Cambia edad de Santa Clos
En una ciudad como la de México Santa Clos tiene edades distintas y cumple diversas funciones. Están, desde luego, los santacloses de la Alameda Central con los que los niños o las familias completas se toman fotos. A la generación a la que pertenecían hasta hace un par de décadas hombres de edad madura se sumaron, primero, los que son ahora vendedores al menudeo y tienen entre 20 y 40 años.
Existen también los santacloses prácticamente niños, o acaso en la primera parte de la adolescencia, que pueden ser encontrados en los supermercados. Su función es colocar en bolsas la mercancía de los compradores. Portan un gorro de Santa Clos y, a veces, las menos, una pequeña dosis de algodón a modo de barba. Esta generación de santacloses no cumple deseos, más bien apela a que su atuendo le gane un pequeño porcentaje extra a la propina que suele recibir los otros 11 meses del año.
Otro grupo, el de más corta edad que entró en el rejuego de los santacloses, es el de algunos niños de la calle que limpian cristales, dan un trapazo a los autos que pasan o directamente piden su Navidad.
Receptor de peticiones
Por otra parte, como puede apreciarse luego de un recorrido por centros comerciales de diversa índole, desde Plaza Satélite hasta la clásica calle de Coruña, Santa Clos es para quienes lo miran y se acercan a él en sitios donde el ingreso es considerablemente alto, un hombre disfrazado que escucha los deseos de los niños que acuden a él -y recibe sus cartas- en esta fecha con la infantil esperanza de que sus peticiones de regalos sean escuchadas.
CESAR GÜEMES