Un sacerdote católico violó el
secreto del confesionario y lo denunció a las autoridades
Captura la policía en Washington al francotirador
y a un cómplice
Los mil 200 agentes federales y los 500 uniformados
locales tuvieron poco o nada de éxito
John Allen Muhammad perteneció a las fuerzas
armadas y participó en la Guerra del Golfo
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES
Washington, 24 octubre. Al final no fueron los
mil 200 agentes federales, ni los 500 policías locales apoyados
por aviones y helicópteros, los que capturaron al supuesto francotirador,
sino un sacerdote católico que decidió violar la santidad
del confesionario y dio aviso a las autoridades sobre un mensaje de-jado
por uno de los acusados.
John Allen Muhammad, de 41 años, y el jamaiquino
Lee Malvo, de 17, fueron detenidos la madrugada del jueves en un sitio
de descanso de una autopista en las afueras de Washington, DC.
No estaban a bordo de la ahora famosa camioneta blanca
que la policía había buscado durante las últimas tres
semanas, sino que fueron sorprendidos dormidos en un Chevrolet Caprice
azul 1990.
Este
automóvil, se informó, había sido modificado con una
plataforma en el asiento trasero para que una persona tendida pudiera apuntar
un rifle por un agujero he-cho en la cajuela.
Las autoridades federales confirmaron este jueves que
un rifle Bushmaster calibre .223, la versión civil del M-16,
encontrado en el vehículo de Muhammad, es el arma de fuego utilizada
por el francotirador para asesinar a 10 personas y herir a tres más
en esta región de Washington.
Muhammad fue miembro de las fuerzas armadas de Estados
Unidos durante nueve años, y era veterano de la guerra del golfo
Pérsico, conflicto en donde consiguió un reconocimiento gubernamental
por ser experto en el ma-nejo del rifle M-16.
Durante las últimas tres semanas las autoridades
habían informado que estaban buscando a un hombre con un acento
hispano, después arrestaron a dos inmigrantes indocumentados
(un me-xicano y un guatemalteco), y re-cientemente se especuló que
un desertor francés podía ser el responsable de los ataques,
y no descartaban que fueran obra de un complot "terrorista".
Ironía de la vida
De hecho, hubo un momento irónico cuando la policía
sospechó que el responsable podría ser un inmigrante hispano,
y suplicó ante los medios de comunicación a los extranjeros,
incluso a los indocumentados, que acudieran a brindar cualquier información,
y les aseguró que no serían deportados y podría aspirar
a una visa especial.
Así, cuando las autoridades en México solicitaban
la ayuda del ex alcalde Rudolph Giuliani para resolver la inseguridad en
el Distrito Federal, sus pares de Maryland demandaban allí la ayuda
de los inmigrantes mexicanos para resolver la suya.
Pero cuando la policía finalmente detuvo al hombre
que se cree es el "francotirador" que atemorizó por semanas a millones
de estadunidenses, resultó que éste es un veterano militar
que nació y fue criado en Estados Unidos.
Pero se supo aún más: la policía
había detenido al supuesto francotirador cuatro o cinco veces en
las últimas tres semanas durante su cacería humana.
Muhammad, indican varios me-dios de comunicación,
fue detenido por agentes de la policía por exceso de velocidad y
por cruzar cuando el semáforo estaba en ro-jo, pero aparentemente
en ningún momento los agentes se dieron cuenta que conducía
el mismo vehículo modificado con una plataforma para disparar y
un agujero del tamaño de un bote de cerveza para apuntar el rifle.
Al parecer, el caso por fin dio un giro decisivo cuando
un desconocido, ahora identificado tentativamente como uno de los detenidos
este jueves, llamó el pasado fin de semana a un sacerdote católico
en Virginia para confesar los atentados en Washington y en Montgomery,
Alabama.
Según la cadena televisiva CBS, el sospechoso Malvo
no encontró al sacerdote y dejó su confesión grabada
en una contestadora telefónica. Después, el religioso co-municó
el contenido de la confesión a las autoridades.
Fue la información que vinculó los atentados
de las afueras de Washington con un crimen en Montgomery, Alabama, cometido
el pasado 21 de septiembre lo que dio las pistas para hallar a los dos
sospechosos.
La policía de Alabama contaba con una huella digital
de ese criminal, la cual se comparó con una ficha de Malvo del Servicio
de Inmigración y Naturalización.
Inmediatamente, la policía comenzó una intensa
búsqueda nacional de toda la información sobre Malvo y su
compañero Mu-hammad, quien inicialmente fue identificado como el
padrastro del joven (ahora eso está en duda), lo que llevó
a los agentes al otro extremo del país, a Tacoma, estado de Washington,
para catear una casa donde habían vivido ambos sospechosos, y otra
vivienda en Nueva Jersey, donde habían re-sidido recientemente.
La noche del miércoles, ya tarde, la policía
anunció a los medios que buscaba un Chevrolet Caprice, y dio a conocer
los números de las placas, NDA-21Z.
Un camionero observó un auto parecido con dos hombres
que estaban durmiendo en el interior del vehículo, cerca de la una
de la mañana del jueves. La policía rodeó el coche
y detuvo a los dos sin incidentes.
Las autoridades mantienen este jueves encarcelado a Muhammad
con cargos iniciales de posesión de un arma de fuego no autorizada,
y a Malvo como "testigo material" de estos crímenes.
Pero los funcionarios están elaborando cargos adicionales
que se presentarán en los próximos días, en lo que
será el comienzo de un extenso proceso judicial.
Aunque todo Washington y sus suburbios en los estados
de Virginia y Maryland empezaban a respirar con tranquilidad tras el anuncio
del arresto de los presuntos responsables de crímenes que habían
aterrorizado a estas comunidades, había más preguntas que
respuestas sobre el caso del asesino múltiple, y la policía
no tiene indicios del motivo de la cacería humana emprendida por
Muhammad, antes conocido como Wilson, y su compañero.
Lo que sí fue un hecho es que durante tres semanas
el caso del francotirador virtualmente había borrado otras noticias.
El debate sobre una guerra contra Irak casi desapareció,
así como la cumbre en Los Ca-bos, México, los bombazos en
Medio Oriente, la situación de los rehenes en Moscú y hasta
las elecciones nacionales legislativas que se celebrarán aquí
en 12 días.
Los noticieros de este jueves, como ocurrió durante
los últimos días, hicieron una cobertura constante y repetitiva
del arresto del supuesto francotirador, con imágenes del vehículo,
del joven Malvo, y un desfile infinito de "expertos" que analizaron cada
aspecto y detalle del caso.
Todo el mundo se centró hoy en los datos biográficos
de los detenidos. Hasta ahora se sabe que Muhammad se ha casado dos veces,
tiene cuatro hijos y una historia de amenazas de violencia contra algunos
de estos familiares.
Decidió adherirse al Islam a fines de los años
80, y recientemente cambió su apellido, pero todavía no se
sabe si militó en alguna organización religiosa, aunque sí
participó en la Marcha de un Millón de Hombres, organizada
por el líder musulmán estadunidense Louis Farrakhan.
Pero el elenco de periodistas, expertos, sicólogos
y ex agentes de seguridad pública no podía brindar alguna
explicación de lo que motivó a los acusados para cometer
tan horrendos crímenes.
Claro, como a lo largo de estas tres semanas, eso no impidió
a todos a especular so-bre las variantes más inimaginables.
Y el día concluyó de la misma forma que
todos los anteriores: con voceros de las agencias de seguridad pública
frente a cámaras y micrófonos ofreciendo sólo co-mentarios
generales y rehusándose a confirmar hechos que ya han sido reportados
en los medios masivos de comunicación.
Lo único que se puede confirmar rotundamente es
que casi cualquier persona puede conseguir aquí un arma de alto
poder y provocar que la vida rutinaria se transforme instantáneamente
en una zona de terror, ansiedad, tragedia y angustia en el mero corazón
del país más poderoso del planeta.