TOROS
A un mano a mano concebido para ahuyentar al público,
acuden 2 mil espectadores
Por torera labor, Fermín Spínola obtiene
las orejas más merecidas del serial
Buen sinodal el encierro de Rancho Seco Gutiérrez,
sin recursos Santos, efectista
LEONARDO PAEZ
Cuando Fermín Spínola, tras cubrir con intensa
torería los tres tercios, se volcó sobre el morrillo para
dejar un estoconazo en todo lo alto que mató sin puntilla al repetidor
ranchosequeño, la plaza, o los cuatro ateridos que acudimos, exigió
al ahora rigorista juez Eduardo Delgado las dos orejas para tan prometedor
diestro.
En el sexto festejo se lidió una corrida del hierro
tlaxcalteca de Rancho Seco, triunfador de la temporada pasada, y que por
lo mismo merecía otro cartel.
Bien presentados en general aunque disparejos de tipo
y acusando las cualidades y defectos del toro con sus cuatro o cinco
años cumplidos, el claro contraste con muchos de los novillotes
que en anteriores carteles han han enfrentado los que figuran, destacaron
los dos del rejoneador, el segundo de Gutiérrez y el primero de
Spínola, lo que permitió, ahora sí, ver el nivel tauromáquico
y anímico de cada uno de los alternantes.
Fermín Spínola, figura en cierne
Cuando transidos de admiración los mexhincados
se llenan de adjetivos por el oficio y los recursos técnicos de
algunos diestros españoles que vienen a tentar de luces, se olvidan
que, más que una remota genialidad los respalda la organización
taurina profesional de su país.
Torear 80, 100 o más corridas por temporada es
la fórmula secreta para sacar toreros consistentes y competitivos,
así que cuando un joven con dos años de alternativa y apenas
16 corridas toreadas este año se alza con un triunfo tan serio como
el de Spínola, se tiene que hablar de una intuición torera
casi milagrosa.
El tercer lugar salió Pastelero, un cárdeno
enmorrillado que no obstante sus 500 kilos de peso era discreto de cuerna.
Debilón pero claro y repetidor, permitió a Fermín
recrearse en sabrosas verónicas y rematar con suave revolera. Tras
recibir el astado una vara sin recargar, un mentalizado Spínola
tomó los palos para dejar dos cuarteos y un preciso violín
en los medios, lo que sirvió para alegrar al astado, que llegó
a la muleta claro, pegajoso y con transmisión.
Spínola le hizo una faena inteligente, estructurada,
templada y de buen gusto por ambos lados, que incluyó una dosantina
y un derechazo de vuelta entera con los pies muy fijos y girando sólo
con la cintura, no empujándose con la pierna de entrada como algunos
que figuran. Todavía realizó una arrucina y una jumillanina
y, luego de asegurar la estocada, coronó tan meritoria y refrescante
labor con un enjundioso volapié que hizo rodar al toro sin puntilla.
El juez Delgado se quiso hacer el remolón, pero aquella labor había
sido tan contundente que, luego del regaladero de apéndices que
él y su colega Balderas han hecho en lo que va de la temporada por
faenas menos importantes, no tuvo más remedio que soltar el segundo
apéndice.
Con el que cerró plaza, Estornino, con 553
kilos y muy bien armado, Spínola reiteró su torerismo y sus
ganas de ser al intentar la faena convencional con un astado que desarrolló
sentido y acabó por cogerlo aparatosamente. No obstante pinchar
hasta en cinco ocasiones antes de dejar una estocada casi entera, fue despedido
con unánime ovación.
Gutiérrez, pocos avances
El primer espada de a pie, Alfredo Gutiérrez, con
un terno sangre de toro y oro, idéntico al de su alternante, toreó
de capa con inventiva y variedad a su primero, El pibe, colorado
bragado con 502 kilos, al echarse el capote a la espalda e instrumentar
dos limpias caleserinas, un manguerazo de Villalta y tres tomasinas o revoleras
a una mano.
Luego, con el manso y deslucido ejemplar, Gutiérrez
pretendió torear por naturales y derechazos, convirtiendo en tedio
sus infructuosos esfuerzos. Terminó de una estocada habilidosa algo
caída y nueve descabellos, y escuchó un aviso.
Con el quinto, Leguleyo (545), un toro fuerte y
alto de agujas que ocasionó un tumbo y recibió tres varas,
Alfredo, que este año ha toreado dos corridas más que Spínola,
consiguió una faena entre altibajos, ya que el burel tuvo un buen
lado derecho que pedía una muleta con más mando. Hubo empeño
pero faltaron decisión y técnica.
El rejoneador Rodrigo Santos no sólo detesta a
los forcados sino también clavar al estribo, como lo establece el
arte de Marialva. No obstante haber tenido dos toros que por su embestida
se prestaron para el lucimiento, se la pasó clavando invariablemente
a la grupa, dejando los fierros unas veces en lo alto y otras donde pudo
y sangrando de los ijares a sus cabalgaduras. Con todo, hasta una oreja
de su primero se llevó, no sin protestas.
Utilidades y pérdidas
Domingo 8 de diciembre de 2002
Espectadores |
2,000 |
Ingreso neto |
140,000 |
Egresos |
|
Rodrigo
Santos |
34,000 |
Alfredo
Gutiérrez |
33,000 |
Fermín
Spínola |
33,000 |
Ganado |
200,000 |
Otros |
1,000,000 |
Subtotal |
1,300,000 |
Utilidades |
----------- |
Pérdidas |
1,160,000 |
Pérdidas anteriores |
2,480,000 |
Pérdidas acumuladas |
3,640,000 |
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