Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 16 de noviembre de 2002
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Cultura

LA MUESTRA

Carlos Bonfil

El hijo de la novia

Crisis de madurez Metáfora del desasosiego en Argentina

UN MANIATICO DEL trabajo, un workaholic impenitente, sumido en la crisis espiritual de los 40 años. Rafael Belvedere (Ricardo Darín) es, en El hijo de la novia, todos los hombres del mundo, aquejados igualmente por el estrés, la frustración conyugal y la incapacidad de conservar afectos, un macho, en suma, al borde de un ataque de nervios. En la cinta, sin embargo, el ataque es cardiaco, y sus consecuencias, apaciguadoras. Sin temor alguno a los lugares comunes y al desbordamiento de sacarina, el realizador argentino de cine y televisión, Juan José Campanella, muestra la maravillosa transformación de su wonder boy andropáusico en un modelo de virtudes humanistas.

DUEÑO DE UN restaurante, el Belvedere, que le consume todo su tiempo y energía, Rafael desatiende a su anciana madre (Norma Aleandro), víctima del Alzheimer, la cual languidece en un sanatorio, convertida en niña irreverente y caprichosa. Su marido, Nino (Héctor Alterio), sueña con cumplirle un viejo deseo truncado: contraer nupcias religiosas. El resto, lo anterior, la ceremonia misma, bien puede imaginarlos el espectador de la Muestra.

El relato es al parecer autobiográfico. Los padres de Campanella volvieron a casarse y su madre padeció la enfermedad de la protagonista. El realizador asume así los riesgos (de dudoso gusto) de extraer comicidad de un padecimiento devastador. ƑIncorrección política, cálculo comercial, confidencia personal vuelta comedia? En su esfuerzo por combinar eficazmente el entretenimiento masivo y la reflexión en torno de una crisis de madurez, el director no escatima clichés ni situaciones melodramáticas.

DEL ESTRES INDIVIDUAL a la catarsis familiar, la cinta también es metáfora de un desasosiego generalizado en la nación en crisis. Campanella reúne astutamente a una pareja emblemática del cine argentino, Héctor Alterio y Norma Aleandro, protagonistas de La historia oficial, de Luis Puenzo, hace 16 años, postulada al Oscar entonces, como también lo fue hace un año El hijo de la novia, y revela de paso el carisma de Ricardo Darín, tan insoportable como lo requiere el personaje, tan seguro de su fanfarronería seductora.

LA CINTA, DE factura muy aceptable, dosifica convenientemente sus recursos humorísticos, así reposen todos en la facilidad y el lugar común. Un personaje característico es Juan Carlos (Eduardo Bianco), amigo de Rafael, comediante milusos, versión porteña de Roberto Begnini. Y tal vez el propio Begnini pudiera resumir el mensaje de la cinta: la vida es bella, y no hay crisis de madurez, ni estrés paralizante, ni estreñimiento emocional, capaz de resistir al ejemplo de armonía sentimental de dos ancianos. No era otro el mensaje de una comedia franquista, Del rosa al amarillo (Summers, 1963), ni otra su popularidad y trascendencia.

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