En el Foro Sol 35 mil almas no mojaron en agua
de lluvia su contento, pero sí en otros fluidos
Rush se refrendó como uno de los tríos
más sólidos de la cultura del rock
Durante tres horas fluyeron sin parafernalia una a una
las composiciones clásicas del grupo
El solo de Neil Peart en su batería fue el ejemplo
de la pureza musical de los de Toronto
PABLO ESPINOSA
Es tópico decirlo pero también es típico
que los grandes músicos no amparados en el marketing, sino
simplemente cobijados en su oficio pasen desapercibidos: la noche del sábado
5 de octubre se realizó en el Foro Sol uno de los mejores conciertos
de rock que ha habido en México.
Geddy
Lee, nacido Gary Lee hace 49 años; Alex Lifeson, cuyo nombre de
pila es Alex Zivonovich y es casi gemelo de Lee, pues nació también
hace 49 años con diferencia de días, y Neil Peart, quien
el 12 de septiembre cumplió su primer medio siglo de vida, ofrecieron
ese concierto como un refrendo de lo que son: uno de los tríos más
sólidos y musicalmente perfectos en el firmamento de la cultura
rock durante los recientes 32 años, desde que empezaron a hacer
su música en su tierra y bosque, Canadá, hasta la fecha y
con supremacía tal y reciedumbre de sonido que los más melómanos
tararean corazones hacia dentro y sólo un despistado se atarantaría
con tanto talento que derrochan estos roquerísimos oriundos de Toronto.
El dios Tláloc, en ayuntamiento feliz con algún
tótem de Toronto, permitió que 35 mil almas simples no mojaran
en agua de lluvia pero sí en otros fluidos su contento. Durante
tres horas fluyeron una a una las composiciones clásicas de Rush
sin parafernalia alguna. Es mentira que los conciertos de Rush ocurran
con "efectos especiales". Decir eso sería tanto (¿sería
tonto?) como decir que los recitales que ofrecía Johann Sebastian
Bach eran con efectos especiales porque acariciaba las teclas de un Klavier,
máximo avance tecnológico de aquella era agraciada, hace
5 siglos.
Sinte creador de sonidos
El mejor ejemplo de la pureza musical de los de Toronto
es el solo catedralicio de batería que ejecutó Neil Peart
durante 20 minutos de la misma forma como Anton Bruckner alelaba a quienes
caminaban kilómetros para asistir a sus conciertos de iglesia imprescindibles:
giraba 90, 180 o 15 grados una plataforma circular y la inmensa batería
de Peart se convertía en una, dos, tres orquestas sinfónicas.
Accionaba una tarola, remataba una frase en tam tam, culminaba una disertación
de armónicos cual gesta homérica, y con un pie activaba un
sinte que producía sonidos sinfónicos. Qué digo producía:
creaba los sonidos uno a uno, en un mentís severo a esa idea peregrina
que sostienen muchos marchantes de que cualquier pendejo puede hacer música
con sinte.
La vasta cultura musical de Lee, Lifeson y Peart, habitantes
al fin y al cabo de un país de elevada civilización como
es Canadá, se hizo patente durante las tres horas en que el cielo
se convirtió en techo estelar luego de ser sol y amenaza de lluvia.
Otro ejemplo: la maestría y liderazgo de Neil Peart, autor de las
más célebres de entre las canciones que vocaliza con su voz
de pito enhiesto Geddy Lee, proviene de un universo de lecturas que contemplan
por igual la filosofía que el misticismo que los paisajes interiores.
¿Autores? John Bart, Gabriel García Márquez, John
Dos Passos.
Escenas de The Gene Krupa sotry completaron
el regocijo
Más: durante el solo majestuoso de bataca, Neil
Peart nos completó el regocijo con algunas escenas, proyectadas
en la pantalla gigante, del filme The Gene Krupa story, aderezado
con dibujos animados.
Comprar boletos de los más caros en el Foro Sol
tiene, como todo, pros y contras. A favor: se escuchan los monitores de
los músicos, es decir, se está en la cocina de las delicias,
en el útero de la ballena, en el horno de los bollos, en la matriz
de la dicha. En contra: una bola de nacos adinerados y que todos se llaman
igual: Güei, pues sus conversaciones se limitan a balbucear
un verbo, metrallar 20 güeis, babear un sujeto, tararear otros
20 güeis, e intentar un predicado y un complemento para nunca
terminar ninguna frase porque todas inician, tienen intermedio y terminan
con la inefable palabra güei. A favor, en cambio: que estando
a unos metros del proscenio se puede percibir el vapor de la piel de estos
músicos deveras, y degustar sus bromas culturales (una escultura
en plastilina de Los Tres Chiflados en el monitor de Lifeson, junto a una
bolsa de palos de golf que se activa con la música, secadoras de
ropa y un cultérrimo etcétera divertidísimo y sencillo)
y embriagarse del vapor que expelen los dragones animados en pantalla gigantesca
y nadar, remar, cruzar el mar siguiendo las estelas que dejan los buques
a mitad de océano: Vapor Trails, tal cual el título
de esta fabulosa gira.
Rush es grande.