Los conservadores lo calificaban de "comunista
y abusador de niñas"
El próximo miércoles se cumplirán
25 años de la muerte de Chaplin
DPA
Nueva York, 20 de diciembre. "Hoy, Chaplin." Con
eso alcanzaba. En 1915, los propietarios de cines no necesitaban escribir
nada más en los carteles para llenar sus salas. La Movie Encyclopedia
de Estados Unidos dice que Charlie Chaplin murió hace 25 años,
el 25 de diciembre de 1977. Fue "el artista más influyente de la
historia del cine".
La figura de Charlot o Carlitos, el pequeño vagabundo
de bigote negro, sombrero de hongo, chaqueta demasiado estrecha sobre pantalones
amplios y bastón, es una de esas imágenes que se reconocen
de inmediato en todo el mundo.
El marketing se ocupó de que Chaplin quedara,
sobre todo, con la figura del payaso que camina como pato. Después
de todo, él dijo: "Yo soy y seré un payaso". Pero añadió:
"Eso me eleva a un nivel muy superior a cualquier político".
Hasta hoy, la mayoría de los turistas que compra
nun póster de Chaplin en Hollywood creen que el artista era estadunidense
de nacimiento. El hecho de que el británico de origen humilde, a
pesar de la riqueza que le daba Hollywood, no quería ser estadunidense
y era muy crítico del American way of life, es algo que sólo
interesa a los historiadores.
Durante mucho tiempo las campañas difamatorias
que los archiconservadores lanzaban contra el "comunista y abusador de
niñas" ocupaban más titulares en la prensa que sus películas.
Durante décadas el artista socavó la moral
estadunidense, explicó el fiscal general McGranery, cuando en 1952
le retiró el permiso de residencia.
En ese entonces Chaplin estaba en la cima de su fama y
era el artista más conocido del mundo. Enojado, juró que
nunca más pisaría territorio estadunidense y se retiró
con su cuarta esposa a Suiza.
Sólo 20 años después Estados Unidos
se reconcilió con Chaplin. La Academia de Hollywood le entregó
un Oscar honorífico. "Ustedes son personas maravillosas y dulces",
dijo Chaplin a los estadunidenses a su llegada a Los Angeles en 1972. Tres
años después, la reina Isabel II lo nombró caballero.
Entre las películas de Chaplin que hacían
rabiar a los apologistas de la economía de mercado figura la obra
maestra Tiempos modernos.
A pesar de que en Hollywood ya había hecho su entrada
el cine sonoro, la película muda encantó a millones de personas
en 1936, que compartían la crítica a la industrialización
inhumana presentada por Chaplin con medios grotescos.
Para la prensa de Hearst, Tiempos modernos fue
"únicamente una mamarrachada comunista".
Incluso la mordaz parodia de Hitler, El gran dictador,
con la escena cómica en el gueto, en la que la conversión
del peluquero judío en el dictador Hinkel comienza a tomar forma,
no les gustó a los republicanos en 1940. Paralelamente a la película,
Chaplin se pronunció en favor de una cooperación entre Estados
Unidos y la Unión Soviética.