Eusebio Leal, principal
encargado de la restauración de La Habana Vieja
''Inútil, rescatar el patrimonio cultural sin
un enfoque de desarrollo social''
El especialista ofrecerá mañana en Casa
Lamm una conferencia sobre su labor en Cuba
CLAUDIA GOMEZ HARO ESPECIAL PARA LA JORNADA
Al reflexionar sobre la trascendencia de nuestra arquitectura
como expresión de identidad, se impone destacar que la extraordinaria
ciudad de La Habana, hoy Patrimonio de la Humanidad, es ejemplo de ello.
Como bien dice Eusebio Leal Spengler, historiador de la Ciudad desde 1967
y máxima autoridad para la restauración integral del Centro
Histórico de La Habana: ''El sentimiento de amor a nuestra tierra
sólo florecerá mediante el cultivo constante de la memoria,
fuente de la verdadera identidad".
Así, en el contexto internacional del patrimonio
histórico y monumental, La Habana Vieja es una joya peculiar.
Como historiador y conservador de La Habana Vieja, Leal
Spengler ha trabajado de manera incansable por más de 30 años
en su rescate integral. Formado en la escuela de historia, arqueología
y antropología, enfocó sus esfuerzos, al inicio, a la óptica
limitada de conservar sólo el patrimonio cultural. Sin embargo,
hubo un momento en el que por la situación social y la crisis económica
requirió de un nuevo enfoque, y es ahí precisamente que adquiere
su verdadera dimensión:
''No puede haber restauración de patrimonio en
nuestras ciudades latinoamericanas si ello no va unido a un enfoque de
desarrollo social, de la familia, de las personas que habitan los centros
históricos."
Sabemos que conservar el patrimonio cultural es altamente
costoso desde el punto de vista económico, a tal extremo que muchos
estados lo ven sólo como un gasto y no como una inversión.
Sin embargo, el trabajo de Eusebio Leal ha demostrado que puede realizarse
una inversión, sin vender, sin privatizar, una inversión
de carácter espiritual, moral, a largo plazo. De ahí surgieron
programas tan ambiciosos como aulas para niños en los museos, casas
para los ancianos: búsqueda de la creación de puestos de
trabajo, la necesidad de levantar junto al museo la escuela primaria, el
hogar de la mujer y del niño... Y esto significa que hoy podemos
hablar un lenguaje más amplio, más plural y más humano
en cuanto a rescate, restauración y conservación se refiera.
Diez años de esfuerzo propio
A
partir de 1993, contó con facultades para gestionar la restauración
a partir de instrumentos económicos organizados para este fin. En
esos momentos la restauración se concebía como mera ejecución
de proyectos que se elaboraban desde el punto de vista técnico,
pero costeados y sostenidos por presupuestos estatales. Quizás confiaban,
un poco idealmente, en que tendría un peso sustancial la cooperación
internacional y hoy, 10 años después, descansan fundamentalmente
en su propio esfuerzo. La ley que les dio un esquema de autonomía
les consolidó una personalidad jurídica y les permitió
realizar actividades económicas que tuviesen como finalidad obtener
fondos para la restauración. Entre dichas actividades se creó
una red hotelera en el Centro Histórico con los hoteles que una
vez fueron prestigiosos, cuando La Habana Vieja tuvo su esplendor, no ya
como centro, sino como corazón de la ciudad. Se abrieron cafés,
restaurantes, servicios públicos... Se restauraron los edificios
viejos y se trabajó en la preparación y apertura de los museos,
culminando este año con el Museo Nacional de Bellas Artes que comprendió
la recuperación del majestuoso edificio que antes alojara a las
Sociedades Asturianas de Cuba. Al noble empeño de recuperar este
inmueble se añadió el propósito de convertirlo en
sede definitiva de las Colecciones de Arte Universal.
Para un país pequeño y con grandes dificultades
económicas agravadas por la hostilidad de quienes se oponen a que
afirmen su identidad, este rescate representa un esfuerzo colosal.
De este modo, el proyecto de Restauración del Centro
Histórico se fue encaminando hacia la autogestión y el autofinanciamiento.
Tuvieron la autorización de cobrar un impuesto de cinco por ciento
sobre la renta bruta de cualquier actividad pública o privada que
se realizase. Esto les permitió tener un fondo que, además,
se incrementó con las contribuciones del trabajo por cuenta propia,
las donaciones y la venta de un sistema de bonos de la oficina del historiador
de la ciudad. Es admirable. Se partió de la nada. En 1993, en octubre,
sólo eran propietarios del suelo que pisaban. Ahora, diez años
después, la oficina gestiona valores anuales del orden de más
de 50 millones de dólares y maneja sus inversiones en el campo inmobiliario
y en la administración de los edificios. A su vez, se restauran
viviendas y se crean más de cinco mil puestos de trabajo en La Habana
Vieja, renovando las escuelas, los centros médicos, el centro de
atención a la mujer y el niño, hogares para ancianos, lugares
para niños discapacitados y centros deportivos.
Eusebio Leal desarrolló tan loable proyecto con
la asistencia de un sinnúmero de profesionales; arquitectos, estructuralistas,
sociólogos, abogados, arqueólogos, historiadores y antropólogos
sociales. En su trabajo, a fuerza de aplicar soluciones racionales, no
perdió jamás la espiritualidad que ha sido el elemento esencial
de su trabajo restaurador. Siempre se ha visto la restauración como
algo que debe preservar el pasado, pero, en Leal, la visión es diferente:
"...A mí me interesa la restauración como una forma de preservar
el futuro. No hay que olvidar que el árbol más grande y frondoso
vive de lo que tiene debajo, es decir, de la historia, la experiencia,
la raíz, de la tradición impalpable, eso que se llama el
patrimonio intangible."
En algunos de los principales rescates efectuados por
Leal, vale la pena hablar de la iglesia de Reina. Esbelta y delicada, cargada
de una riqueza ornamental neogótica que se expresa en pináculos,
gárgolas y otros elementos característicos de ese estilo.
La torre de la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús -de Reina
para los habaneros- se alza en medio del paisaje urbano como uno de los
hitos más característicos, logrados y hermosos de la arquitectura
religiosa cubana.
Lo nuevo de lo viejo
Eusebio Leal y su equipo han logrado realizar, en poco
tiempo, una obra tan significativa, efectuada con absoluto respeto de las
huellas y testimonios dejados en el tiempo, no sólo como recuerdo
sino como voluntad para hacer surgir lo nuevo de lo viejo que deberá
ser ejemplo para muchos otros proyectos de rescate en el resto de América.
Otro punto importante de mencionar es que, a treinta y
cuatro años de realizada la primera excavación en los predios
del Centro Histórico, el volumen de trabajos acumulados hasta hoy
ha permitido consolidar lo que se llama arqueología histórica
como una disciplina imprescindible para fomentar la reconstrucción
física y espiritual de la parte más antigua de la ciudad.
Esto permite que La Habana Vieja sea objeto hoy de un sistemático
estudio arqueológico, como parte del ambicioso plan de rehabilitación
que en ella se realiza. Los inicios de la arqueología Histórica
se remontan a 1968, cuando se efectuaron excavaciones en la Casa de Calvo
de la Puerta (Casa de la Obra Pía). En sus paredes se encontraron
las primeras pinturas murales. La Casa de los Condes de Santovenia, hoy
hotel Santa Isabel, representó, en 1989, la posibilidad de excavar
en una zona primada de la ciudad, en contexto de tipo doméstico.
El trabajo de rescate integral de La Habana Vieja, encabezado
por Eusebio Leal Spengler, ha sido merecedor del Premio Arpa FIL 2000.
Parte de su labor la explicará en la conferencia magistral que dictará
mañana martes 10 en Casa Lamm, en la que además se podrá
apreciar la muestra fotográfica Desafío de una utopía
sobre el proceso de rescate y restauración, y conocer la revista
Opus Habana, editada por la oficina del historiador de la ciudad.