Antonio Gershenson
Pemex y el fisco
El secretario de Hacienda adelantó las que podrían ser previsiones oficiales para 2003, en cuanto a precio y volumen de exportación del petróleo crudo mexicano. Frente al más reciente dato real, el promedio de septiembre pasado, de 25.33 dólares por barril, aventura que las exportaciones mexicanas en 2003 van a promediar 17 dólares por barril. Para que, con un punto de partida tan alto como el mencionado, el promedio anual sea ése, tendría que haber un desplome verdaderamente fuerte, contrario a la actual tendencia ascendente, que, de ser uniforme a lo largo de 2003, llevará el precio del crudo al final de ese año a unos 10 dólares por barril. No da ningún argumento en apoyo a semejante barbaridad. Y, como complemento, dice que para compensar eso, las exportaciones mexicanas subirán a un millón 908 mil barriles diarios, un aumento de 13 por ciento frente al millón 690 mil del promedio del mes pasado.
Sabiéndolo o no, el funcionario presupone que México va a lanzar una guerra de precios contra la OPEP, y no sólo eso, sino que la va a ganar y a arrebatarles una parte de su mercado. Este señor ignora, si es que se plantea el asunto en serio, que los costos de producción del crudo del golfo Pérsico son muy inferiores a los de la Sonda de Campeche mexicana, y que cuando hubo guerra de precios, en 1986 por ejemplo, México perdió 10 por ciento de su mercado, además de malbaratar sus exportaciones de ese año a menos de la mitad del precio que se había previsto oficialmente.
Esta "previsión", que implica ganar la guerra de precios contra los crudos más abundantes y baratos del mundo, equivale, en una guerra convencional, a anunciar una invasión contra Estados Unidos y que, con el botín de guerra, se va a financiar el presupuesto del año próximo. Lo único que hay de real en estas afirmaciones es que los tecnócratas ya agarraron "su caminito" para tener dinero al margen de lo aprobado por el Congreso de la Unión.
En efecto, mediante el sencillo expediente de inventar un precio del crudo muy bajo, y de querer cobrar, además del leonino régimen fiscal "normal" de Petróleos Mexicanos, el llamado aprovechamiento sobre utilidades excedentes; con esto, el cobro llega a veces a más de ciento por ciento de los ingresos de esta paraestatal. Y como se supone que la previsión del precio del crudo será real, y sobre esta base se estiman los ingresos, en la Ley de Ingresos no habrá previsión ni destino para el dinero adicional que Hacienda se apropia a costa de nuestra industria petrolera, cuando la realidad, como sucede en este año y en otros anteriores, confirma la mentira tecnocrática y los precios son mucho mayores que el de esta "previsión" oficial.
Lo que el Congreso debe hacer en primer lugar es abolir semejante aprovechamiento que, como su nombre lo indica, sólo sirve para que los tecnócratas se aprovechen del dinero del petróleo. En segundo lugar, que la previsión del precio del petróleo, necesaria para estimar el monto de los ingresos públicos de 2003, se haga en forma seria, pública y discutida abiertamente, por personal capacitado en la materia y con argumentos a la vista de todos. No puede seguir siendo decisión de un tecnócrata que, además, nada sabe del petróleo ni del mercado petrolero internacional. Su puesto inmediato anterior a la secretaría que ocupa fue el de director general de Avantel, empresa telefónica cuya situación económica no es precisamente muy saludable; y antes ocupó puestos en Hacienda en los que su función era cobrar impuestos.
Las consecuencias de esas "previsiones", que generalmente le atinan al revés de lo que va a suceder, han sido muy lamentables. Aunque sea por la observación empírica de este hecho, esa función debería ser trasladada lo más lejos posible de gente interesada en manipular un indicador macroeconómico para sus propios fines.