ACAMAYAS

Acamaya en náhuatl = acatl maitl, que quiere decir mano de caña o carrizo.

Chacalapa = río de los chacalin. Chacaltianguis = tianguis de chacalin.

A las acamayas suele llamárseles también chacales, nombre que proviene de su original en náhuatl, chacalin, que es en realidad un pariente cercano de la acamaya. En otras regiones del país se les conoce como camarones o langostinos de río y camarones grandes; en la localidad de Díaz Covarrubias, Veracruz, se les nombra mayacastles. Camaya es su nombre en la región veracruzana de Sotavento y en las poblaciones ribereñas del Papaloapan. En Tabasco se vendían vivas, por las mañanas; en las calles resonaba el grito: ''piguas, hay piguas". Su nombre técnico es Macrobrachium acanturus.

Es un crustáceo de la misma familia del camarón, los langostinos y las langostas. Se reproduce depositando sus huevecillos en aguas claras, entre la vegetación ribereña. Existió en los lagos del Valle de México. En el país prosperan, principalmente en la vertiente del Golfo de México.

Se desplaza en el agua con movimientos rítmicos, remando con las patas y la cola, que también le sirve de timón. Utiliza sus antenas y ''barbas" para orientarse y comunicarse. Cuenta con manos articuladas, en los extremos rematan con tenazas, parecidas a las de los cangrejos. Le gusta vivir en lugares de aguas cristalinas y poco profundas, en clima templado y cálido, y ahí donde la luz del sol permite la vida de pequeñas algas y animales diminutos con los que se alimenta. Tiene dos pequeños brazos articulados; usualmente uno más desarrollado que el otro.

Las acamayas son más robustas que los camarones, pues llegan a medir unos 12 centímetros y pueden pesar 160 gramos cada una; las hembras son más pequeñas. Su color es amarillo claro, con puntos rojos y anaranjados; cuando se cuecen adquieren un color rojo en el exterior y su carne es blanca.

Los chacales y las acamayas viven en pequeñas cuevas que cavan bajo las piedras de los ríos y en pozas de aguas tranquilas; se dejan llevar por la corriente río abajo, sobre todo al comienzo y al final de la época de lluvias, en busca de nuevos lugares donde vivir. Es frecuente encontrarlas en las desembocaduras de los ríos y en aguas con bajo contenido de sal.

Los indígenas y campesinos que conocen bien su medio ambiente, pescan o atrapan a las acamayas adultas removiendo piedras de las riberas; a esta forma de pescar se llama cuevear. Las mujeres, en las regiones altas de Oaxaca, se colocan en los bajos de los arroyos y ríos con las manos abiertas; cuando sienten un objeto extraño, las cierran con rapidez y después de intentos repetidos, usualmente consiguen una acamaya. Así pescan en una hora ocho o diez, que colocan en un morral donde las conservan vivas bajo el agua.

Las comunidades aprovechan desde tiempos inmemoriales este recurso para su alimentación; su pesca está permitida todo el año. Para la captura de acamayas se usan además, pequeñas redes y nasas que funcionan como trampas; esto, con el objeto de comerlas frescas.

En los mercados de la Huasteca en Veracruz e Hidalgo, y en la Sierra Norte de Puebla, es posible encontrarlas sobre todo los fines de semana, ya cocidas, listas para el consumo inmediato.

En la actualidad se cultivan en estanques construidos ex profeso o en espacios naturales acondicionados para que las acamayas estén confinadas; se les alimenta con comida balanceada. En condiciones adecuadas se puede llegar a realizar hasta cuatro recolecciones al año. La densidad de cultivo llega a ser de 200 acamayas por metro cuadrado del área del piso del estanque.
 
 

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