Desempolvan el genocidio franquista
Entre 1936 y 1943 más de 150 mil personas fueron exterminadas
ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL
Madrid, 21 de octubre. El sistema represivo impuesto por la dictadura de Francisco Franco después de la guerra civil española era, hasta hace unos años, un asunto cerrado a cal y canto por las instituciones públicas y militares.
Los archivos que podían albergar algo de luz sobre el grado de escarmiento y sometimiento que sufrieron los perdedores de aquel trágico episodio histórico habían estado herméticamente sellados, si bien en los últimos años se ha desclasificado una serie de documentos que permiten asegurar que entre 1936 y 1943 más de 150 mil españoles murieron en fusilamientos masivos o por la severidad impuesta en campos de concentración y cárceles.
Sesenta y tres años después de finalizada la guerra civil, y a 26 de la muerte del dictador, los datos sobre la ''exhaustiva represión'' del régimen están siendo revisados o recopilados por historiadores y periodistas que han ido reconstruyendo los métodos y prácticas de aquellos años de guerra y de posguerra.
El congreso Los campos de concentración y el mundo penitenciario en España durante la guerra civil y el franquismo, que comenzó hoy en el Museo de Historia de Cataluña, reúne a especialistas de diversas nacionalidades que pretenden analizar con el máximo rigor histórico el permanente sometimiento de la población civil por parte del régimen franquista, que lo mismo ocultó los restos de decenas de miles de personas en fosas comunes, algunas de ellas descubiertas recientemente, que utilizó a los milicianos republicanos para reconstruir el país con base en trabajos forzados y esclavismo.
Según los datos de los historiadores, entre 1936 y 1939, lo que duró la guerra civil, alrededor de 100 mil personas fueron ejecutadas y muchas enterradas en fosas comunes dispersas en todo el país. Una vez que Franco alcanzó su objetivo de subvertir el orden democrático de la segunda república, su régimen diseñó un severo sistema represivo diseminado en cerca de 900 centros de privación de libertad: 194 campos de concentración, 217 batallones de trabajadores forzados, 87 batallones disciplinarios, dos batallones de especialistas y 200 cárceles. En ellos se sometió a los cerca de 300 mil presos políticos que dejó el enfrentamiento civil, de los cuales más de 50 mil perdieron la vida, ya sea por las torturas sistemáticas, por fusilamientos o por las condiciones infrahumanas de cautiverio.
Un dato que revela el nivel de dureza del régimen fascista español es que antes del inicio de la guerra civil había en el país 10 mil presos en las cárceles, una vez terminado el enfrentamiento la cifra ascendió a 300 mil, lo que provocó, según Carmen Molinero, una de las organizadoras del congreso, un ''hacinamiento'' que provocó la muerte a miles de presos.
''En los campos de concentración se recluyó a miles de personas. Desde allí irían a parar a las cárceles -muchos ejecutados posteriormente-, otros a batallones de trabajo, algunos sólo tuvieron que cumplir de nuevo el servicio militar durante tres años. Muchos de los que después de años o meses, y tras mendigar avales, regresaron a casa habían perdido su trabajo tras un proceso de depuración. Al margen, decenas de miles fueron procesados por los Tribunales de Responsabilidades Políticas. En frase afortunada de Paul Preston, la inversión en violencia represiva de la dictadura fue de tal magnitud que consiguió extender el miedo de la mayoría durante casi 40 años. La represión fue tan transparente que afectó a los que la sufrían y a los que la contemplaban'', explica Molinero en un artículo publicado en el periódico catalán La Vanguardia.
El prestigioso historiador español Javier Tussel va más allá y establece un análisis comparativo con otros países europeos con gobiernos fascistas, al explicar que ''entre los regímenes dictatoriales de la época el número de ejecuciones políticas antes del estallido de la guerra mundial varía mucho: en la Italia de Mussolini hubo sólo 42 ejecuciones, mientras que en la Alemania nazi hubo más de 7 mil 400. Este es un dato que debe ser tenido en cuenta, porque durante la guerra civil española el numero de ejecutados en retaguardia, a lo largo de tres años, puede haber sido de 100 mil personas. Lo característico de la represión de la posguerra española fue la dureza, la voluntad de resultar exhaustiva. Todos esos rasgos eran una novedad en la historia española, en la que habían abundado las guerras civiles pero también los abrazos de Vergara."
El congreso, que sesionará hasta el próximo miércoles, aborda distintos aspectos del sistema represivo franquista: los campos de concentración, los centros penitenciarios, la situación de los refugiados y los deportados, los trabajos forzados y la escucha de testimonios vivos de aquella barbarie.
"La política represiva del franquismo no puede ser analizada sólo desde el coste humano. Más allá de acabar con la segunda república, el golpe de 1936 tenía como objetivo cercenar el proceso de cambios políticos y sociales consolidado en los años 30. Pero la radicalidad del intento de exterminio de los vencidos no puede explicarse sólo por eso, sino por la concepción de España de los vencedores, quienes querían crear una nueva España sin nada -real o simbólico- que recordara el pasado inmediato, lo que se tradujo en una voluntad de aniquilación de los vencidos, considerados los antiEspaña.
"En este contexto adquieren racionalidad las políticas de depuración, de humillación que se vivieron en pueblos y ciudades, en campos de concentración y cárceles. El franquismo realizó en los años 40 un esfuerzo para clasificar la población en adictos, indiferentes y desafectos. A los indiferentes se les intentó reconvertir, más con el discurso que con medidas políticas, pero para los vencidos la única política fue el escarmiento y el sometimiento", sostuvo Molinero, especialista en las consecuencias de la dictadura en Cataluña y directora del Centro de Estudios de la Universidad Autónoma de Barcelona.
El análisis histórico de estos hechos coincide además con otra serie de iniciativas que pretenden aportar algo de luz sobre los estragos del régimen franquista y la guerra civil, como las acciones emprendidas por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, que ha descubierto los últimos meses varias fosas comunes, o la llevada a cabo por la Confederación General de los Trabajadores y la Universidad de Sevilla, que pretenden probar la participación de presos políticos en la construcción del canal del Guadalquivir, que junto con el Valle de los Caídos, la tumba que se construyó Franco con sangre y sudor republicanos, son las obras más emblemáticas del penoso sometimiento de miles de españoles a trabajos forzados y esclavismo.
Isaías Lafuente, autor de Esclavos de la patria y también participante del congreso, resumió en un frase la justificación de la celebración de este encuentro de especialistas: "La guerra civil española marcó con sangre a toda una generación. Pero mientras unas víctimas encontraron el honor e incluso el camino a los altares, otros sufrieron la represión o duermen en fosas comunes sin identificar. Es lógico que un régimen indigno como el de Franco mantuviese esta indignidad. No lo es que este país, tras un cuarto de siglo de democracia, la mantenga. Quienes no quieren desempolvar la memoria preguntan para qué volver al pasado. No se trata de volver a desenterrar lo conocido, sino de ir por primera vez a territorios no explorados de nuestra historia. Otros se preguntan por qué ahora, cuando la pregunta idónea sería por qué no se ha hecho hasta ahora".