Indiferencia del secretario ante golpiza a periodistas
Impávido, Francisco Gil Díaz, secretario de Hacienda, observó desde el asiento de su camioneta cómo su cuerpo de seguridad pateó, empujó, jaloneó y golpeó a reporteros, camarógrafos y fotógrafos que intentaron conseguir una placa o la primera declaración sobre el presupuesto de 2003, antes de su reunión con legisladores en un restaurante del sur de la ciudad de México.
Gil Díaz no sólo permitió que dos de sus guaruras atacaran a los periodistas. Sin dejar de mirar que un tercero, el motociclista que precede su vehículo, se lanzara sobre uno de los fotógrafos y le golpeara el rostro con el puño, el funcionario hacía una llamada desde su teléfono celular.
A puntapiés y sin distinción de sexo, los guaruras abrieron el camino para que el vehículo del funcionario entrara en el inmueble, donde ya lo esperaban los diputados. Aunque hubiese bastado una orden para que la súbita agresión a los representantes de los medios de comunicación cesara, el secretario dejó que todo continuara. A su paso no hubo explicación o disculpa, sólo un gesto de desgano.