Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 8 de octubre de 2002
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Espectáculos
En el Foro Sol 35 mil almas no mojaron en agua de lluvia su contento, pero sí en otros fluidos

Rush se refrendó como uno de los tríos más sólidos de la cultura del rock

Durante tres horas fluyeron sin parafernalia una a una las composiciones clásicas del grupo

El solo de Neil Peart en su batería fue el ejemplo de la pureza musical de los de Toronto

PABLO ESPINOSA

Es tópico decirlo pero también es típico que los grandes músicos no amparados en el marketing, sino simplemente cobijados en su oficio pasen desapercibidos: la noche del sábado 5 de octubre se realizó en el Foro Sol uno de los mejores conciertos de rock que ha habido en México.

Geddy Lee, nacido Gary Lee hace 49 años; Alex Lifeson, cuyo nombre de pila es Alex Zivonovich y es casi gemelo de Lee, pues nació también hace 49 años con diferencia de días, y Neil Peart, quien el 12 de septiembre cumplió su primer medio siglo de vida, ofrecieron ese concierto como un refrendo de lo que son: uno de los tríos más sólidos y musicalmente perfectos en el firmamento de la cultura rock durante los recientes 32 años, desde que empezaron a hacer su música en su tierra y bosque, Canadá, hasta la fecha y con supremacía tal y reciedumbre de sonido que los más melómanos tararean corazones hacia dentro y sólo un despistado se atarantaría con tanto talento que derrochan estos roquerísimos oriundos de Toronto.

El dios Tláloc, en ayuntamiento feliz con algún tótem de Toronto, permitió que 35 mil almas simples no mojaran en agua de lluvia pero sí en otros fluidos su contento. Durante tres horas fluyeron una a una las composiciones clásicas de Rush sin parafernalia alguna. Es mentira que los conciertos de Rush ocurran con "efectos especiales". Decir eso sería tanto (¿sería tonto?) como decir que los recitales que ofrecía Johann Sebastian Bach eran con efectos especiales porque acariciaba las teclas de un Klavier, máximo avance tecnológico de aquella era agraciada, hace 5 siglos.

Sinte creador de sonidos

El mejor ejemplo de la pureza musical de los de Toronto es el solo catedralicio de batería que ejecutó Neil Peart durante 20 minutos de la misma forma como Anton Bruckner alelaba a quienes caminaban kilómetros para asistir a sus conciertos de iglesia imprescindibles: giraba 90, 180 o 15 grados una plataforma circular y la inmensa batería de Peart se convertía en una, dos, tres orquestas sinfónicas. Accionaba una tarola, remataba una frase en tam tam, culminaba una disertación de armónicos cual gesta homérica, y con un pie activaba un sinte que producía sonidos sinfónicos. Qué digo producía: creaba los sonidos uno a uno, en un mentís severo a esa idea peregrina que sostienen muchos marchantes de que cualquier pendejo puede hacer música con sinte.

La vasta cultura musical de Lee, Lifeson y Peart, habitantes al fin y al cabo de un país de elevada civilización como es Canadá, se hizo patente durante las tres horas en que el cielo se convirtió en techo estelar luego de ser sol y amenaza de lluvia. Otro ejemplo: la maestría y liderazgo de Neil Peart, autor de las más célebres de entre las canciones que vocaliza con su voz de pito enhiesto Geddy Lee, proviene de un universo de lecturas que contemplan por igual la filosofía que el misticismo que los paisajes interiores. ¿Autores? John Bart, Gabriel García Márquez, John Dos Passos.

Escenas de The Gene Krupa sotry completaron el regocijo

Más: durante el solo majestuoso de bataca, Neil Peart nos completó el regocijo con algunas escenas, proyectadas en la pantalla gigante, del filme The Gene Krupa story, aderezado con dibujos animados.

Comprar boletos de los más caros en el Foro Sol tiene, como todo, pros y contras. A favor: se escuchan los monitores de los músicos, es decir, se está en la cocina de las delicias, en el útero de la ballena, en el horno de los bollos, en la matriz de la dicha. En contra: una bola de nacos adinerados y que todos se llaman igual: Güei, pues sus conversaciones se limitan a balbucear un verbo, metrallar 20 güeis, babear un sujeto, tararear otros 20 güeis, e intentar un predicado y un complemento para nunca terminar ninguna frase porque todas inician, tienen intermedio y terminan con la inefable palabra güei. A favor, en cambio: que estando a unos metros del proscenio se puede percibir el vapor de la piel de estos músicos deveras, y degustar sus bromas culturales (una escultura en plastilina de Los Tres Chiflados en el monitor de Lifeson, junto a una bolsa de palos de golf que se activa con la música, secadoras de ropa y un cultérrimo etcétera divertidísimo y sencillo) y embriagarse del vapor que expelen los dragones animados en pantalla gigantesca y nadar, remar, cruzar el mar siguiendo las estelas que dejan los buques a mitad de océano: Vapor Trails, tal cual el título de esta fabulosa gira.

Rush es grande.

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