Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 16 de noviembre de 2002
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ƑLA FIESTA EN PAZ?

Leonardo Páez

Una tierna película ''de toros''

CONTINUA LA PRENSA taurina especializada viendo visiones en la Plaza México, sede permanente del Cecetla (Centro de Capacitación para Empresarios Taurinos de Lento Aprendizaje), con sucursales en cosos de todo el país.

ASI, LEJOS DE consignar la mansedumbre, debilidad y falta de trapío -armonía de planta con cara- del encierro de José María Arturo Huerta, lidiado en la segunda corrida de la temporada "grande", lo consideró "un encierro fino, con astados bajitos, cornicortos algunos, de los llamados agradables y que en términos generales se dejaron meter mano". šQué envidiable manera de ver toros la de estos especialistas!

HABLE CON ELLA, la película más reciente de Pedro Almodóvar, retoma el tema taurino, luego de que con magistral sutileza lo hiciera en Matador, para ofrecernos una visión agridulce de la fiesta brava, ahora por medio de la supersticiosa torera Lidia González, interpretada por Rosario Flores, la espigada hija de La Faraona Lola Flores.

AGRIDULCE PORQUE AL talentoso director no le interesa magnificar el ancestral rito táurico, sino consignarlo dentro del ligero espíritu de la época. La interesante secuencia tauromáquica en que Lidia ejecuta tersos derechazos y naturales -el toreo de muleta reducido a su mínima expresión- cadenciosamente rematados con el de pecho, siquiera es realizada ante un toro con trapío, pero en el que ya la bravura con clase ha cedido el paso a la docilidad perruna, ideal para una tauromaquia bonita, antes que emocionante y estética.

TAMPOCO LE INTERESA dramatizar los tensos momentos previos a la corrida cuando el torero -la torera- se viste de luces, en una atmósfera con "algo de amortajamiento y embalsamaje", como dijera Ramón Gómez de la Serna en El torero Caracho, sino regodearse en el bordado de la taleguilla y dejar que amigos y familiares, frente a las imágenes religiosas de la matadora, mejor se pongan a hablar de curas violadores.

CONSIGNA ALMODOVAR LA humana naturaleza de estos héroes extemporáneos al exhibir la histeria de Lidia cuando encuentra una culebra en su casa, como Manolete -del que presenta una foto desmadejado en una cama de hospital- la vez que alguien, señalándole una vieja cicatriz en el muslo le dijo: šMira, un ciempiés!, y el valeroso diestro pegó tremendo salto para, repuesto, soltar la carcajada. Y el conmocionante, en todos sentidos, momento en que Lidia es golpeada en la cabeza por la pala del pitón al intentar recibir al toro a porta gayola, y cómo cámara y torera son llevados apuradamente a la enfermería.

Y CONMUEVE POR igual a actores y público el delicado homenaje del cineasta a la inspiración de nuestro Tomás Méndez, aficionado taurino irredento, cuya Cucurrucucú paloma es sabrosamente interpretada por el brasileño Caetano Veloso, y emociona que un gran director sepa ocuparse del subtema de la tauromaquia con menos cursilería que las mentalidades ecologistas en boga. Una gran película que vale por muchos otros aciertos.

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