pública la otra- están inscritos en una nueva estrategia de la fundación, instrumentada a partir del año pasado, cuando se decidió trasladar el blanco de los esfuerzos políticos de la administración Bush y los grupos anticastristas de Florida hacia La Habana.
Aunque Mas Santos no lo dijo, parece obvio que la estrategia desestabilizadora contra la isla, a través de México, cuenta con aval y apoyo del gobierno de Vicente Fox y sectores conservadores del Partido Acción Nacional. Tras su llegada al poder, la política cubana de Tlatelolco quedó subordinada a los intereses de Washington. La reunión de Fox con la disidencia cubana en la embajada de México en La Habana, los intentos para excluir a Fidel Castro de la cumbre de la ONU en Monterrey por encargo de Bush, el voto anticubano ante la Comisión de Derechos Humanos en Ginebra, la reciente prohibición de los festejos patrios en Cuba y el affaire Pascoe, son las aristas más visibles del nuevo alineamiento foxista con Estados Unidos.
El pasado 26 de febrero el canciller Jorge Castañeda Gutman, operador del encuentro con disidentes en la misión diplomática de México en La Habana y del voto de condena a Cuba en Ginebra, restableció los vínculos directos con la FNCA al "abrir las puertas" del consulado y el Instituto Cultural de México en Miami a la organización terrorista fundada por Jorge Mas Canosa (ya fallecido), padre de Mas Santos. Por su parte, los diputados federales panistas Tarcisio Navarrete, Manuel Minjares, Benjamín Muciño y Heidi Storsberg han sido anfitriones en los cada vez más frecuentes viajes a México de los dirigentes de la FNCA, Omar López y Pedro Rodríguez, con escala en Tlatelolco.
A su vez, la senadora panista Cecilia Romero, otra amiga de la FNCA, hizo todo lo posible por "torpedear" de manera autoritaria la quinta reunión interparlamentaria México-Cuba -aunque finalmente fracasó y moderó su participación la semana pasada en la isla-, hecho considerado por el legislador Emilio Ulloa, del PRD, como "otra vendetta de Castañeda" y los grupos proestadunidenses que controlan la cancillería. Por su parte, Martí Batres había aludido al "doble rasero" del panismo en relación con los derechos humanos: pone énfasis en el caso de la interparlamentaria con Cuba, pero lo excluye de la interparlamentaria con Estados Unidos.
Todo indica que hasta ahora Castañeda había venido utilizando a la senadora Romero y al diputado Navarrete como arietes de una política dirigida a sumarse de hecho al bloqueo estadunidense contra la isla, no ya de palabra. Debido a su diplomacia "irresponsable" y "mentirosa", el secretario de Relaciones Exteriores había sido vetado desde abril pasado por las bancadas de PRI, PRD y PVEM en el Senado. Pero Castañeda, subordinado de Fox, no juega solo. El PAN, la FNCA y la Internacional Demócrata Cristiana, presidida por el ultraconservador José María Aznar, jefe del gobierno español, han venido cabildeando la candidatura al Premio Nobel del disidente cubano Oswaldo José Payá, uno de los impulsores del llamado Proyecto Varela -nuevo caballo de Troya de matriz estadunidense-, con quien Romero había anunciado se reuniría en La Habana.
Continuismo salinista
En rigor, Fox, Castañeda y sus peones Tarcisio Navarrete y Cecilia Romero no inventaron nada. Además de las razones ideológicas propias de los sectores más conservadores del PAN y el gabinete foxista, los vínculos con la extrema derecha de Miami indican, también en eso, el más puro continuismo. Mediante su tradicional política de presiones, la Casa Blanca había logrado torcerle las manos al gobierno de Carlos Salinas de Gortari, quien recibió a Mas Canosa en Los Pinos el 4 de agosto de 1992.
Como explicó el ex embajador en Cuba, Pedro Joaquín Coldwell, "la necesidad de que el caucus cubano en el Congreso de Estados Unidos no vetara el TLC, obligó al presidente Salinas a recibir al líder de la FNCA, Jorge Mas Canosa". Eran los días de gloria de Mas Canosa tras la llegada del ex jefe de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) a la oficina oval. El 14 de septiembre siguiente, Salinas recibió a Carlos Alberto Montaner, de la Unión Liberal Cubana, organización anticastrista con sede en Madrid, donde goza de la protección de los neofranquistas del Partido Popular de Aznar. Como Mas Canosa, Montaner ha sido señalado por sus nexos con la CIA.
A su vez, el ex presidente Ernesto Zedillo recibió a Montaner en Los Pinos el 7 de noviembre de 1999. Una semana después, en el marco de la novena Cumbre Iberoamericana celebrada en La Habana, la canciller Rosario Green se entrevistó con el anticastrista Elizardo Sánchez en la residencia del embajador Joaquín Coldwell. Se trató del primer contacto en territorio cubano de un alto funcionario mexicano con la disidencia interna. Los legisladores panistas Luis H. Alvarez y José R. Herrán, y Adolfo Aguilar Zinser, entonces senador independiente pero ya metido de lleno -junto con Castañeda- en la carrera de Vicente Fox hacia la Presidencia, se habían entrevistado una semana antes con Sánchez en los jardines del Hotel Nacional, mientras se celebraba la tercera reunión interparlamentaria México-Cuba.
Según una fuente legislativa de San Lázaro, la alianza del neoconservadurismo foxipanista con la ultraderecha de Miami quedó ratificada con la presunta participación de Federico Zertuche en el congreso de la FNCA en Miami. De acuerdo con la información, éste habría participado en representación del diputado Navarrete, quien había insistido en incluir como tema obligado de la agenda interparlamentaria México-Cuba reuniones con la disidencia interna en la isla.
Sintonía foxista con Radio Martí
Otra punta de la madeja es "la conexión Abascal", que ha permitido a la administración Bush y a la ultraderecha de Miami contar con una cabeza de playa en México para agredir a la isla. Carlos Abascal, fundador de la organización derechista Vertebra y actual secretario de Trabajo del gobierno foxista, auspició la creación en México de la organización anticastrista La Otra Cuba, integrada por ex guerrilleros mexicanos renegados, tránsfugas cubanos y ex terroristas ligados a la FNCA y a la CIA, financiados por fondos autorizados por el Congreso de Estados Unidos.
La trama de la conspiración ha involucrado, de manera consciente o inconsciente, a personalidades mexicanas con amplia trayectoria en los campos académico, social, humanitario y periodístico, entre quienes destaca la actual subsecretaria de Relaciones Exteriores, Mariclaire Acosta. Uno de los resultados de dicho activismo fue la creación, hace un par de años, de un Frente Mexicano de Solidaridad con Cuba, que en un principio se proponía mantener "una posición pública muy prudente y discreta" sobre el proceso cubano, a fin de evitar ser catalogado como una contra cubanomexicana (en alusión a los contras nicaragüenses entrenados y financiados por la administración Reagan en la guerra sucia contra el gobierno sandinista).
Tal vez sin saberlo algunos de sus miembros, La Otra Cuba, creada por un ex miembro del grupo Lacandones de los años 70, Jorge Poo -con la bendición de Carlos Abascal, uno de los adalides del conservadurismo mexicano-, y el Frente Mexicano de Solidaridad con Cuba forman parte de una vieja estrategia estadunidense para derrocar al gobierno de Fidel Castro. El proyecto, ideado en los tiempos de la guerra fría por los asesores de Seguridad Nacional de Reagan, incluyó de manera temprana a la FNCA de Jorge Mas Canosa, responsable de una serie de atentados terroristas contra la isla, y a partir de 1985 contó con Radio Martí, emisora oficial estadunidense adscrita a la guerra de propaganda y militar contra Cuba.
La emisora, que reproducía el patrón inaugurado en el viejo continente por La Voz de América, Radio Europa Libre y Radio Libertad en los años 50 durante la guerra contra el "enemigo soviético", surgió de una recomendación del Programa Santa Fe I (1980) a Ronald Reagan, quien tres años después refrendó la ley L 98-111, que establecía el Servicio de Transmisiones a Cuba, por parte de La Voz de América y confirmaba el proyecto aprobado por el Congreso. Reagan designó a Jorge Mas Canosa como presidente de la junta asesora de la radio.
Desde su nacimiento, Radio Martí estuvo destinada a convertirse, desde el éter, en una pieza clave en la guerra de baja intensidad contra la isla. La emisora salió al aire de manera simbólica el 20 de mayo de 1985, utilizando las mismas antenas de transmisión que usaba la CIA en el sur de Florida, en los años 60, para comunicarse con los grupos de misiones especiales y agentes infiltrados en la isla.
Como reconoció ante el Miami Herald el propio Mas Canosa -ex agente de la CIA reconvertido en magnate mafioso-, el proyecto radial "podía tener serias implicaciones militares". Uno de los principales objetivos de la emisora ha sido fomentar la creación de un potencial opositor interno en Cuba que pueda dividir a la población y distanciarla de sus dirigentes, mientras se prepara el terreno para crear una situación de disturbios y acciones estridentes. Dicho de otro modo, entre las principales funciones punitivas de Radio Martí está estimular la aparición de un frente interno que justifique eventuales acciones militares o de otra índole desde el exterior, por parte de Estados Unidos, en defensa de una "oposición democrática" en la isla.