¿LA FIESTA EN PAZ?
Leonardo Páez
Clones, apoteosis y asaltos
LA TAUROMAQUIA ACTUAL arroja una alarmante pobreza
de propuestas a cargo de los autonombrados artistas de los ruedos, reducidos
hoy a clones luego de que en el país hubo ciclones, aves y faraones
que supieron emocionar y reflejar el alma de multitudes apasionadas, antes
de que la tele, y las leyes y regímenes que la protegen, pasara
a desneuronizarnos-uniformarnos.
COMO BIEN DIJO un aficionado inteligente, es decir,
exigente, cuando alguien, acostumbrado a la mediocridad, a falta de mejores
argumentos pretendió tildarlo de evocador fantasioso de épocas
que no conoció sino a través de lecturas: "No extraño
la fiesta de toros que no vi; extraño la fiesta de toros que no
veo".
SI A ESTA crisis sin precedente de personalidades
en los ruedos se añade la carencia casi total de tauridades -de
toros con auténtica bravura, con instinto claro de herir a quien
se les ponga enfrente y, al mismo tiempo, con calidad en su embestida,
requisitos para que el toro de lidia dé un espectáculo emocionante,
no divertido-, se tiene una idea bastante aproximada de por qué
en la Plaza México incluso las apoteosis están prendidas
con alfileres.
"QUE FEO HA de sentir un torero que lo bañe
-supere- un caballo", comentó una joven al término de la
cursilona despedida de Cagancho, el sobrexplotado corcel estrella
del rejoneador Hermoso de Mendoza, en la corrida del domingo pasado en
la guatequera plazota de Insurgentes.
PRECISAMENTE POR ESA falta de personalidad y de
tauridad en los principales actores de la lidia es que ahora un caballo
de rejoneo, o varios, da más espectáculo que un diestro de
apocada expresión, mecanizados movimientos y defensiva técnica.
Un valiente e intuitivo cuaco negro cuatralbo de raza lusitana, con un
templado galope de costado, conmovió más que los jóvenes
que pretendieron jugarse la vida frente al manso y deslucido encierro de
Vistahermosa, de Jorge Barbachano Ponce, atinado para amistarse con la
empresa, que cada año le compra sus caricaturas de toros bravos,
mas no para encastar o mejorar la sangre en sus camadas.
A LO ANTERIOR añádase que el famoso
caballo torero y su mercantilizado jinete apenas lograron hacer media entrada
-22 mil espectadores- en el hoy illenable coso, así como varias
contravenciones al reglamento: El callejón repleto de paisanos y
amigos de Pablo, la lidia de un toro de Santiago que no fue reseñado
y que el rejoneador navarro se sacó de la manga, una bandera mexicana
fugazmente anudada al cuello del jaco mientras daba la vuelta al ruedo,
un gallo de pelea sobre su lomo y, en el colmo de los desfiguros prefabricados,
el "asalto" cometido por seis sujetos a las oficinas de la plaza el mismo
domingo por la noche, cuando la venta fuerte de boletos había sido
entre jueves y sábado, y sin que hasta el momento la liosa empresa
haya informado el monto de lo "robado".
¿O SERA UNA presión del irascible
promotor al gobierno de la ciudad por haber asignado cinco agentes de seguridad
al juez de plaza Ricardo Balderas, luego de que lo amenazara de muerte?
A saber.