LA MUESTRA
Carlos Bonfil
Espíritu del Artico
Leyenda del corredor veloz Tradiciones y mitologías
locales
UNA LEYENDA DEL Artico canadiense. En la comunidad
de Igloolik, en las islas de Baffin, a orillas de la bahía de Hudson,
el cineasta Zacharias Kunuk, de origen inuit, recoge los testimonios de
los ancianos del lugar y con asistencia de su amigo Paul Apak, arma un
guión en torno de la leyenda de Atanarjuat, el corredor veloz. Ubicada
en una época anterior a la colonización europea, la historia
narra la rivalidad entre el protagonista y el villano Oki, hijo de un usurpador
que asesinara a su padre, jefe de la comunidad. Disputa doble, por una
mujer que ambos hombres codician y por la legitimidad moral del liderazgo.
Intervienen, como elementos fantásticos, los poderes del chamanismo
que en más de una ocasión deciden el destino de los protagonistas,
y el poderío de la naturaleza, descrita suntuosamente por la cámara
de Norman Cohn, galardonada en Cannes.
ESPIRITU
DEL ARTICO (Atanarjuat, the fast runner), producción
canadiense, hablada totalmente en inuktitut, reorienta, 80 años
después y en ámbitos muy parecidos, los registros de la vida
cotidiana en el círculo polar ártico del clásico de
Robert Flaherty, Nanuk el esquimal (Nanook of the North,
1922). Considérese la similitud del registro: la construcción
de una vivienda iglú (el homenaje es directo; Flaherty debió
construir un iglú mucho más grande para dar cabida a un equipo
pesado; Kunuk se mueve con agilidad en dimensiones reales gracias a su
cámara de video digital), los desplazamientos en trineos de perros
y la cacería de caribúes y focas, el tratamiento de las pieles,
y los rituales de la vida doméstica.
KUNUK INCORPORA AL tono documental la elaboración
de una ficción que entrelaza tradiciones y mitologías locales,
además de aspectos poco abordados en este cine, como la alusión
al adulterio y las referencias directas a la sexualidad y sus códigos
de honor patriarcales. Una secuencia fascinante es la sesión de
un rito chaman, mitad invocación, mitad exorcismo, para restablecer
el orden tribal amenazado y refrendar la autoridad de los ancianos, con
intervención directa de los antepasados.
A LA RECREACION casi antropológica, Kunuk
añade una estupenda dinámica narrativa, como la larga persecución
de Atanarjuat por sus enemigos (manejo agilísimo de la cámara,
encuadres siempre sugerentes), y los elementos de suspenso en la secuencia
en que sus protectores disimulan el cuerpo del héroe entre algas
marinas; abundan las escenas humorísticas, y la fotografía
captura con elegancia la transición de las estaciones y los contrastes
y similitudes entre las dos superficies infinitas, la tundra y el cielo,
su espejo alucinante. Mantener vivo el interés del espectador a
lo largo de casi tres horas con una astuta combinación de recuento
mitológico y registro documental, es un logro no desdeñable
en esta aventura del joven realizador inuit y su comunidad cómplice.