Habla para La Jornada el director de
la compañía alemana Theater an der Ruhr
El teatro es un arte sucio y quien lo haga así
debe asumirlo: Ciulli
No hay que subestimar la capacidad de la mujer para
la política, advierte el creador escénico
Escenifican El principito, Antígona
y Opera de tres centavos en el festival Cervantino
CARLOS PAUL ENVIADO
Guanajuato, Gto., 16 de octubre. ''El teatro es
un arte sucio. Quien haga teatro tiene que estar dispuesto (políticamente
hablando) a ensuciarse las manos. La pregunta es ¿hasta dónde
llegar?" y cada quien sabe y decide, considera Roberto Ciulli, quien encabeza
Theater an der Ruhr, única compañía contratada por
el Festival Internacional Cervantino (FIC) para presentar tres montajes
de los 14 que tienen en repertorio: El principito, de Antoine de
Saint-Exupéry; Antígona, de Sófocles, y Opera
de los tres centavos, de Bertolt Brecht.
Sobre estos tres trabajos, Ciulli comenta en exclusiva
para La Jornada:
''Dejemos por el momento de lado El principito,
ya que esta obra la hice a partir de la necesidad que sentí por
actuar; de hecho, a mis 68 años es mi primer papel como actor."
Ahora, ''los otros dos montajes tienen, por supuesto,
una razón política. La obra de Brecht es sumamente actual,
porque es una crítica al capitalismo salvaje que vivimos, independientemente
de lo divertida que pueda ser la obra, aunque claro, habría que
considerar que la crítica que hacía Brecht al capitalismo
hoy nos hace son-reír, pues si uno quiere hablar de una crítica
contemporánea al capitalismo habría que leer Imperio,
de Toni Negri, por ejemplo".
Impunes, los verdaderos asesinos
En esta versión de la Opera de los tres centavos,
Mackie Mecer, uno de los personajes centrales se encuentra rodeado al final
de su carrera por una cuadrilla de pequeños fracasados criminales.
Su influencia en el poder de la ciudad y en la magistratura se ha desvanecido
y otros grupos organizados manejan con más éxito el negocio
del crimen. Peachum, su suegro y oponente, capitaliza la miseria social,
porque es más redituable que la delincuencia.
El protagonista, expresa el creador escénico, ''se
ha vuelto viejo, es irrisorio. Si yo hubiera hecho ese papel, me hubiera
quedado bien, pues el personaje no tiene dientes, como yo. Pero lo importante
es que los verdaderos asesinos de hoy no se parecen al personaje de la
obra; a éstos los reconocemos hoy en la figura de George W. Bush,
en los que están atrás de su gobierno, en los que maquinan
su política. Hoy día a quien se mata es a los pequeños
criminales como Mackie Mecer, pero a los verdaderos, a los que se esconden
detrás de esos gobiernos, quedan impunes".
Tradición vs modernidad
Antígona ''también tiene una actualidad
política impresionante, porque el tema es el conflicto que existe
entre tradición y modernidad, que actualmente lo viven dos terceras
partes de la población en el planeta, sobre todo en el mundo árabe".
El personaje, añade Ciulli, ''es una mujer que
no piensa políticamente, sino que proyecta lo que medita mediante
sus sentimientos. Para ella es imposible pensar que su hermano no tenga
derecho a ser enterrado, sentimiento que no involucra una postura política,
aunque de alguna manera afecta la política de un gobierno.
''Esos sentimientos corresponden a la tradición,
que en ella se hace presente. Además, no entiende que por ello debe
morir. Probablemente en 1968 hubiéramos interpretado el texto de
manera muy diferente, pero esta es una Antígona que habla
de la situación que hoy se vive en muchas partes del mundo."
Antes de escenificarla en el Cervantino, la obra se presentó
en Irak e Irán. En este último país, expresa Ciulli,
''la mujer ya está integrada a la vida política y cada vez
más mujeres, de acuerdo con esos sentimientos, empiezan a reaccionar
políticamente, aunque no sólo en el gobierno, sino mediante
la escritura.
''No hay que subestimar la capacidad de la mujer para
accionar en política. Si hubiera más mujeres en la política
-dice- seguramente habría un mundo con menos conflictos, porque
es más difícil que una mujer mande a sus hijos a la guerra."
Ciulli, de origen italiano, es reconocido como embajador
de la cultura alemana, pues durante los pasados 30 años ha desarrollado
su labor teatral en Alemania.
Sobre su quehacer expresa: ''El teatro es un arte sucio.
Quien haga teatro tiene que estar dispuesto a ensuciarse las manos. La
pregunta es ¿hasta dónde llegar? Si tengo la posibilidad
de ir a Irak y presentarme ante un público, voy, aunque no esté
de acuerdo con ese régimen. Y si el gobierno iraquí me prohíbe
presentar Antígona, entonces no voy. Me ensucié un
poco las manos porque sé que fui al país de Saddam Hussein,
donde las cárceles están llenas de opositores a su régimen,
pero con esa puesta en escena tuve la posibilidad de hablar con muchos
jóvenes que son el futuro que viene después de Hussein; ahí
es donde veo los límites y cada quien es responsable de sus compromisos".
(Theater an der Ruhr ofreció el pasado martes y
miércoles dos funciones de El principito y Antígona.
Los días 18, 19 y 20, a las 18 horas, presentará la Opera
de los tres centavos, en el Teatro Principal, en Guanajuato.)