Molly Ivins*
El estilo Reina Blanca de Bush
Austin, Texas. El famoso two-step texano está en intensa práctica en Washington: apenas desviamos la mirada hacia la Serie Mundial y, šzas!, resulta que Estados Unidos ya no está en favor de un cambio de régimen en Irak.
Durante los dos meses pasados nos taladraban el cerebro diciéndonos que era necesario cambiar el régimen iraquí y que ninguna otra estrategia funcionaría. Pero ya no es así. Bueno, dirá usted, las personas pueden cambiar de opinión, aun los presidentes. Sin embargo, aquí llegamos a la parte espinosa, porque el gobierno insiste en que no ha cambiado de parecer, que nunca exigió un cambio de régimen en Irak y que es nuestra culpa por no entender lo que decía. Es la fase de la Reina Blanca, la que era capaz de creer media docena de cosas imposibles antes del desayuno.
Nadie me verá quejarme de la nueva política, excepto, claro, que como somos tan tontos no recordamos cuál era la vieja política y ésta no tiene nada de nuevo. Me gusta esta política nada nueva. La política nada nueva dice que si podemos deshacernos de las armas de destrucción masiva de Saddam Hussein mediante estrictas inspecciones de Naciones Unidas, entonces no necesitamos tener una guerra. En realidad esa era mi vieja política, así que me agrada que se haya vuelto la nada nueva política de Bush, y quisiera disculparme con todo el mundo por haber creído que Bush alguna vez deseó un cambio de régimen.
Ya que está usted poniendo en práctica el programa de la Reina Blanca, venga a ver con nosotros el reciente fiasco de la reforma corporativa. En aquellos bellos y ya idos días del verano pasado, Bush apareció en Wall Street, de pie ante un trasfondo blanco y azul en el que aparecían impresas una y otra vez las frases "responsabilidad corporativa" y "nueva ética", por aquello de que no se nos fuera a escapar el sentido de su discurso. El Presidente Blanco estaba allí en su papel de Azote de las Corporaciones Malportadas para leerles la cartilla a ejecutivos empresariales que cometen actos tan terribles como obtener ventajosos préstamos de sus corporaciones, vender sus acciones cuando la compañía se hunde y hacer operaciones falsas para desaparecer pérdidas cuantiosas de los libros de contabilidad.
Para quienes seguimos la carrera de Bush en Harkan Energy -una Enron en pequeño-, aquélla fue apenas una mañana estilo Reina Blanca como cualquier otra. Bueno, los tiempos cambian, el tipo era director ejecutivo de una compañía que empezaba a desangrarse; Ƒpor qué no había de salirse cuando la cosecha aún era buena? Ahora tenemos una "nueva ética".
En ese mismo discurso, para mostrar su convicción de ir tras los delincuentes corporativos, Bush pidió la bonita suma de 100 millones de dólares en fondos adicionales para la Comisión de Valores y Control de Cambios (SEC, por sus siglas en inglés). Lo malo es que la nueva ética no duró mucho. Ni siquiera sobrevivió a las elecciones, y me parece que hay que dar crédito a Bush por ello. Cualquier político postulante podía haberse apegado a la reforma empresarial hasta que pasara la elección: se necesitan cojones** para abandonar semejante tema dos semanas antes de los comicios. Eso, o alguien que cree que el pueblo estadunidense es estúpido.
Tan intensa se volvió la presión por la reforma corporativa el verano pasado que el Congreso realmente aprobó la iniciativa Sarbanes, que establecía un nuevo comité que supervisara la industria de la contabilidad y concedía una asignación presupuestal de 776 millones de dólares para la SEC, 77 por ciento más que en el año fiscal anterior. Bush sancionó la iniciativa con gran fanfarria y posteriormente se arrogó el crédito por resolver los problemas de corrupción empresarial (pese a que se opuso a la iniciativa prácticamente hasta el momento de firmarla). Y todo el mundo coincidió en que era "un excelente primer paso".
Cielos. Bush y su hombre de la SEC, Harvey Pitt, ya se habían tragado el nuevo comité supervisor de la contabilidad, pero la semana pasada el presidente instó al Congreso a aprobar una reducción de 27 por ciento, a 568 millones, al presupuesto ya acordado para esa dependencia.
La cifra representa un aumento de alrededor de 30 por ciento sobre el presupuesto de 438 millones de dólares que se concedió el año pasado a la SEC, una de las dependencias de Washington que menos fondos reciben en relación con sus necesidades. Los abogados y contadores que laboran en ella ganan más o menos la mitad que los de otras secretarías, y habrá que archivar los planes para desarrollar nueva tecnología y mejorar los esfuerzos de aplicación de la ley. La carga de trabajo de la SEC se ha incrementado exponencialmente y su personal se ha reducido. Dados los escándalos corporativos, Ƒde veras queremos prescindir de los ya de por sí demacrados perros guardianes de la SEC?
Para entender esta acción hay que pensar como el buen Bush. ƑCorrupción empresarial? Vamos, ese era el escándalo del verano pasado, es decir, hace 10 minutos. En cuanto a los que creen que todavía queda mucha limpieza por hacer, Ƒquiénes son? ƑAlgunos de los 45 millones de estadunidenses que están en un plan tradicional de pensiones? ƑVan a preocuparse sólo porque el New York Times informa que las 50 mayores empresas estadunidenses contabilizaron como utilidad el año pasado rendimientos de fondos de pensiones por 54 mil 400 millones de dólares, cuando en realidad perdieron 35 mil 800 millones?
Apenas otro truquito contable que no lastima a nadie. Pregúntenles a los empleados de la ex Enron y la ex WorldCom. ƑY por qué las grandes corporaciones inflan de esta forma sus ganancias? ƑSerá porque ese es el punto a partir del cual se determinan los bonos de los altos ejecutivos?
*Columnista estadunidense
** En español en el original.
© 2002 Creators Syndicate, Inc.
Traducción: Jorge Anaya